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viernes, 20 diciembre
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El veranillo de San Miguel, por F. Navarro

membrillo

San Miguel trae lluvias y visitantes con ansias de conocer. San Miguel Arcángel es el General de los Ejércitos del Señor y a la vez gobierna el destino de los gañanes manchegos. El gañán ajustado se compromete con su amo a servir en su casa de labor por un año agrícola que da comienzo el 29 de Septiembre, día de San Miguel. El día de la Virgen de Agosto, el día 15, el gañán ajustado trata con el amo su continuidad en la casa o su cese en el próximo año agrícola. Si hubiera disconformidad, amo y gañán buscarán nuevo amo o criado de aquí al 29 de Septiembre. Si el gañán no se queda, al terminar la comida del día de San Miguel, liquida la cuenta y se marcha a la casa donde ha sido ajustado. Allí cenará.

San Miguel este año trae lluvia en vez de verano, complicándolo todo. Mojando a los visitantes con ganas de saber, entorpeciendo la vendimia. Pero San Miguel, como decimos, es el que gobierna el calendario de los gañanes (mayoral, ayudador primero, ayudador segundo, zagal mayor y zagales menores), no querrá mal para las gentes del campo.

—Voy a recitar un soneto, cortito.

—¡Adiós amigo el poeta de secano!

Gañán es una de esas palabras que se ha corrompido; se ha desvirtuado su significado a base de chascarrillos. Gañán es el que trabaja la tierra para otro. Nos olvidamos de la tierra. Las cosas importantes salen de la tierra, las vides, los guisantes, las cebollas (escarcha de tus días y de mis noches); los algarrobos. Los algarrobos son árboles altos y mediterráneos; tienen algo de Miró, o de Pla. Huelen a tramontana o a mistral… y el olivo.

El olivo sale de la tierra desde antes de que hubiese hombres. Los olivos, cuando están cargados de fruto tienen una fuerza extraña, de choque, de dolor de parto, de último aliento. Son como animales vivos que surgen de la tierra. Vieron llorar a Nuestro Señor Jesucristo: “Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”

 Este domingo de lluvia y arcángeles victoriosos principió en la buñolería de La Rocío, ¿dónde si no?

El veranillo de San Miguel es el sol del membrillo: los dora. El membrillo es una fruta melancólica y nostálgica que huele a arca de abuela. Hecho carne sabe a desayuno de domingo. La caja suena a recuerdos y a fotos viejas, amarillas y troqueladas. A recordatorio (…ruegan una oración por el eterno descanso de…), en la flor de la vida. El membrillo es confortable, como un brasero de picón, o un boniato asado.

Este domingo de lluvia, acompañando a los visitantes con ganas de saber hemos recorrido los lugares de García Pavón, mojándonos —ma non troppo—, guiados por Rocío Torres. Uno, o a lo mejor las musas, se dispersa, y lo que iba a ser una crónica de un maravilloso día se ha quedado en nada. En un circunloquio de esos que conoces, paciente lector, y que no conducen a nada.

En San Martín hay otro veranillo, ahora que me acuerdo. Es el 11 de noviembre Dicen que san Martín se encontró a un pobre hombre temblando de frío. El santo se apiadó de él y le dio la mitad de su capa.  Era Nuestro Señor Jesucristo. En aquel instante, apareció un arco de colores en el cielo, paró de nevar y subió la temperatura.

Esta visto, hoy no sacamos nada en claro.

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