La literatura de ciencia ficción se equivocó en casi su totalidad con respecto al siglo XXI, si exceptuamos a Asimov y alguno más. No hemos llegado a colonizar planetas ni siquiera de nuestro sistema, no tenemos automóviles que vuelan, ni robots androides, y por supuesto aún no podemos teletransportarnos.
Los historiadores dividieron la historia en distintas etapas: Prehistoria, antigua, media, moderna y contemporánea. Así mismo decidieron que el comienzo de las distintas etapas estaría marcado por un hecho puntual que, por su importancia para el curso de la humanidad, alteraría la historia y la civilización tal y como se entendía hasta ese momento.
El final de la prehistoria y principio de la historia antigua estaría marcado por la aparición de las civilizaciones antiguas (Oriente Medio, Egipto) pero a su vez el comienzo de éstas estaría definido por la aparición del lenguaje y su escritura.
El principio de la edad media estaría definido por la caída del Imperio Romano, así como el final de ésta y el comienzo de la edad Moderna estaría marcado por varios acontecimientos que tuvieron lugar en el siglo XV: El descubrimiento de América, la caída del Imperio Bizantino, y sobre todo: la aparición de la imprenta.
El final del siglo XVIII nos trajo las revoluciones Francesa y Americana. Esto, unido a los adelantos científicos, nos hizo entrar en la edad Contemporánea.
Comparto la opinión de muchos historiadores y sociólogos en que estamos en el momento de cambio de era. El futuro ha llegado a nuestras vidas en forma de Internet. La gran revolución tecnológica ha sido la red de redes, y aunque una gran mayoría le hemos insertado de una manera totalmente natural en nuestro devenir cotidiano, la realidad es que aún no hemos sido capaces de analizar el cambio que ha supuesto en nuestras vidas.
Mi día a día familiar junto a mis padres me hace analizar su trayectoria y la de todos aquellos que nacieron en los años 20 y 30 del siglo pasado, esos que están ahora entre los 70 y los 90 años. Si exceptuamos a aquellos que vivían en ciudades y los de pueblo que eran de clase alta, tendremos el guión de su niñez: casas sin electricidad y agua corriente, transporte en carros de mulas y bicicletas, una centralita telefónica para todo el pueblo y pocos adelantos técnicos más a pesar de que entonces ya existiesen. Los medios de comunicación eran los periódicos, aunque la gran mayoría de adultos era analfabeta, y la radio. Esta generación de la que hablo ha visto una guerra civil y una postguerra, ha visto como llegaba la electricidad y el agua corriente a sus casas, más adelante tuvieron frigorífico, luego televisión y teléfono en sus casas, también automóvil y lavadora automática, los discos de vinilo y las cintas de cassette. Luego vino la televisión en color, el video y el microondas. Demasiados adelantos en un espacio de tiempo tan corto, y a pesar de que creían que ya no podrían asumir más novedades, aprendieron a consultar la agenda de su teléfono móvil y a grabar números, a programar el DVD y a escuchar música en CD.
Ahora están entrando en Internet. El ordenador era como los dioses domésticos en la antigua Roma. El ordenador ocupaba un espacio en la casa pero sólo era un objeto de culto para los más atrevidos, una especie de mausoleo donde comunicarse con los dioses, un oráculo donde los hijos consultaban hasta lo más insospechado. Ya no se consultaba la enciclopedia familiar comprada en el Círculo de lectores a plazos durante dos años. Entonces ese anciano, cuya vida había visto pasar en menos de un siglo toda la evolución del hombre moderno, que creía que ya no podía aprender nada más, empezó un día a interesarse por las redes sociales y por el buscador de Google, y de pronto vuelve a estar en el mismo corazón de la evolución tecnológica.
Sigo pensando que, a pesar de todos los adelantos técnicos de los últimos 100 años, Internet ha sido el salto cualitativo de la revolución tecnológica. La televisión ha perdido su credibilidad a consecuencia de sus propias limitaciones, el poder económico y político ha podido controlar este medio que empieza su propia decadencia. La información la buscamos ahora en la Red, y si bien es cierto que podemos encontrar la objetividad en ella, no lo es menos que por ese mismo motivo nos creemos todo lo que en ella leemos sin contrastarlo.
El futuro no lo sabemos con seguridad; quizá el poder logre controlar la Red, pero para entonces ya habrá otro medio independiente que contribuirá a que la humanidad siga evolucionando. El presente está ahí: Aún están por descubrir para el gran público todas las bondades que el medio puede ofrecer. En la era de las comunicaciones el exceso de informaciones hace que no sepamos todavía llevar el mensaje a las masas. Las empresas todavía no entran en publicitarse por la Red porque aún no terminan de verlo, sin embargo el futuro está aquí, cada vez somos más los que lo vemos.
Prueba de lo que digo es la campaña que desde enTomelloso.com se hizo para las jornadas de vinos y pucheros y el éxito que esta tuvo. Esto es sólo el comienzo, ¡Bienvenidos a la Red!