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lunes, 22 julio

Orgulloso de mi “CV”

Artículo de Juan Muñoz Ortega, miembro del Club Triatlón Tomelloso

Quiero dedicar esta experiencia vivida a mis hijas Claudia & Vega “CV”, son la parte más importante y valiosa de mó.

Todo empezó en diciembre 2021, con el típico «¡no hay narices!», e hicimos la inscripción para la aventura de la Alpi 4000.

Super Brevet de larga distancia de casi 1.500 km con +24.000 de desnivel con un tiempo máximo de realización de 150 horas, la cual discurre por el norte de la bella Italia.

Los números intimidaban a priori, 250 km y +4000 desnivel de media al día (mejor no pensarlo mucho). Estábamos inscritos solo 260 locos que representábamos los cinco continentes. Ha sido una aventura internacional preciosa, con una atmósfera maravillosa comunicándonos en inglés y aprendiendo italiano conforme avanzaban los días.

Ahora a las carreras de larga distancia se las llaman Brevet, es un término derivado del francés, que se puede traducir como patente, certificado o licencia. Los brevets son etapas de ciclismo de ruta de gran fondo (mínimo 200 km) no competitivos, que se realizan en carreteras abiertas al tráfico y que se han de completar en un tiempo máximo prefijado.

Es curioso, porque mis últimos 26 años he arrancado las vacaciones montado encima de la bicicleta con mi tío, recorriendo la península ibérica, conociendo su geografía, gastronomía, cultura y sus gentes. Eligiendo como destino un punto de mar, donde reunirnos con la familia y donde pasar unos día de vacaciones, y siempre lo hemos llamado salida con la bicicleta y las alforjas. Pero ahora, como os comento, se llama Brevet y bike packing, que “cool” que nos hemos vuelto.

Han sido muchas horas de preparación del viaje, pero finalmente cogimos un avión y nos plantamos en Milán. Allí nos esperaba un transfer que nos llevaba a Bormio, de donde salió la aventura (sábado 25 julio a las 06:00 a.m.). Antes tuvimos la suerte de disfrutar del Lago di Como de camino a Bormio (sitio mágico donde los haya, escenario de muchas películas, por ejemplo Star Wars).

Bormio es uno de los paraísos ciclistas a nivel mundial, enclavado en medio de las montañas Italiano-Suizas más imponentes. Allí podemos encontrar la zona de Mazzo di Valtellina (donde arranca la subida de la vertiente más dura del Mortirolo, con sus 13 km de ascensión, casi 11 % de pendiente media, consiguiendo casi 1.300 de ascensión acumulada). Hermanada con Pola de Lena, en la comarca de Riosa (Asturias), donde encontramos en un radio de 30 km los puertos más bellos y duros de la geografía española; por ejemplo Cordal, Gamoniteiro, Gamonal, Cubillas o Anglirú, entre otros. Con todos los respetos a nuestra tierra, Bormio es como Pola de Lena pero multiplicado por 3. Sinceramente, la zona intimida.

Nunca se está preparado para un reto de este nivel. El trabajo y la familia mandan, aunque hemos madrugado alguna que otra vez este invierno y primavera para poder llegar con ilusión, ganas y un mínimo de preparación. 

Conforme pasan los años, me noto que cada vez me atraen más los retos y lo desconocido. Un espíritu aventurero y explorador que creo que he heredado de mi abuelo Félix.

Por el camino, durante el 2022, hemos testeado el cuerpo, realizando la primera brevet a Jadraque de 200 km, una segunda brevet de 300 km a Atienza. Todo ello seguido de una tercera brevet desde Astorga de 1000 km, en 75 horas (con tirada de 490 km del tirón con nocturna incluida) para finalizar con la SR (brevet especial) en Masegoso (Valencia) de 620 km con +13.000 desnivel, en 60 horas, acompañados de la primera ola de calor.

Esta aventura la hice con mi amigo Rufino, apasionado de la larga distancia, excelente mecánico y con una cabeza más dura que una piedra. Me recuerda en cierto modo a mi gran amigo Manolo Carrasco, que el covid se lo llevó. Unos pedales durante la aventura han sido para ti, por lo bien que nos tratabas, siempre liándonos para hacer alguna marcha guapa de las tuyas aprovechando la luna llena. Cómo se te echa de menos, amigo.

El recorrido de la aventura ha discurrido por los picos más emblemáticos de los Alpes Italianos-Suizos, todos ellos protagonistas en las diferentes ediciones del Giro de Italia. Paso de Gavia, Mortirolo o Madonna de Ghisallo, particularmente venerada por los ciclistas. En 1948 el papa Pío XII la proclamó Patrona universal de los ciclistas. Una antorcha bendecida por el Papa, fue llevada de Roma hasta el santuario por una comitiva de la que los dos últimos relevistas fueron Gino Bartali y Fausto Coppi).

Biella, Santuario Oropa, Colle de Nivolet (posiblemente el paraje más enigmático y cargado de energía de toda la aventura), Colle Finestre (18 km de ascensión, con 8 últimos km de tierra), Colle Sestriere, Paso Tre Termoine, Cocca di Lodrino, Sella di Preone, Paso de San Rocco, Lago Molveno, Paso Palade. Finalizando con mi puerto preferido, el sueño de cualquier ciclista: Stelvio con sus 25 km, coronando la cima Coppi casi a 3000 metros de altura, donde podremos contemplar su estación de esquí, la cual está abierta 10 de los 12 meses del año, única en Europa. Siendo en el pasado protagonista como montaña estratégica militar entre Italia y Suiza, que personalmente me tiene enamorado por diferentes razones. Además de pasar por sitios de una belleza extrema, como han sido Lago di Como, Lago Maggiore, Lago d´Iseo o el infinito Lago di Garda. ¡Qué buena presentación al mundo de la bella y potente Italia! ¡Bravísimo a la organización de la Alpi 4000!

Me siento eternamente afortunado de conocer rincones mágicos, de ciencia ficción, gracias al trayecto de la Alpi 4000. Lugares que incluso la mayoría de los italianos ni conocen. Montar en bicicleta es duro, pero lo que te regala a través de los cinco sentidos compensa de sobra ese sufrimiento. Por ello aprovecho para lanzar un mensaje al mundo, al vacío, a las organizaciones, a la gente con poder: cuidemos este planeta, nuestra naturaleza, no somos nadie sin ella. Si empezamos ya, seremos capaces de conservarla y protegerla. Es nuestra responsabilidad para que las próximas generaciones, nuestros hijos, se deleiten y se maravillen con este mundo que nos han regalado, al igual que lo estamos disfrutando nosotros.

Pero el principal motivo por el cual me embarqué en este viaje, es porque quería dedicar esta experiencia a Vega & Claudia, mis hijas de 8 y 5 años.

Hace dos años, tuve un pequeño susto, que gracias a Dios, quedo en eso, un susto. En esos momentos, como padre, se te pasan muchas cosas por la cabeza. Por ello, quiero dejarles escritas a mis hijas unas palabras, para que conforme se hagan mayores las tengan presentes en sus vidas y en sus decisiones.

Cuando me apunté a esta prueba, la mayoría de la gente me decía “estás loco, no es posible para una persona que no se dedica a esto”. El realizar esta prueba, además de la satisfacción personal y del disfrute que anteriormente he comentado, lo he querido enfocar como una lección a transmitir a mis hijas.

A mis hijas, Claudia y Vega, quiero decirles que nada es imposible, que nadie os diga lo que se puede o no hacer. Perseguid vuestros sueños, “creaos” vuestros propios sueños. En esta vida, todo es posible si trabajas por ello. Con esfuerzo, pasión, emoción, ilusión, estrategia, flexibilidad, resilencia, siendo honesto, buena persona y un poquito de suerte (como dicen mis padres) todo es posible.

Luchad por aquello que améis. Amad todo lo que hagáis. Sed un poco locas, inconscientes, vivid vuestra vida como la sintáis, porque solo tenéis una; yo os apoyaré SIEMPRE en todo. Las cosas no siempre van a salir como uno quiere, pero es mucho más importante disfrutar del viaje, que vivir pensando en el destino. Aprended a vivir el día a día y valoradlo como si fuera el último, como hace la hija de mi hermano Félix, Mar (Marita como le decimos cariñosamente en casa), ejemplo en la familia de superación y ganas de “beberse” la vida como si no hubiera un mañana.

Gracias a todas las personas que de una u otra manera me han ayudado a poder disfrutar de este gran espectáculo deportivo y vivencia personal que nunca olvidaré. Gracias a mi familia, gracias a mis amigos del Club Triatlón Tomelloso, que siempre tienen unas palabras de aliento y diversión en todo lo que hacemos, y a mi amigo y mecánico Óscar.

Gracias Alpi, gracias Bormio y su gente. Ah, por si alguno se lo pregunta, SÍ, conseguimos acabar la aventura en 149 horas. Estuvimos paladeando una media de 16 horas al día. ¡He visto, oído, sentido, gustado y olido Italia por los cinco sentidos!

Bella Italia, siempre te llevaré en mi corazón.

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