Daniel María es el ganador de del premio del XXI Certamen Artículo Periodístico “Juan Torres Grueso” por el artículo titulado “El año de Cervantes” publicado en la revista digital “La Tarántula”. Daniel Vicente Hernández María, de La Gomera, es actor, escritor y guionista. Colabora en Tarántula, Fogal, Revista de la Academia Canaria de la Lengua, Qué Leer y El Perseguidor, entre otros medios.
En 2013 obtuvo el Premio Paco Rabal de Periodismo Cultural Joven Promesa y el Premio de Periodismo Leoncio Rodríguez. Autor de los poemarios Hilo de cometa (2009) y Flor que nace en los raíles (2015), El libro de cuentos (De)función cómica (2009), El Estudio El caso de la película imposible: El extraño viaje (2011) y las novelas El hombre que ama a Gene Tierney (2013), Premio de Edición Benito Pérez Armas, y Un crimen lejos de París (2014). Posee, entre otros, el Premio Internacional Jóvenes de la Macaronesia de Poesía (2005) y el Premio Félix Francisco Casanova de Poesía (2007).
PREGUNTA: —La primera pregunta va a ser a bocajarro, ¿por qué Cervantes situó al Quijote en La Mancha?
REPUESTA: —Supongo que la hidalguía de don Quijote necesitaba de un espacio aislado, donde sus lecturas apasionadas encontraran la paz y el sosiego que le permitieran crear su mundo tan libre, aunque no faltó quien dudara de su cordura.
P: —¿No le parece que es una pena que en España se esté dejando pasar sin pena ni gloria el IV Centenario de la muerte de Cervantes? ¿A qué cree que se debe?
R: —La pena, en este caso, es la antesala de la decepción. Se debe, sobre todo, a que la comunidad política está formada, en gran medida, por esa masa no lectora que tenemos en España; y de entre esa mesa, qué duda cabe, la peor es la que nos gobierna.
P: —En “El año de Cervantes” dice usted que en La Mancha hay dos modos de vivir la lectura…
R: —Me refiero a que se puede leer en La Mancha con los ojos en el libro o adentrándose en su paisaje. Es lo mismo que le ocurrió a don Quijote. Para vivir la aventura de sus lecturas se lanzó al paisaje de La Mancha.
P: —En el artículo destaca a un tomellosero ilustre, José López Martínez.
R: —Me parece encomiable dedicar parte de la vida a ofrecer lecturas e investigaciones en torno al Quijote. Eso demuestra su pasión y su inagotable fascinación por la obra. Admiro a los humanistas, y López Martínez es uno de ellos.
P: —Una cuestión tópica, ¿qué ha supuesto para usted el premio Juan Torres Grueso de periodismo?
R: —Supone, como todo galardón, un impulso importante. El oficio de la escritura es una labor solitaria, que exige cierto aislamiento, y ver recompensado el esfuerzo es muy grato. Estaré siempre agradecido a los miembros del jurado y al Ayto. de Tomelloso por continuar convocando el premio.
P: —Por cierto, ¿sabe quién era Juan Torres Grueso?
R: —Reconozco que hasta encontrar las bases del premio no sabía quién era. Pero enseguida busqué referencias suyas. Nunca me presento a un premio, sobre todo si lleva el nombre de alguien, sin estar seguro de que la trayectoria de esa persona puede tener alguna correspondencia con mis inquietudes o sensibilidad. Lo primero que me atrajo de Torres Grueso es que escribió en periódicos y era poeta, como es mi caso. Luego, al leer algunos textos suyos, me convencí. Solo por ese verso de Torres Grueso que dice “la nostalgia del aire / sin aire, que no llega“, me honra mucho haber sido premiado con su nombre.
P: —¿Conoce Tomelloso?
R: —Todavía no, pero esta oportunidad la voy a aprovechar muy bien.
P: —La ciudad tiene fama de ser una suerte de Parnaso, hay artistas y escritores como en ningún lugar, o eso dicen.
R: —Y tienen razón: Torres Grueso, López Martínez, Eladio Cabañero, Antonio López (tío y sobrino), García Pavón… La lista continúa, y solo con los nombrados ya es asombroso el talento.
P: —¿Qué le parece que nuestra ciudad haya mantenido durante 66 años esta celebración a las artes que es la Fiesta de las Letras?
R: —Me parece una heroicidad. Me alegra formar parte de ella en esta edición.
P: —Periodismo, poesía, narrativa, le da a todos los palos. ¿En cuál se encuentra más cómodo?
R: —Cómodo me encuentro en todos, pero creo, o al menos esa es mi actitud, que soy un poeta que hace otras cosas: narra, cuenta, interpreta, investiga, analiza, lee…
P: —¿Nos puede contar cuáles son sus proyectos más inmediatos?
R: —El más inmediato es la publicación en septiembre, en la editorial Baile del Sol, de El misterio de los filiichristi de Agulo. Se trata de una investigación, en la que he estado inmerso dos años, sobre los filiichriti, una congregación teosófica que surgió en mi pueblo, Agulo (La Gomera), en los años veinte del pasado siglo. Escribieron novelas, poemarios y artículos donde reflejaron su interés por las ciencias ocultas, el esoterismo, la masonería, la sabiduría oriental… Tras casi noventa años olvidados, he podido rescatar sus obras, sus avatares y destinos. Una historia que bien podría haber sido una novela, y que estoy ansioso por compartir con el público.
P: —A pesar de la distancia, ¿vendrá a Tomelloso el 30 de agosto?
R: —Sí, estaré en la gala y disfrutaré de la ciudad. Quiero expresar públicamente mi agradecimiento al pueblo de Tomelloso, que tan generoso ha sido conmigo.