Como viene siendo habitual desde hace casi setenta años, Tomelloso puso el broche de oro a su Feria festejando las letras y las artes. La ciudad acabó sus fiestas patronales con la LXVII Fiesta de las Letras, una celebración que hace grande a Tomelloso como se encargan de recordarnos todos y cada uno de los que saben de su existencia.
Si la edición pasada, dedicada a las mujeres del 27, fue soberbia, la de este año, “La renovación artística y cultural de la España de los años 80”, no se quedó atrás y pudimos disfrutar de un magnífico espectáculo en el Teatro Municipal. Uno de los momentos más emotivos de la celebración fue el recuerdo y homenaje a Paco Rosado, periodista y editor de Cuadernos Manchegos, fallecido hace algunas semanas.
El acto contó con la presencia del presidente de la Diputación, José Manuel Caballero, el delegado de Educación, Francisco Navarro, la alcaldesa de Tomelloso, Inmaculada Jiménez, además de los miembros de los distintos Grupos Políticos del Ayuntamiento y representantes del tejido asociativo y empresarial de la ciudad.
La tarde comenzó con la recepción de las Madrinas, Padrino, Mantenedor, premiados y autoridades en el Ayuntamiento de Tomelloso para ir después al Teatro Municipal. Un coliseo al que uno de los premiados, Ángel Olmedo, abogó por que se le diese el nombre de, por ejemplo, Eladio Cabañero. Una vez acabada la Fiesta de las Letras el cortejo desfiló desde la Residencia San Víctor hasta los Jardines del Parque donde tuvo lugar la Cena Fin de Fiestas Benéfica, en favor de Cruz Roja y servida por Restaurante Casa Justo.
El compromiso de Tomelloso con las letras y las artes
La alcaldesa de Tomelloso recordó que este miércoles se celebraba la edición número 67 de la Fiesta de las Letras. Esas cerca de siete décadas honrando a las letras y las artes reafirman como Tomelloso es posada de vid y cultura, la ciudad tiene una importante nómina de grandes poetas, escritores o artistas que han creado un mundo en el universo de la cultura ligado a nuestra ciudad. Agradeció la presencia de Benjamín Prado en Tomelloso, deseándole que se sienta como en casa. Jiménez aseguraba que, como alcaldesa de la ciudad, no puede sino seguir apostando por la Fiesta de las Letras, seña de identidad de Tomelloso. Y es que son, dijo para acabar, 67 años hablando de cultura, de letras, de artes, de Francisco García Pavón.
José Manuel Caballero, que visitaba por primera vez la Fiesta, destacó que 67 ediciones de la celebración dicen mucho del compromiso de Tomelloso y sus gentes con la cultura. En un territorio como es La Mancha, y Tomelloso ocupa su centro, vinculado tradicionalmente a la literatura. Caballero vinculó la cultura, con el turismo, con el bienestar y con el desarrollo económico.
Francisco Navarro, por su parte, señaló que para él era un honor representar en este homenaje que Tomelloso hace a la cultura, al Gobierno regional. Hay muy pocas localidades en la región y probablemente en España que puedan presumir de ser tan fértiles como Tomelloso en muchas cosas, dijo Navarro, y una de ellas es dar hijos especialmente dotados para las letras y las artes. No es extraño, destacó el delegado, que Tomelloso haya mantenido esta fiesta durante 67 años dado que tiene una abundante cosecha de artistas e intelectuales. Benjamín Prado, por su parte, señaló que no se podía perder un acto en el que se juntan “dos de las cosas que más me gustan”, las letras y la fiesta. Tomelloso es un sitio donde Prado viene a menudo, manifestó, algo que indica que “aquí hay una vida cultural muy sostenida” porque el escritor ha venido a menudo y a lo largo de los tiempos. Recordó que lleva más de veinte años viniendo a la ciudad, empezó haciéndolo con Félix Grande y ha acabado haciéndolo con jóvenes de 20 años como Elvira Sastre. Eso significa algo, dijo para acabar.
La creación en los ochenta
La presentación y puesta en escena de la LXVII Edición de la Fiesta de las Letras estuvo a cargo (y cómo) de Carpe Diem. Con guión de Mercedes González y Miguel Ángel Berlanga y escenografía del último, la velada trascurrió en una suerte de café con piano, con las Madrinas y el Padrino sentados en veladores. En algún momento a este redactor le recordó al Café de la Glorieta. Los actores fueron desgranando la creación artística de aquella década en la que parece que empezó todo, de aquellos años catárticos y caóticos en los que la libertad era el cemento que unía las teselas de un mosaico de muchos colores y alguna sombra.
Los actores, tras recordar la Feria, la tele y la música de aquellos años (A quién le importa lo que yo haga) y para presentar los premios de fotografía recordaron a los iconos de entonces, Ouka Leele, Gorka de Duo o García-Alix. Recogieron sus galardones, Fernando Flores Huecas por “Jardín de arena”; José Ramón Luna de la Ossa por “Holocaust Memoriam” yBárbara Traver López de Ayala con “Retrato de una madre” y “Fabio”.
Las artes plásticas (el grafiti, los comics, Muelle, Nazario) decorativas y no técnicas, Ceesepe, el Hortelano. Aquellos artistas de los 80 que aprendía, todo era verdad en el arte de entonces. Arte sin pretensiones para presentar los premios del Certamen de Pintura. Fueron, Lidio Lara Carmona por “Tempestad”; Jorge Guinaldo Isabel, “Sin título”; Leticia Gaspar García por “Euroclub”; Lourdes Campos Gámez con “Shishunki” y Enrique Rodríguez García por “Aparición Vadiniense en un paisaje de arroyo al revés”.
¿Y la prensa? Fueron los años del País, Diario 16, El Mundo, de los fanzines. Y, también, de Cuadernos Manchegos, el proyecto de Paco Rosado. Después se entregó el premio del XXII Certamen Artículo Periodístico «Juan Torres Grueso» a Vicente Jesús Díaz Burillo por “De Tomelloso a Mauthausen”.
Hablaron de literatura de Terenci Moix, de Rosa Montero. De la posmodernidad, de las Edades de Lulo, de Jesús Ferrero o de Luis Antonio de Villena para asegurar (y es cierto) que se escribía “con total libertad”). Enumeraron a los poetas malditos cuyas vidas se truncaron por los paraísos artificiales tan a la mano entonces, Haro Ibars, Panero, Aníbal Núñez o Casariego. Y como no, de los poetas andaluces de entonces, que sí cantan ahora, con Granda como centro y García Montero como referente. Y, claro, se dieron los premios de literatura.
Premio Local de Narraciones «Félix Grande» correspondió a Ángel Olmedo Jiménez por “El Beat”. El XX Premio de Narrativa “Francisco García Pavón” fue para Juan Ángel Cabaleiro por “El secreto de la Quebradita”. El Premio Local de Poesía “Ángel López Martínez» correspondió a Pilar Merino Martínez por “Las ausentes”. Ricardo Bermejo Álvarez con “Configuración” obtuvo el Premio de Poesía “José Antonio Torres”. Por último, el XX Premio de Poesía «Eladio Cabañero» fue para José Antonio Ramírez Lozano con “A cara de Perro”.
Fue magnífica (tal vez por rememorar una época vivida) la presentación de la gala que hizo Carpe Diem.
Fueron los años de la libertad
Benjamín Prado recordó durante su breve pero intenso discurso que en aquella época uno podía entrar en un café y encontrarse con poetas de la talla de Alberti u otros de la Generación del 27. Aquello era un síntoma de normalidad democrática, como en la foto del homenaje a Góngora, que en los ochenta personas con ideologías distintas puedan compartir cosas como la pasión por el arte y la literatura. Aquellos fueron los años de la libertad, subrayó. Alabó que Tomelloso haya mantenido la Fiesta de las Letras durante casi siete décadas con distintas corporaciones. Recordó que su relación con Tomelloso comenzó cuando Félix Grande, director de Cuadernos Hispanoamericanos (publicación de la que el propio Prado cogió las riendas años después) le publicó una entrevista con Rafael Alberti.
Cena Benéfica
La noche acabó, como anticipábamos, con una cena benéfica a favor de Cruz Roja. El presidente de la Asamblea Local, Marco Antonio Ruiz, agradeció que la cena fuese a la entidad que preside señalando que los beneficios de la misma irán a la compra de una ambulancia junto con el incremento del convenio con el Ayuntamiento.
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