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viernes, 22 noviembre
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Amor de feria

«Me llamo Elena y soy de Barcelona, pero vengo todos los años para la feria a ver a mi prima”- Estaban en la caseta del tiro al pichón – nunca supe por que le llamaban así – su amigo Ramón y él, con esas dos bellezas. Ramón estaba coladito por la prima de Elena- Carmen, y fue la ocasión ideal para acercarse a ellas, ya que era la primera noche de fiestas, la que en el pueblo llaman “la noche de la pólvora”.

Era evidente que a las chicas también les gustaban ellos, ya que no tuvieron ningún reparo en subir por parejas a los coches de choque. Después hubo una especie de tour por el tren de la bruja, la noria, el barco pirata y la competición de bombarderos, en las que ganaron dos botellas de sidra que se bebieron con alegría en un banco de la zona más oscura del parque. Al despedirse quedaron para el día siguiente y se besaron en la mejilla rozándose tímidamente los labios.feria (1)

La noche siguiente fue parecida a la anterior, pero en todas las actividades las parejas estaban ya más perfiladas: Ramón y Carmen se gustaban en secreto desde hacía tiempo, y no ocultaban la atracción que sentían el uno por el otro; a mitad de la noche, y entre dos casetas, se besaron, y de vez en cuando se cogían las manos. Por su parte Antonio y Elena no paraban de reír y de hablar. Elena, acostumbrada al ambiente de una ciudad como Barcelona, jamás habría imaginado que en un pueblo podría encontrar a un chico como Antonio: Divertido, sensible, culto, y además no era feo. Antonio le hablaba de música rock, de literatura y de comix, y ella lo escuchaba y observaba con una mezcla de admiración y perplejidad.

Esa noche al despedirse se besaron; fue un pequeño beso de labios contra labios, que nada más separarse retornaron a un largo beso apasionado que llevaban guardado desde el día anterior. Quedaron en ir a la piscina al día siguiente. Allí en la piscina Ramón y él se sentían los reyes del mundo; tenían a su lado a las dos chicas más guapas de todo el pueblo. Ese orgullo se multiplicaba luego por las noches paseando con ellas por todo el recinto ferial, donde ya cogidos de la mano marcaban el territorio como machos alfa del lugar.

Así transcurrieron el resto de los días festivos locales, y por fin llegó el día grande: el último día de la feria. Lo planearon perfectamente, irían por la noche al baile de gala, después irían al chalet de los padres de Ramón, pues estos estaban en Benidorm de vacaciones. Las chicas ya habían dicho en casa que se quedarían a dormir en casa de una amiga. Ese día Antonio cumplía 17 años y Elena se marcharía al día siguiente.

La noche fue inolvidable. Era la primera vez que los cuatro acudían al mítico baile de gala y se pusieron muy elegantes. Elena estaba radiante y no se separó de Antonio en ningún momento, se sentían la pareja perfecta y despertaban en muchos algo de envidia. A las cuatro de la madrugada abandonaron el baile y se fueron al chalet de Ramón. Allí en el jardín, junto a la piscina y sobre el césped, en una noche eterna y efímera a la vez, hicieron torpemente el amor por primera vez en sus vidas y se juraron amor eterno.

La despedida fue dramáticamente rápida, pues la familia de las chicas se enteró de que no habían dormido donde habían dicho. Con la Feria acabó el verano y empezó la vendimia y el instituto. Los dos primeros meses Antonio y Elena se escribían dos cartas a la semana. Luego las cartas se volvieron más esporádicas. Llegó la feria del año siguiente pero Elena no vino al pueblo, y Antonio se “ferió” otra chica, pero ese año ya no fue igual. Pasaron varios años en los que Antonio, ya en la universidad, trabajaba los veranos en un chiringuito de la playa de Alicante y no estaba en el pueblo durante el verano. Cuando acabó la carrera volvió a ir de vacaciones al pueblo por la feria, y en una de estas se encontró con Elena, que le presento a su novio.

 Antonio sigue viniendo a su pueblo todos los años por la feria, vino con su primera mujer y ahora lo hace con la segunda. No volvió a ver más a Elena, pero cada vez que se pasea por el recinto ferial una extraña y amarga sensación le recorre el cuerpo, y siempre dice lo mismo: La feria es para la gente joven, ¡ellos sí que la disfrutan!

Manuel Buendía Pliego
Manuel Buendía Pliego
Persona inquieta y multidisciplinar. Artista plástico, profesor de dibujo y acuarela, diseñador, gastrónomo, y escritor aficionado. Ha publicado en distintos medios digitales varios relatos, también ha publicado un libro de microrrelatos junto a Carlos Naranjo, y está trabajando en varios proyectos editoriales.
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