La tradición gastronómica española del día de los Reyes Magos en todos los hogares es comer el Roscón de reyes, un bollo elaborado con masa dulce, aromatizado con agua de azahar y con fruta escarchada. Es característico de España, aunque también se elabora en muchos países hispanoamericanos, además de Francia y Portugal.
El origen del roscón parece estar relacionado con las Saturnales Romanas (como la mayoría de las tradiciones navideñas). Sin embargo, en la actualidad algunos lo relacionan con una representación complementaria y comestible de la Corona de Adviento, a pesar de que esta tradición es muy posterior en España, lo que hace muy dudosa esa relación. Las Saturnales eran fiestas dedicadas al dios Saturno con el objeto de que el pueblo romano en general pudiera celebrar los días más largos que empezaban a venir tras el Solsticio de Invierno. Para estos festejos, se elaboraban unas tortas redondas con higos, dátiles y miel, que se repartían por igual entre los plebeyos y esclavos.
Ya en el siglo III, en el interior del dulce se introducía un haba seca, y el afortunado al que le tocaba era nombrado rey de reyes durante un corto periodo de tiempo establecido de antemano. Desde los romanos existían juegos del haba en la península ibérica, y hace unas cuantas décadas, el tradicional Roscón de Reyes solía llevar un haba seca dentro. Luego se cambió por otras “sorpresas”, aunque últimamente muchos roscones ya no llevan ni haba ni sorpresa.
Como todas las recetas de repostería, la elaboración necesita seguir la receta al pie de la letra, sobre todo en cuanto a medidas. Sé que pocas personas harán la receta, porque el roscón lo pueden encontrar en cientos de lugares, pero os animo a hacerla. Es un dulce increíblemente delicioso y que no encontraréis el resto del año, por lo que en alguna ocasión especial podréis sorprender a vuestros invitados.
INGREDIENTES:
- 350 gramos de harina de trigo (debe ser harina de fuerza).
- 25 gramos de levadura fresca (de panadería).
- 130 gramos de leche entera (125 ml).
- 100 gramos de azúcar.
- 75 gramos de mantequilla sin sal.
- 1 huevo entero más 1 yema.
- Ralladura de 1 naranja.
- 1 cucharada de ron añejo.
- 1 cucharada pequeña de aroma de azahar (tiene que ser aroma apto para alimentación).
- 1/3 de una cucharada pequeña con sal fina.
- Para decorar el roscón: fruta escarchada (naranja, kiwi), almendras fileteadas.
LA RECETA
Antes que nada vamos a disolver la levadura fresca en la leche y la dejaremos 15 minutos para que vaya activándose la levadura. La leche tiene que estar templada (tibia, no caliente) y lo mejor es meter el bloque de levadura en la leche, y con las manos muy limpias disolver la levadura frotándola con los dedos.
Ahora, de los 350 gramos de harina de la receta, reserva 30 gramos para amasar. El resto de la harina (320 gramos) la ponemos en un bol grande bien tamizada. Añadimos en el centro la ralladura de naranja y el azúcar y esperamos que pasen los 15 minutos del paso anterior. Cuando hayan pasado, añadimos también en el centro la leche con la levadura. Ahora mezclamos con una espátula removiendo en el centro del bol, incorporando poco a poco la harina del fondo y de alrededor (pero sin incorporarla toda) hasta que se forme una papilla.
Cuando tengamos esa papilla formada añadimos la mantequilla en punto pomada, el ron, el aroma de azahar, la yema de huevo (la clara guárdala en la nevera para después) y la sal. Mezcla con la espátula, igual que antes, incorporando poco a poco la harina de alrededor. Al final quedará una bola muy pringosa.
Ahora llega el momento más importante de la receta. Espolvorea la mesa con un poco de la harina que tenemos reservada y enharínate las manos. Pon la masa del roscón sobre la harina y empieza a trabajarla. Al principio se pegará, pero conforme vayas amasando la masa cogerá cuerpo y se irá despegando de la mesa. Si ves que no hay forma de que se despegue añade un poco más de la harina que tenemos reservada (pero solo si es necesario).
La masa tiene que quedar pringosa, pero en un punto en el que si desplazamos rápido la masa por la mesa no se pega, pero si la dejamos quieta se pega un poco. Es un poco complicado coger el punto la primera vez, pero el truco está en conseguir una masa que ruede por la mesa sin pegarse usando la menor cantidad de la harina que teníamos reservada.
Cuando tengas la masa en su punto (recuerda que debe quedar pringosa, si te quedó seca quedará más denso el roscón), haz una bola con ella. Espolvorea un poco de harina en un bol grande y pon la masa encima. Cubre con papel film transparente y deja en un lugar cálido (si tienes una habitación con calefactor es una buena idea dejarla en esa habitación). La masa tiene que, al menos, doblar su tamaño. Esto tardará de 2 a 3 horas dependiendo de la temperatura de la habitación. Si tienes tiempo déjala fermentar 14-16 horas en la nevera, porque la fermentación lenta es mejor.
Cuando la masa haya crecido suficiente es el momento de darle forma. Primero que nada, debemos tener preparada una bandeja con papel de hornear encima. A continuación, sacamos la masa del bol y la amasamos 1 minuto para sacarle el aire. Formamos una bola con la masa y una vez en las manos le hacemos un agujero en el centro con los dedos pulgares de ambas manos. Sin soltar la masa, vamos abriendo el agujero para ir formando el roscón, como si tuviéramos en las manos un volante. Es en ese momento cuando introduciremos el haba seca, y si es cualquier otra sorpresa debéis tener en cuenta el calor del horno y que no sean plásticos ni metales. En todo caso estos se envolverían en papel film o de hornear.
Cuando lo pongas en la bandeja encogerá un poco, pero no pasa nada. Lo estiramos con cuidado en la bandeja hasta que tenga un buen tamaño. Se pegará al papel de hornear, así que costará un poco, pero seguro que te sale sin problemas.
Lo cubrimos con otro papel de hornear o con film (para que no se seque la masa con el aire) y lo dejamos crecer (levar) en un sitio cálido hasta que al menos doble su tamaño (entre media hora y una hora y media dependiendo de la temperatura). Cuando esté bien grande, pintamos con huevo batido (con el huevo que nos faltaba) y decoramos a nuestro gusto.
Mete en el horno caliente a 160ºC arriba y abajo. Deja 25 minutos (que se ponga bien dorado) y saca del horno, espolvorea azúcar por encima o añádele un almíbar. Deja enfriar muy bien antes de cortarlo a lo largo si lo vas a rellenar.
El aroma de Azahar lo podéis encontrar en las grandes superficies. En caso de no encontrar, podéis usar agua de azahar de la farmacia, pero entonces deberéis añadir el volumen de agua de azahar en harina (un vaso) y algo más de levadura.
Si no encontráis fruta escarchada, podéis hacerla, es muy fácil: cogéis una naranja y un kiwi pelado y los cortáis en rodajas, después ponéis en un cazo 1´5 l. de agua y 650 grs de azúcar. Cuando empiece a hervir el almíbar, se añaden las rodajas de naranja y kiwi, se dejan hervir durante unos 40-50 minutos aproximadamente a fuego lento, hasta que la fruta adquiera cierta transparencia y que el almíbar no se convierta en caramelo.