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Toño Benavides: “Me enorgullece haber ganado un premio con el nombre de Eladio Cabañero”

toño benavides

El conocido dibujante leonés Toño Benavides ha obtenido el XVII Premio de Poesía “Eladio Cabañero” dotado con 4.500 euros y edición de la obra por “Gran Sur”.  Para el jurado fue una “sorpresa” descubrir esta faceta poética de Benavides. “Gran Sur” es un poemario  que sigue la imaginería surrealista, al estilo de Neruda, pero con una modernidad añadida.

Toño Benavides comenzó como autor de cómics y muy pronto se decantó por la ilustración de libros y de prensa. En 1989 se trasladó a trabajar a Madrid, y desde entonces ha publicado en Diario 16, El Mundo, The New York Times y El Economista. Su estilo, caracterizado por la elegancia y la síntesis expresiva, ha sido durante años habitual en la mayor parte de las editoriales españolas. The Society for News Design (SND) le ha concedido varios premios, entre ellos cuatro medallas de plata y una de oro por sus trabajos publicados en El Mundo. También es autor de importantes campañas de publicidad y de un volumen de textos e ilustraciones: Paraíso (2009).

Se confiesa un escritor tardío, publicó su primer libro en 2009, Paraíso; el siguiente, El Sótano en Llamas, es de 2011 y Los Chicos del Vertedero de 2012.

—Para el jurado de la Fiesta de las Letras fue una alegría descubrir, tras abrir la plica, la faceta poética de un famoso dibujante e ilustrador.

Para mí ha sido también una gran sorpresa. Es el segundo concurso al que me presento, estaba muy satisfecho con este poemario; sin embargo, cuando me lo comunicaron no conseguía creérmelo. Cuando colgué el teléfono después de hablar con cada uno de los miembros del jurado, estuve un rato pensando en esas bromas televisivas con cámara oculta.

Bogas Bus

—¿Desde cuándo lleva componiendo versos?

Soy un escritor tardío. No empecé a considerar salvables mis textos hasta que andaba por la treintena. Mi primer libro publicado, Paraíso (de prosa poética) data del 2009; el siguiente, El Sótano en Llamas, se publicó en 2011 y Los Chicos del Vertedero aparece en 2012. Hasta entonces, aunque escribía, estaba dedicado casi por completo a la ilustración para prensa y editoriales. Como ilustrador nunca he tenido la sensación de estar haciendo otra cosa que poesía. Siempre me ha interesado más la poesía que los versos. Hay poemas carentes por completo de poesía y poetas que jamás han escrito una sola línea.

—Se compaginan bien la urgencia de las ilustraciones periodísticas con la pausada composición poética.

No sólo se compaginan bien, sino que se enriquecen mutuamente. En cualquier actividad creativa las rutinas conducen al adocenamiento. Está bien establecer rutinas de trabajo en una actividad a largo plazo si se quiere obtener resultados,  pero en cuanto a la parte creativa hay que estar siempre cambiando el paso, nutriéndose de lo nuevo, lo inesperado.

—Luis Alberto de Cuenca calificó a “Gran Sur”, de libro muy intenso al estilo de “Residencia en la Tierra”.

Luis Alberto de Cuenca ha demostrado ser terriblemente perspicaz y asumo la influencia de Neruda ¡Cómo no! Neruda es, quizá, el poeta que más ha influido en las generaciones posteriores. Lo que Neruda, como todo gran escritor nos enseña, no es a seguir su estela sino a buscar los límites del lenguaje, hasta dónde es posible forzar las palabras, hasta dónde es posible llegar. Esto, creo yo, es lo más estimulante para un escritor. Para mí han sido de gran importancia, también, el Lorca surrealista de Poeta en Nueva York o el Dámaso Alonso de Hijos de la ira. Por otra parte, mis fuentes son muy dispares como los escritores de la generación Beat, la prosa de William Burroughs o J.G. Ballard, el cine, la ciencia-ficción…

—Aunque sea una pregunta manida ¿qué va a encontrar el lector en Gran Sur?

Gran Sur es un poemario escrito a lo largo de los dos últimos años. En él laten experiencias vividas en ese tiempo y otras anteriores con el escenario de fondo de las ciudades dormitorio del Sur de Madrid, aunque la situación geográfica es fácilmente extensible al área metopolitana de cualquier gran ciudad. En todo caso ha sido un periodo tan afortunado por unas razones como desgraciado por otras, de ahí, quizá, ese tono tan intenso al que aludía Luis Alberto. Tomé la mayor parte de las notas a bordo de trenes, metros y autobuses porque me interesaba estar lo más cerca posible de la realidad. Sin embargo, algunos poemas adquieren tintes alucinados, quizá porque la propia realidad está ya distorsionada cuando llega a nuestros sentidos.

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—¿Qué supone para usted este premio, el Eladio Cabañero de poesía?

Con un premio recibes el aval de un jurado compuesto por autores de reconocido prestigio, autores a los que has leído y en cuyo criterio confías. Que seleccionen tu poemario entre varios cientos supone una gran inyección de moral y a la vez una carga de responsabilidad de cara a proyectos futuros. Este premio, además, lleva el nombre de un poeta al que admiro.

—El escritor que da nombre al galardón, el albañil poeta, o al revés… ¿le gusta?

Comparto con Eladio Cabañero la circunstancia del escritor autodidacta. En su caso, además, escribir en España en la posguerra debía de ser una actividad algo más que comprometida. “Niño de la guerra”, hijo de padre socialista, albañil…etc. Imagino que los obstáculos personales y sociales que tuvo que superar no fueron los mismos que, pongamos por caso, los de un poeta apoyado por su fortuna familiar o los del hijo de un alto funcionario del Régimen. Su mérito es claramente superior y además ha sido injustamente olvidado en algunas antologías de su generación, la del 50. Pero su valor como poeta está más allá de ese tipo de desventajas. Leyendo sus poemas uno advierte el tipo de inteligencia, el tipo de sensibilidad innata para la observación del mundo que no puede alcanzar el simple erudito. Me gusta su intensidad sin altisonancias, el tono conversacional, la presencia constante del tema de la infancia, su franqueza, su capacidad de hacer que nos veamos concernidos por su peripecia, como cuando escribe:

« […] aquí estoy viendo el viento que arrastra los papeles humildes por las calles, a punto de estar solo para siempre.»

Por todo esto puedo decir que me enorgullece haber ganado un premio con su nombre.

—Por cierto, ¿conoce Tomelloso?

Ahora es cuando digo que no y quedo fatal, pero qué le vamos a hacer. Lo cierto es que ésta será una ocasión excelente para pasear por sus calles por primera vez y disfrutarlas.

—Aquí tiene un compañero de plumillas y rotuladores, José Luis Cabañas.

Sí, desde luego, José Luis Cabañas, amigo y compañero de profesión. Lo conocí hace muchos años cuando ambos colaborábamos con la editorial Altea ilustrando libros infantiles. Me pareció un gran tipo, con mucho sentido del humor. De hecho, su estilo es tendente a la sátira y la caricatura. Es uno de los ilustradores de prensa más notables de éste país y con larga trayectoria en los medios.

—Citando de nuevo al jurado, éste aseguraba que Toño Benavides puede llegar a ser un poeta de los más importantes de la actualidad…

No sé qué puedo añadir yo a esto, salvo que estoy muy agradecido por esas palabras porque son un feedback que cualquier escritor necesita.

—¿Cómo se presenta su  futuro literario?

Pese a las iniciativas institucinales para fomentar la creación literaria como el presente caso del Ayuntamiento de Tomelloso, ningún escritor que esté en sus cabales se plantearía con optimismo su futuro literario en un país como éste donde cada vez más gente alardea de lo poco que ha leído y donde se venden proporcionalmente muchos menos libros que en el resto de Europa. Ahora, para mayor agravio, no sea que a los ciudadanos les dé por leer… se grava la compra de libros por Real Decreto veraniego, así como el préstamo por parte de las bibliotecas. Extraña forma de crear lectores. No parece que pinten oros en este terreno. En cuanto a mi actitud personal, yo no paro de escribir y cada vez veo más cosas que quiero contar.

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