Ojala el poder tuviese la misma sensibilidad por defender la vida de los que ya existen, como lo hace con la de los que podrían existir. A estas alturas tener que retomar el debate de en qué momento comienza la vida es absurdo, ya que la comunidad científica ha dejado de debatirlo hace tiempo porque se ha convertido en un tema ético-religioso, en el que las posiciones están bastante inmóviles, y según el devenir de la contienda las trincheras avanzan o retroceden. Es por eso que la sociedad ha dado por hecho que es un tema muy personal de cada individuo. El eterno debate sobre cuando empieza la vida sigue existiendo, y algunos, ya muy creciditos por los logros con éste gobierno, empiezan a proponer la ilegalización de todo tipo de anticonceptivos.
La misma institución que condenó a la hoguera a científicos por decir que la tierra giraba alrededor del sol. La misma que aún hoy sigue sin aceptar las teorías Darwinianas de la evolución, sigue sin escuchar a la comunidad científica y le dicta las leyes al gobierno de la nación con mediocres argumentos científico-éticos, ejerciendo un retroceso legislativo que nos conduce a la España más oscura.
Aunque no hay cifras fiables, se calcula que en los últimos treinta años en España han abortado unos cinco millones de mujeres, y estoy seguro que para todas ellas fue una decisión muy difícil de tomar, sin embargo lo hicieron en silencio, sin estridencias, sin poder compartir una experiencia traumática por el temor a ser estigmatizadas. Los cinco millones pueden ser seis, o quizá sean cuatro, pero de lo que no cabe ninguna duda es que en nuestra vida cotidiana, en los distintos entornos, estamos rodeados de mujeres que alguna vez abortaron, incluso en la iglesia, en la fila de la eucaristía.
Treinta y ocho años de intento democrático y dolorosas conquistas sociales han desaparecido por el sumidero putrefacto de la nostalgia, adonde el gobierno actual envía todas las conquistas sociales de las últimas décadas. Desgraciadamente, el derecho a la vida desaparece en el mismo momento que un bebé nace, porque es muy probable que en el hospital carezcan de los medios para sacarlo adelante, o porque su familia haya sido desahuciada de su vivienda. Puede llegar a subsistir durante un tiempo pero su derecho a la vida no estará garantizado con un salario mínimo, con una educación gratuita y universal, con un trabajo digno, etc.
UNICEF ha publicado un informe en el que dice que casi tres millones de niños en España viven en condiciones de pobreza extrema, es decir: con una sola comida diaria e incompleta, sin calefacción, en condiciones de hacinamiento, por tener que compartir la vivienda con muchas personas, e inmersos en la exclusión social y la marginación. No obstante los padres de esos niños decidieron libremente tenerlos, seguramente porque pensaban que el Estado en su omnipotente magnanimidad les protegería, en el peor de los casos, satisfaciéndoles sus necesidades mínimas.
Respeto todas las opiniones, incluso la de los mayores integristas religiosos, porque es simplemente eso, una opinión, pero no consiento que nadie me la imponga, porque mi opinión es igual de válida, e incluso más, ya que mi ética me hace ser tolerante con los que discrepan de mí. No consiento que quienes están arruinando la vida de la mayoría de los españoles, los que condenan a la miseria, a la exclusión social, a la muerte por falta de asistencia médica o social, y al suicidio por la desesperación y la impotencia, me impongan unos conceptos éticos propios, porque ellos carecen de toda ética.
La Iglesia Católica es la representante directa de las ideas de Cristo, y una parte importante de ésta está más preocupada por todo lo que tenga que ver con el sexo más que por todo lo que tiene que ver con la dignidad de las personas. Desde mi agnosticismo yo me quedo con la otra parte, la del amor al prójimo, la que está con los que sufren, pero condeno a esa otra que sólo trabaja por mantener sus privilegios y su poder, y les recuerdo que Cristo expulsó a los mercaderes del templo y que jamás condenó el sexo en ninguna de sus variantes.
Reivindico el derecho a la vida, ¡a una vida digna! con igualdad de oportunidades, a que una mujer pueda decidir sobre su cuerpo, sobre su futuro y sobre su dignidad. Si no quieren que las mujeres aborten, primero deben crear las condiciones favorables para ello, ya que una mujer embarazada está condenada, en la mayoría de los casos, al despido, pero el resto de su vida como madre será una torre de dificultades que lastrarán toda su existencia. También reivindico una vez más mi derecho a opinar distinto.
Espero que el próximo año 2014 se merezca haber nacido, ya que aún no es nada, sólo un concepto de medida del tiempo. Nos despedimos del 2013, deseando que jamás hubiera existido, esperando que los vientos nos sean favorables con la idea de que estamos tan abajo que sólo podemos ascender, y eso me recuerda el chiste del sacerdote que reprendía a un pobre tullido por blasfemar, amenazándole con el castigo divino, a lo que éste respondió: “pues no sé qué castigo me puede mandar dios ¿Cómo no me deje preñado?”.
A PESAR DE TODO, ¡FELIZ AÑO NUEVO!