Francisco Navarro es un cruce perfecto entre un escritor decimonónico, de aquellos a los que les “dolía España”, y un campesino manchego, tranquilo y con sorna. Físicamente se parece más a aquellos y coloquialmente a éstos otros. Ganó este verano el primer premio del certamen “Félix Grande” de la Fiesta de las letras de Tomelloso con uno de los mejores relatos que se han presentado nunca a este prestigioso concurso literario.
Su prosa también anda a medio camino entre el relato filosófico y el ensayo jocoso. Fundó hace un año y medio, junto a su socio, Jesús Benito, el periódico digital EnTomelloso.com, y aparte de ser el medio local más leído, su expansión es irrefrenable. Además colabora con varios medios nacionales y regionales.
Quedamos en hacer este experimento de intercambiar papeles a petición mía, y descubro que aunque convertirme en entrevistador pueda ser divertido, hay que llevar pensada la entrevista, y yo no he elaborado ningún guión, no obstante decido improvisar convirtiendo la entrevista en una tertulia de café, recordando aquella primera entrevista que él me hizo, cuando su incipiente carrera periodística le hacía improvisar.
—Hola Sr. Navarro; ¿le puedo llamar de usted?
—Por supuesto, tiene usted licencia para llamarme como quiera.
—Usted firma muchos de sus escritos como “el gasolinero”, ¿es un pseudónimo literario?
—En realidad es un apodo. Estuve muchos años trabajando en una gasolinera, y ya entonces me llamaban así, luego, cuando empecé en el tema de los blogs montamos un blog entre unos amigos, pero el blog no funcionaba mucho por lo que me independicé y lo usé como pseudónimo, quizá como una terapia de autoafirmación, no obstante sólo lo uso en mi blog personal y en la redes sociales.
—Ahí quería yo llegar, es evidente que el entorno de Internet, con las redes sociales y los blogs personales, han animado a muchos blogueros a lanzarse a la arena literaria, no sé si fue ese su caso, porque, ¿en qué momento de su trayectoria vital Francisco Navarro, “el gasolinero”, se convierte en escritor?
—Uno siempre ha tenido inquietudes literarias, pero a partir de la creación del blog —al principio estos se llamaban bitácoras— era una especie de diario, que poco a poco fue tomando una forma más narrativa. Pero inquietudes literarias he tenido siempre.
—El fenómeno Internet, con los blogs y las diferentes redes sociales han hecho que, como en su caso, mucha gente se anime a sumergirse en el mundo de la escritura.
—Es evidente, los blogs han permitido que lo que escribimos sea leído por mucha gente en tiempo real, y eso hace unos diez años multiplicó el número de gente que se creía con capacidad de comunicación, eso ya ha pasado y el tiempo ha ejercido de filtro cualitativo y la selección natural ha completado el proceso, y los que hemos quedado es debido a la perseverancia, quizá no tanto a la calidad.
—Pero el hecho de que un bloguero siga después de tantos años, seguramente sea porque la perseverancia le ha hecho mejorar, porque todos los oficios se aprenden con la práctica, ¿no?
—Efectivamente, si se tiene la suficiente humildad de seguir aprendiendo se mejora.
—Y seguramente el fenómeno internet haya propiciado el acercamiento a la literatura convirtiendo a muchos usuarios en lectores avezados.
—Sí, el principal valor de Internet es que ha cambiado el paradigma de la comunicación. Antes la persona que escribía tenía que entrar en unos procesos demasiado encorsetados, y si quería que le leyesen tenía pocas opciones, quizá presentarse a algún certamen, recorrer las editoriales mendigando una oportunidad o escribir en alguna revista de barrio. Ahora su trabajo puede ser leído por cualquiera gracias a las redes sociales. Cualquier artista, hoy día, puede difundir su obra con sólo tener un teléfono móvil 4G.
—Enlazo con la palabra que acaba usted de mencionar. Hay demasiados perjuicios al respecto de la palabra artista como si sólo se pudieran considerar así unos pocos genios. Sin embargo artista es cualquier persona que practica alguna de las artes, ya sea pintura, escritura, cine, música, etc. ¿Hasta qué punto quién puede evaluar donde está la línea divisoria entre quién es artista y quién no?
—Es curioso, porque aquí en la Mancha antiguamente se llamaba artista a todo aquél que trabajaba sentado, zapateros, alfareros, guarnicioneros, etc. Hay que huir de encasillamientos. Respondiendo a su pregunta, la línea divisoria la traza el espectador, lector o consumidor final de esas obras, sólo él está legitimado para ello. Hay personas que por su oficio, más cercano a la entomología que a cualquier otra cosa, se dedican sistemáticamente a diseccionar y seleccionar lo que es arte y lo que no. El arte en sus distintas manifestaciones está dirigido al público, y un especialista puede analizar una obra desde el punto de vista técnico, pero sobre las emociones que transmita jamás tendrá capacidad o legitimidad para juzgarlas. Los prejuicios han sido el combustible usado por los críticos para denostar grandes expresiones artísticas como el flamenco, la poesía popular, o la Zarzuela, a la que se denominó el “género chico” por no equipararla con la ópera.
—Volvemos a la literatura. Me gustaría conocer sus influencias literarias, y quienes son sus escritores favoritos, los cuales no tienen por qué coincidir.
—Hay un libro que para mí fue una revelación y creo que me influyó mucho, que es el Cuaderno gris de Josep Pla, una especie de diario relatando la monotonía de dos años de su vida, creo que Pla utiliza el lenguaje como nadie. También hay gente que dice que mi escritura tiene muchas influencias de García Pavón, y aunque puede ser verdad creo que me identifico más con Cela o con Delibes. Me gusta mucho la literatura dedicada a las pequeñas cosas, los universos literarios cercanos y pequeños, no me gustan las estridencias en nada y suelo ser tan gris como los escritores que he mencionado. En cuanto a mis escritores favoritos no tengo preferencias, soy capaz de leer el Ulises de Joyce con la misma pasión que un prospecto de Ibuprofeno. Me gustan sobremanera las palabras por lo que cualquier cosa escrita me interesa. Últimamente hay demasiada tendencia a juzgar a un escritor por su ideología más que por lo que escribe, y esos perjuicios nos impiden disfrutar de verdaderas maravillas artísticas.
—Coincido con usted en esos perjuicios, que además en la literatura son más evidentes ya que es la palabra el vehículo de expresión, y las palabras son además el vehículo de expresión de las ideas, por lo tanto la frontera entre las ideas y la literatura es para muchos algo inexistente. Muchas veces los perjuicios funcionan no tanto por lo que el artista en cuestión dice sino por lo que otros dicen de él. Al hacerle la pregunta sobre sus influencias esperaba casi con exactitud su respuesta ya que, sobre todo en el caso de Pavón es lógico, porque la cercanía cultural así lo exige, pero incluso con los otros autores que usted menciona, narradores de lo cotidiano. Usted ha vivido prácticamente toda su vida en Tomelloso a excepción de un periodo de su niñez que lo hizo en Valencia. Yo personalmente veo un paralelismo entre usted y Pla por el mismo motivo, ambos tienen un universo literario muy íntimo y cotidiano.
—Tomelloso tiene un universo literario muy rico. Muchísimos episodios reales ocurridos aquí podrían ser un arreglo de boda en Macondo, encajarían perfectamente en las obras de García Márquez y Onetti, por lo que no tengo que buscar la inspiración fuera de aquí, en ese aspecto si puedo entroncar con Pavón, el mejor escritor español de relatos cortos, y al que pongo muy por encima de Ignacio Aldecoa, quizá porque me gusta que me cuenten cosas de una manera graciosa, y Aldecoa es dramático hasta el existencialismo. La vida ya es suficientemente triste como para regocijarnos en la basura existencial, no obstante como ya he dicho me gusta todo tipo de literatura, pero a la hora de escribir opto por la jocosidad aunque toque temas serios.
—Cambiando de tema: ¿Cómo ha sido su llegada al ejercicio profesional del periodismo? ¿Se siente como un intruso?
—Lo cierto es que los compañeros de otros medios nos han aceptado, sin ningún problema, incluso han dado por normal el que nos metamos en algún plano televisivo o nos carguemos alguna foto… Aunque le voy a confesar una cosa, con eso de “profesional del periodismo” me pasa lo mismo que con lo de “escritor”, me suena muy elevado. Uno tiene una iconografía que comienza con Walter Matthau en Primera Plana, continúa con Woodward y Bernstein y sigue con los grandes periodistas españoles —que me va a permitir que no nombre por eso de los maniqueísmos que decíamos— y, en fin… hacemos lo que podemos con enTomelloso.com. Pero contestando a su pregunta, no, no me siento excesivamente intruso.
—Para terminar quería hacerle una reflexión que no sé si compartirá. Creo que Internet está aportando un estilo literario nuevo, pero por otro lado no creo que ayude mucho para el enriquecimiento del idioma ya que estamos cansados de leer en las redes sociales auténticas patadas al diccionario. Yo siempre creí que las personas que leen mucho cometen menos faltas de ortografía, y sin embargo gracias a la red la gente en general lee más pero escribe peor, ¿qué opina usted?
—La ortografía es un arma cargada de futuro… es mi caso es autodidacta y todavía me sudan las manos con los “que”, sobre todo. Pero más que ortografía, digamos evanescente, lo que se da ahora es una jerigonza extraña. Será por el lenguaje de los móviles.
La grabadora se apaga y nosotros seguimos, con la música de jazz de fondo, por otros derroteros ampliando nuestra tertulia. En muchas cosas estamos de acuerdo y en otras muchas cosas no, eso es lo bonito de tener opinión propia. El encuentro entre aprendices de librepensadores siempre es motivo de celebración.