Carlitos nunca fue un buen estudiante, todos sus profesores coincidían en que era inteligente, resolutivo y solidario, pero también coincidían en su espíritu inquieto y su falta de estímulos. Como muchos chicos de su generación, estudió el bachillerato artístico creyendo que sería más fácil, el resultado fue, como en muchos casos, un malísimo expediente y la conclusión de que él —y otros cuantos como él—impidieron a los pocos alumnos con potencial, desarrollarse académicamente de una manera eficiente.
Después de eso intentó hacer un módulo de ebanistería, aunque se fumaba literalmente muchas clases junto a otros compañeros en una placita cercana. A pesar de ello terminó el módulo, pues aunque fuese muy pasota también era espabilado, luego lo intentó con distintos trabajos en los que no duraba más de un mes, lo justo para cobrar y pulirse el dinero en hachís y algún festival.
Pasados unos meses encontró un trabajo de montador de muebles de cocina, en el que duró más tiempo. Todos los lunes se marchaban el oficial experto y él a Alicante en un furgón cargado de tablas, herramienta y muebles, y volvían al pueblo los viernes. Su compañero era muy buen profesional, aunque dejaba a Carlitos muchas horas solo en el tajo mientras él se iba a algún bar cercano a tomarse un cubata y jugar un rato a las tragaperras.
Todos los viernes cuando volvían al pueblo su compañero y jefe paraba en un club de alterne que había en la autovía, y donde era bastante conocido. Mientras su superior pasaba un rato de refocile con una prostituta a la que le tenía afición, Carlitos se relajaba fumándose un porro, o dos, según fuese de prolongada la juerga sexual.
El punto de inflexión fue uno de esos viernes en los que Carlitos, después de su ejercicio relajante, a base de humo de cannabis, entró en el club y se acercó a su compañero que estaba sentado ante una máquina tragaperras, con la meretriz sentada encima de él, un cubata en una mano y un cigarrillo en la otra. Lleno de satisfacción, alimentando la voraz máquina de las cerezas y las sandías, le dijo a Carlitos con mucha vehemencia: “Tú lo que tienes que hacer es dejar las drogas, que los vicios son mú malos”- y después añadió: “fíjate en mí, yo nunca he fumao un porro en mi vida”