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sábado, 16 noviembre
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Ensamblaje – 1ª parte, por Manuel Buendía

pareja en el rinconcito

“El Merlot es muy aromático, con infinidad de matices, pero envejece mal; por el contrario el Sirah se enriquece con la crianza y el tiempo, pero sin embargo pocos se atreven a combinarlos, quizá no sea una ecuación perfecta, estamos hablando de la elaboración del vino, y aunque no deja de ser una serie de fórmulas químicas, tiene un alto componente de azar, y por eso es mágico”.

Alba es una mujer fascinante, aparte de su extraña belleza -con esos intensos ojos verdes-, sus conocimientos acerca del vino, y su pasión por él, hacen que Ramón se pose sobre una nube cada vez que se encuentra con ella.

 Ramón conoció a Alba hace unos meses. Coincidieron en la Rioja en un Máster sobre técnicas de fermentación, siendo ellos los únicos alumnos procedentes de la Mancha, y además de pueblos cercanos. Después de haberse visto un par de veces primero, y haber trabajado juntos dos meses, ésta es su primera cita en serio, en un conocido restaurante del pueblo donde vive Ramón.

Alba tiene 30 años, había estudiado química, y después enología. Ella pensaba que en su tierra podría desarrollarse profesionalmente, pero a pesar de su preparación no ha tenido suerte, no obstante Alba ayuda a su padre en los distintos trabajos de los escasos viñedos familiares, siendo ya una experta en la poda y en el arado. Los padres de Alba, pequeños agricultores, no le pudieron ayudar demasiado en sus estudios, y ella repartió su tiempo durante muchos años entre los estudios y toda clase de trabajos, esas circunstancias la han convertido en una mujer apasionada, tenaz y luchadora.

Este año Alba ha trabajado durante la vendimia con Ramón. En ningún momento ella se ha parado a pensar por que la contrató para trabajar en la bodega. Pero es evidente que el hecho de haber compartido juntos muchas horas de trabajo estresante ha servido para que Alba se haya sentido atraída por él, algo impensable hace dos meses, ya que ella no se planteó en ningún momento la posibilidad de una relación con él, pues no le parecía un hombre atractivo, y además desprendía cierto tufillo a niño mimado, algo que para ella, por sus circunstancias personales, era lo más insoportable, y eso sin contar con que él es catorce años mayor que ella. Se supone que ésta cena íntima es para celebrar el fin de la vendimia y la salida de los primeros vinos de la bodega, y es precisamente ese proyecto lo que les ha acercado. No obstante, el ritual del cortejo de Ramón no la impresiona, cosa que hace que éste se sienta inseguro.

Ramón tiene 44 años, y podría decirse que es la antítesis de Alba. Procedente de una familia acomodada, Ramón jamás tuvo excesivas preocupaciones. Estudió Ingeniería agrícola casi por imposición de su padre, aunque realmente el no sentía pasión por nada, y le daba igual estudiar una cosa que otra. Se casó con su novia de siempre: Susana, la hija de otra familia acomodada del pueblo, y después de acabar la carrera aprobó una oposición para un puesto en el Ministerio de Agricultura, ya que su novia le dejó claro que si se casaban tendrían que vivir en Madrid. Susana era altiva, vaga y caprichosa, empezó dos carreras pero en ninguna pasó de primero.

Se casaron al poco tiempo de aprobar Ramón la oposición, y los padres de ella les regalaron el piso de Madrid donde vivían. Así que con el sueldo de Ramón, que era funcionario de las categorías más altas, y sin tener que pagar alquiler, Susana estuvo ociosa los primeros años de matrimonio. Luego, el aburrimiento le hizo intentar montar un negocio -una boutique de marcas punteras- que sus padres gustosamente pagaron. La tienda fue un sumidero por donde se escapaban todos los ahorros de la pareja y de sus padres, pero le permitió a Susana salir del tedio al que ya no volvería, convirtiéndose ésta en una habitual de los círculos pseudo-pijos de Madrid. Ramón siguió en su vida gris, dejándose llevar, como siempre había hecho en su vida. La pareja se fue distanciando, y cuando Ramón quiso reaccionar ya estaban separados.

La separación afectó de distintas maneras a Ramón. Al principio siguió con su vida como si nada hubiera pasado, eso posiblemente fue una actitud de autodefensa, o quizá no pudo reaccionar durante mucho tiempo por un efecto hipnótico. Su actitud vital, que ya era bastante monótona y vegetal, pasó a hacerse estacionaria.

El ejemplar botánico en que poco a poco se había transformado resultó dañado permitiéndole solamente mantener sus constantes vitales, como una vid afectada por mildiu. Luego, una serie de desgracias familiares hundieron a Ramón en un pozo del que muy poco a poco pudo salir. Después de cuatro años de separación y depresión conoció a Alba, justo en un momento en que empezaba a remontar el vuelo, lo cual le ayudó a seguir en la lucha cotidiana.

Alba se acostó con Ramón esa noche de celebración, pero durante dos meses no se volvieron a ver, y todos los intentos de acercamiento posteriores que él hizo dieron como resultado una excusa tras otra. A pesar de que ella se sentía atraída por él, tenía muchas dudas, pues siempre le quedaba la sensación de que su acercamiento era por el interés de trabajar en un proyecto que le apasionaba. No obstante era el vino lo que les había unido, y a veces los sentimientos son unas instrucciones en clave muy difíciles de descifrar.

La relación poco a poco se ha ido afianzando, y al igual que en la elaboración de los vinos, utilizaron la intuición, ya que los conocimientos les llevaban por el camino distinto al que buscaban. Encontraron en sus diferencias extremas el difícil camino del equilibrio, pues como en la mezcla de Merlot y Sirah, un pequeño error daría al traste con un valiente proyecto. La ilusión por relanzar la bodega con sus nuevas varietales ha convertido este proyecto de relación en un proyecto de vida en común. Paralelamente a ello han comenzado el valiente reto de hacer un vino de ensamblaje de Merlot y Sirah, como si se tratase de una metáfora de sus propias vidas.

Manuel Buendía Pliego
Manuel Buendía Pliego
Persona inquieta y multidisciplinar. Artista plástico, profesor de dibujo y acuarela, diseñador, gastrónomo, y escritor aficionado. Ha publicado en distintos medios digitales varios relatos, también ha publicado un libro de microrrelatos junto a Carlos Naranjo, y está trabajando en varios proyectos editoriales.
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