A lo largo de nuestra vida, convivir con los demás en el ámbito personal, laboral, famiiar, de amistad, etc. puede plantearnos fricciones, conflictos o problemas. Esto nos sucede a todos y es natural, pero a veces nos sentimos incapaces de abordar una conversación o enfrentarnos a una determinada persona para dar nuestro punto de vista, defender un derecho, decir no, etc. De alguna manera, nos vemos desprovistos de herramientas, las emociones nos superan, no sabemos cómo hacerlo o nos da miedo. El ser humano tiene, principalmente, tres maneras de actuar ante estas situaciones:
– Lucha (estilo agresivo).
Defenderse sin argumentos. Imponer.
Son ejemplos típicos de este tipo de conducta la pelea, la acusación y la amenaza y, en general, todas aquellas actividades que signifiquen agredir a los demás sin tener para nada en cuenta sus sentimientos.
La ventaja que tiene esta conducta, a corto plazo, es que la gente no “pisa” a la persona agresiva que impone sus opiniones, criterios y decisiones, aunque a medio y largo plazo, nadie quiere tenerla cerca, resulta desagradable.
– Huída (estilo pasivo).
Asumir lo que los demás digan o hagan por uno mismo, sin manifestar lo que se piensa o quiere. Callarse, como popularmente se dice “tragar”. Es propio de personas sumisas, que permite que los demás les “pisen”, no defienden sus intereses o ideas. Siempre ceden aunque, en el fondo, deseen otra cosa.
La ventaja es que, raramente, reciben un rechazo directo por parte de los demás, resultan muy “cómodas”. La desventaja es que, a medio y largo plazo” los demás se aprovechan de ellos y acaban por acumular una pesada carga de frustración, resentimiento e irritación.
– Asertividad (estilo asertivo).
Abordar la conversación adecuadamente, ordenando las ideas, emociones propias, pensamientos y encontrando las palabras adecuadas para expresarlo. La asertividad sería la capacidad de una persona para transmitir a los demás sus posturas, opiniones, creencias, sentimientos, etc. de una manera eficaz y sin sentirse incómodo. La respuesta asertiva se hace de manera firme y convincente, ni su tono de voz, ni su estilo, ni su contenido verbal son hostiles.
El estilo asertivo es propio de personas que defienden sus propios intereses, expresan sus opiniones libremente y no permiten que los demás se aprovechen de ellos. Son consideradas y tienen en cuenta la forma de pensar y de sentir de los demás.
La ventaja de las personas asertivas es que obtienen lo que se desean sin ocasionar trastornos a los demás. Son justas y equilibradas.
A largo plazo, son personas a quienes los demás quieren tener cerca.
A la hora de expresarse de una manera asertiva hay ciertas cosas que hay que tener en cuenta, entre ellas:
• Es importante establecer un momento y lugar adecuados (para ambas partes) entre las personas que van a conversar. Una cafetería o lugar público ayuda a guardar las formas y mantener un tono de voz calmado.
• Hay que describir el comportamiento que molesta o la idea con que no se está de acuerdo de forma clara, concreta y ordenada. Antes hay que pararse a reflexionar.
• Del mismo modo, conviene ordenar los sentimientos propios y expresarlos de forma tranquila y directa, encontrando las palabras adecuadas.
• Hacer referencia a una situación o problema concreto, no a varios. ¡Recuerda! menos es más.
• Pedir cambios que sean razonables y lo suficientemente pequeños para no provocar resistencia. No pedir más de uno o dos cambios muy específicos cada vez que hablamos con una persona, si no, sentira que es a él o ella a quien quieres cambiar.
• Reforzar y valorar a nuestro interlocutor de forma explícita cuando diga cosas interesantes o acertadas. Se sentirá más cómodo.
A la hora de mostrarse asertivo, también hay que cuidar una serie de cosas que son igualmente importantes para que nuestro mensaje tenga la efectividad deseada. Son las siguientes:
• El contacto ocular; cuando se está hablando y todavía más cuando tratamos de reivindicar nuestros derechos hay que mantener el contacto visual con la otra persona, pero no de un modo desafiante, sino mostrando firmeza y comprensión.
• El tono emocional; debe ser firme, convincente y apropiado a la situación. La pasividad extrema y la falta de firmeza emocional o, en el polo opuesto, la hostilidad y la beligerancia constituyen ejemplos de afecto inadecuado.
• Los gestos (la conducta no verbal) que añade énfasis a las respuestas asertivas y da la impresión de mayor aplomo durante la interacción. La posición del cuerpo debe ser erguida y, en general, se debe transmitir ganas de escuchar y flexibilidad.
• La manera de hablar que ha de ser clara, audible y firme y no hablar en tono de lamentación.
Finalmente subrayamos una pequeña serie de derechos asertivos, entre los que se encuentran los siguientes:
• Tenemos derecho a decir NO (sin más).
• Tenemos derecho a juzgar nuestro propio comportamiento, nuestros pensamientos y nuestras emociones, y a tomar la responsabilidad de su iniciación y de sus consecuencias.
• Tenemos derecho a no dar razones o excusas (o las mínimas) para justificar nuestro comportamiento.
• Tenemos derecho a juzgar si nos incumbe o no la responsabilidad de encontrar soluciones para los problemas de otras personas.
• Tenemos derecho a cambiar de parecer u opinión.
• Tenemos derecho a cometer errores y ser responsables de ellos.
• Tenemos derecho a decir «no lo sé».
• Tenemos derecho a tomar decisiones ajenas a la lógica.
• Tenemos derecho a decir «no lo entiendo».