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Cosidó dice que la detención en Illescas de un “cocinero” de cocaína evita una importante producción de esta droga

Cosido Toledo

El director general de la Policía, Ignacio Cosidó, ha destacado que el desmantelamiento de un laboratorio de cocaína «bastante sofisticado» en la localidad toledana de Illescas y la detención de un colombiano químico muy especializado en la obtención de esta sustancia –conocido como cocinero– ha evitado que de esta fábrica clandestina saliese «una importante producción de este tipo de droga a todo el país».

Diputación de Ciudad Real

En rueda de prensa, el director general de la Policía, que ha dado cuenta de la operación, ha felicitado el «extraordinario trabajo de unidades que han trabajado de la UDICO», que han favorecido la intervención de 22 kilogramos de esta sustancia, 5.829 litros de productos químicos para generarla y cerca de 400 kilogramos de diferentes sustancias precursoras distribuidas en diferentes envases. Se ha detenido a otras cuatro personas más de nacionalidad española.

De su lado, el jefe de la Brigada de Estupefacientes de la UDICO, Ricardo Toro, tras explicar que las organizaciones colombianas eligen España para montar laboratorios de cocaína, ha indicado que el desmantelado en Illescas era uno de los más importantes, pues tenía una gran capacidad de producción.

De igual modo, ha apuntado que la sustancia que salía de este laboratorio situado en dos chalés contiguos de Illescas no había sido secada ni prensada, lo que demuestra que iba a ser traspasada al por mayor a otra organización, pues requería de otros procesos de adulteración y corte antes de salir al mercado.

OPERACIÓN

Inma Delgado Fotografía New Born

Las indagaciones se iniciaron sobre un grupo dedicado a distribuir cocaína desde Madrid a otras de ciudades de España. Fruto de las primeras pesquisas, se localizó a un ciudadano colombiano del que se sabía que llevaba tiempo en el país, trabajando como «cocinero» en laboratorios clandestinos para distintas organizaciones de narcos.

También se averiguó que actualmente este sujeto estaba vinculado a un grupo de traficantes asentado en las provincias de Madrid y Toledo, quienes además de facilitar el estupefaciente, se encargaban de toda la infraestructura necesaria para albergar el laboratorio y los precursores necesarios para procesarla.

Durante la investigación se averiguó que la organización de narcos llevaba meses haciendo acopio de productos químicos como acetona, etil acetato, hexano y amoniaco entre otros. También se identificó a otros miembros de la banda y se hallaron indicios que apuntaban a que, después de un periodo de pruebas para extraer cocaína que venía disuelta o impregnada en distintos materiales, estaban obteniendo resultados positivos en el procesamiento del estupefaciente y en darle salida.

Una vez comprobados estos extremos, los esfuerzos se centraron en determinar la ubicación del laboratorio. Durante esta tarea se comprobaron las extremas medidas de seguridad adoptadas por los investigados. A pesar de ellas, los agentes localizaron dos chalés que el grupo había adquirido en la localidad toledana de Illescas con el objetivo de almacenar los productos químicos destinados al tratamiento de la cocaína y para alojar a las personas que custodiaban la droga.

Una vez localizadas las viviendas donde podían estar procesando la cocaína, se llevaron a cabo dos registros con el apoyo del GEO. En el interior de un de los domicilios se ubicaba el laboratorio, donde se intervinieron 22 kilogramos de cocaína, 5.820 litros de productos químicos contenidos en garrafas, 375 kilogramos de distintos productos químicos (manitol, potasio permanganato, cafeína, tetracaína clohidratada, calcio cloruro, tetramisol y procaína), dos prensas hidráulicas, una prensa de madera y dos máquinas para la extracción de líquidos, una escopeta, un revólver, un cargador de una pistola y munición.

Con anterioridad a los registros fueron arrestados el «cocinero» y otros cuatro integrantes de la organización que desarrollaban diferentes labores.

Según la policía, tal era la desconfianza que mostraban los responsables de custodiar el laboratorio clandestino que protegían con dos perros muy agresivos, que días antes de la intervención policial, recelaban de los empleados dedicados a la recogida de basuras en la zona, debido a que estos portaban mochilas y miraban demasiado a los chalés de los narcos.

La investigación ha sido desarrollada por agentes del Greco Galicia y de la Sección Tercera de la Brigada Central de Estupefacientes de la UDYCO Central de la CGPJ, con la colaboración de la Brigada de Apoyo de la CGPJ, el GEO y la Comisaría General de Policía Científica.

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