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sábado, 16 noviembre
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¿Cuánta indignidad seremos capaces de soportar?

Con las lágrimas pugnando por superar la frontera del lagrimal, me pongo frente al teclado, intentando de esta forma, canalizar ante el folio virtual del procesador de textos el torrente de indignación que corre en mi interior. ¿Como hemos llegado hasta aquí?, y lo más perturbador ¿cómo vamos a salir de esta encrucijada?

Contestando a la primera interrogante, hasta aquí nos ha traído la incompetencia y negligencia de nuestros dirigentes, que no líderes. En la categoría de “nuestros dirigentes” incluyo no solo a la caterva que nos gobierna en este país, sino a todos los que en la actualidad (salvando algunas excepciones) juegan (unas veces desde el gobierno, otras desde la oposición, siempre parasitando al sistema), con nuestros destinos a nivel global. Desde el Emperador Trump hasta nuestro nunca suficientemente valorado presidente Sanchez, pasando por toda la recua de insignes dirigentes del orden mundial. Nuestros dirigentes, acostumbrados como están desde la tierna infancia, a no actuar, sino a que actúe el tiempo, no han querido/sabido ver la magnitud de la tragedia que se nos venía encima y que nos está masacrando y esquilmando como si fuéramos vulgares chinches. No la han querido/sabido ver porque estos miserables que juegan, sin importarle lo más mínimo, con nuestras vidas y haciendas estaban más pendientes, según los casos, del año nuevo chino, de los carnavales o del día de la mujer y de hacernos ver que “esta nueva gripe” no nos afectaría, en opinión de los expertos.

Merece la pena detenernos un momento en “los expertos”. Mejor deberían decir “nuestros expertos”. Me cuesta creer que el nivel de los científicos españoles sean del nivel mostrado por el Doctor Simón (me suena esa cara) quien, tras ser preguntado en rueda de prensa si recomienda o no asistir al evento (manifestación del Día Internacional de la Mujer) en plena expansión del coronavirus, se despachó, en un alarde de “conocimientos científicos” con la siguiente frase para la posteridad y transmisión de sabiduría a las generaciones venideras «Si mi hijo me pregunta si puede ir le diré que haga lo que quiera» que (me imagino) sonrojarían y avergonzarían a la comunidad científica en general. Si este “experto”, director, nada menos que del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, es uno de los que nos tiene proteger de la pandemia, apaga y vámonos. O mejor, “líbrame Señor de mis amigos, que de mis enemigos ya me cuido yo”.

Y finalmente, ¿cómo saldremos de está? Desde luego que no gracias a nuestros dirigentes. Saldremos, seguro, gracias a la potencia y generosidad en el esfuerzo de la Sociedad Civil que, dejándose en el empeño muchos girones de la piel será capaz a pesar de sus políticos (sean del color que sean y con muy escasas excepciones) de organizarse para, por un lado, contener la pandemia y, finalmente, vencerla. Ahí están los ejemplos de los sanitarios que protegidos hasta con bolsas de basura, luchan en el frente de batalla contra el “bicho”, ahí están las empresas que han cambiado su producción para dedicarla al “esfuerzo de guerra” y aportar a la sociedad, armas para luchar eficientemente contra la epidemia (hidrogeles, mascarillas, respiradores, pantallas protectoras, etc.) enfrentándose en este empeño a la estéril burocracia de los políticos y sus homologaciones y, por último, ahí estamos los demás, sufriendo con disciplina espartana un confinamiento como no se había visto hasta ahora (por duración y por volumen de personas) en la historia de la humanidad. Viendo esta respuesta de la sociedad, algún dirigente debería pensar en marcharse a casa pero, sin duda, la indignidad que les caracteriza les hará mantenerse en su puesto, como si la que esta cayendo no fuera con ellos. La cuestión estriba en el nivel que seamos capaces de soportar nosotros la indignidad de nuestros políticos.

Ahora toca salir de la crisis sanitaria, pero en el futuro deberíamos tener muy presente el comportamiento de esta casta que nos dirige y exigir la total renovación de los partidos y de sus dirigentes. Una vez superada la crisis sanitaria, deberemos superar la crisis económica derivada de ella, que será mucho más profunda, duradera y cruda que la anterior de 2007. Y estos mezquinos dirigentes no serán capaces.

D. Lara

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