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Santiago no mata-moros, por Joaquín Patón Pardina

Santiago no mata-moros, por Joaquín Patón Pardina

Una de las fiestas asiduas del verano en casi todos los pueblos de España junto con la de San Juan (Bautista) y la Virgen del Carmen es la de Santiago el apóstol (llamado el Mayor para distinguirlo del otro Santiago también discípulo del Señor) que se celebra el 25 de julio, reconocido en España como patrono. Datos fiables de él en los evangelios lo hermanan con Juan, a los dos los llama Jesús “Los Boanerges”. Marcos narra: “…a Santiago hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Santiago, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges, es decir, Hijos del trueno“.(Mc. 3,17)

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También es interesante el episodio donde pretenden colocarse en los mejores puestos en un más que hipotético reino imaginado por ellos interpretando a su gusto la predicación de Jesús, posiblemente ellos no se atrevieran a pedirlo directamente, pero ahí está la madre solucionando la situación de rubor y echando cara a asunto…”Entonces se acercó a Él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Di que estos dos hijos míos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda” (Mt, 20-28). Queda claro que la buena mujer no sabía a ciencia cierta lo que pedía. Había imaginado el Reino de Dios como los reinos de su tiempo donde no faltaban recomendaciones, favoritismos, acomodos, etc. Quería “enchufar” a sus hijos en un buen puesto, y cuál mejor que cerca del mismo Jesús.

Santiago muere decapitado por orden del rey Herodes Agripa I entorno a los años 41-44, por predicar la llegada del Reino de Dios como les había indicado el Señor; narra el hecho Lucas en “Los Hechos de los Apóstoles” (Hch. 12,2 y ss).

En cuanto a las leyendas y tradiciones sobre Santiago disponemos de una reconociendo la evangelización de España y encuentro con la Virgen María en Zaragoza y otra más sobre el traslado de los restos mortales desde Jerusalén hasta la ciudad de Santiago de Compostela en España. No hago valoración alguna sobre la veracidad de estas tradiciones porque no tengo datos suficientemente fiables.

A ciertas representaciones icónicas de este apóstol se les da el nombre de Santiago Matamoros como lo describen en las crónicas medievales, según las cuales intervino milagrosamente en favor de los cristianos durante la Batalla de Clavijo (23 de mayo del año 844), librada entre Ramiro I de Asturias y los musulmanes.

Estas estatuas de Santiago nos lo muestran, como sabemos, subido a un caballo encabritado, con una espada en la mano y en el suelo a punto de ser pataleados por el equino dos o tres personas, que por sus rasgos reconocemos, siempre según la representación, como moros. A modo de anécdota he de decir que en la iglesia de Guardamar del Segura, ciudad de la provincia de Alicante) a alguna mente lúcida se le ocurrió cambiar la espada del jinete por una cruz.

Si ya es una aberración mayúscula representar a un Apóstol (mensajero del Amor) matando a los que no son de su religión con un arma de su tiempo, ahora se multiplica a la enésima potencia, porque no es la espada con la que mata, es con la cruz.

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Estamos de acuerdo en reconocerlas como representaciones de la Edad Media por lo tanto respetables en cuanto históricas, pero totalmente denigrantes, fuera de lugar hoy y calamitosas para los que nos sentimos “aficionados-cristianos”. Para mí son un insulto, una vuelta a querer colocar el favor de Dios del lado de unas gentes en contra de otras; representaciones religiosas insultantes.

Es otro pequeño detalle de la necesidad de limpiar nuestras muestras religiosas de lo que un día fue solo una treta bélica para levantar el ánimo en la reconquista de un territorio por un rey que era más político que cristiano.

Santiago y Juan “Los Boanerges”, buscadores del Mesías, pescadores de profesión. Fuertes en sus convicciones como rocas (al estilo de la otra Roca=Pedro). Decididos a dejar el trabajo que les da de comer por seguir al Señor. Marineros del Tiberiades convertidos en testigos del Mensaje de Dios. Truenos estallando en compromisos del Espíritu. Buenas personas a carta cabal.

Santiago que no se arredra en arriesgar la vida en testimonio del Maestro. Santiago que hierve dando testimonio de su Cristo Resucitado.            Santiago que proclama a voz en grito ¡Es el Señor y está vivo!

Un día el Maestro dijo a sus amigos (apóstoles -Boanerges incluidos-, discípulas y a otra  mucha gente) que lo seguían: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio”. (Mc. 16,15).

Hoy Santiago sigue atrayendo hasta lo que dicen  es su tumba a millones de peregrinos de todas las lenguas, razas, culturas, intereses, pretensiones… para vivir experiencias de hermandad, de vida espiritual, de amistades fraternas, de encuentros con la naturaleza, de presencias de Dios.

Santiago después de veinte siglos sigue evangelizando, no hace prosélitos, convence, no afilia a ninguna religión. Transforma personas desde el amor y el testimonio de unas personas para con otras, por el camino…, andando…, poco a poco…, con sol y nubes, con truenos y relámpagos, con caricias y besos, con pies cansados como aquellos de la Cena de despedida. Con el Pan compartido entre traiciones y fidelidades hasta el final.

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