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La tragedia de Kalémeras y su incierto final, por Manuel Buendía

ANFITRIÓN 004

Poco sabemos a ciencia cierta acerca de la mayoría de los personajes históricos de la antigua Grecia, pues incluso las obras de la mayoría de los autores helenos han llegado a nosotros a través de traducciones latinas y posteriores. Además debemos tener en cuenta que las obras literarias clásicas se alimentan de leyendas en las que la ficción ocupa una muy relevante influencia.

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La primera referencia acerca de Kalémeras la tenemos en una tragedia de un autor menor de la época helenística: Acceón de Pérgamo y la obra en cuestión es: Pitia. En el segundo acto de la obra, después de la descripción y presentación del Oráculo de Delfos, encontramos el siguiente fragmento:

Kalémeras: Oh  Apolo! Dios de la luz y la verdad. Yo que he recorrido todas las tierras conocidas desde Persia hasta las columnas de Heracles, allá donde se dice que estuvo la Atlántida. Yo que he luchado en cien batallas y recorrido los 7 mares, al igual que antes lo hicieron Odiseo, Jasón y el mismo Heracles. Heme aquí en tu templo de Delfos para rogarte que me ayudes a acabar con la maldición que tu padre Zeus lanzó sobre mí.

Entra la sacerdotisa Pitia.

Pitia: Bienvenido al templo del Oráculo forastero. Soy Pitia la sacerdotisa intérprete de los Augures.  ¿Has hecho el sacrificio a Apolo?  ¿Vienes limpio en tu cuerpo y en tu alma?

Kalémeras: Si Pitia! Sacrifiqué un ternero y dos cabras, liberé dos esclavos y he hecho mis abluciones en la fuente sagrada.

Pitia: Y dime: ¿quién eres?

K: Soy Kalémeras, el último rey de Creta si tu no lo remedias.

P: Te conozco Kalémeras, tu fama te precede, has tenido más de 100 esposas y concubinas. Tu promiscuidad es conocida en todas las islas del Egeo, en la Magna Grecia, en Tracia, Lidia y el Peloponeso. También sé que Zeus te maldijo porque no pudo yacer con una doncella Lidia de la que se había encaprichado y a la que tú seduciste. Sé que Zeus pidió a Deméter, la diosa de la fertilidad, que esterilizara a todas las mujeres Griegas que yacieran contigo y así privarte de la descendencia a tu trono. Y dime: ¿que quieres del Oráculo?

K: Me has ahorrado una larga explicación Pitia, y es por causa de esa maldición por la que aquí me encuentro hoy. Sé que Deméter en un acto de bondad dejó en su maldición una puerta abierta, pero no sé cuál es es esa puerta, por eso he venido aquí para que me ayudes a descifrar el lenguaje de los dioses. Me voy acercando a la vejez y Creta necesita un príncipe heredero. Te ruego que me ayudes Pitia!

P: Es difícil lo que pides, pero sé que has sido generoso con tu donativo.

K: Mil  Óbolos de oro y diez esclavas vírgenes.

P: Viniendo de ti tienen más valor las diez vírgenes que todo el oro de Iberia. Póstrate ante Apolo mientras consulto al Oráculo.

La sacerdotisa se acerca a la fuente del oráculo mientras suena un coro de voces femeninas. Se callan las voces y Pitia se acerca a Kalémeras.

P: Levanta rey de Creta, los dioses me han hablado! La maldición no tendrá efecto si te desposas con una doncella noble y virtuosa que no sea Griega.

K: Y donde encontraré esa Quimera, Pitia?

P: En la tierra de los iberos, la que los bárbaros llaman Hispania, más al norte del reino de los Tartessos hay una inmensa llanura poblada por unos bárbaros muy peculiares, los Bromianos. En el centro mismo del reino de los Bromianos en medio de unos montes llenos de tomillos, donde un oso habita, vive una princesa Bromiana, virtuosa, y noble, de grandes ojos. Su belleza y virtud son afamadas, acaba de cumplir 18 años y está pues sana y en edad fértil. Encamina tus naves hacia Iberia en busca del remedio a tu maldición Kalémeras, y que Poseidón te ayude en tu viaje.

K: Gracias Pitia! Tengo mis naves en el puerto preparadas para partir, el futuro de Creta está en mis manos.

No obstante también tenemos otra pista, esta vez de manos del gran Estrabón, el cual en el tercer libro de su magna obra Geografía, el dedicado a Iberia, comenta como los primeros comerciantes griegos y púnicos que se adentraron en el centro de la península ibérica se asombraron de encontrar una tribu muy avanzada que hablaba una especie de griego reducido.

También Salustio en su obra bellum Iugurthinum cuenta como se reclutaron para la lucha contra el rebelde númida unos extraños iberos más parecidos a los griegos que a ningún otro pueblo.

Pero fue Plinio el Viejo el que aportó más información. Plinio habla de los griegos de la región de Bromia cerca del río Fluminus Anae, aquél que los árabes llamaron Guadiana. También Plinio cuenta que eso se debía a que un rey de Creta llegó aquí desde el exilio con un séquito de artistas y filósofos, además de otros oficios. También habla de cómo los bromianos cultivaban la vid, y hablaba de la excelencia de sus vinos, y de los muchos artistas que había entre estos curiosos íberos.

Todo parece indicar que el personaje de Acceón de Pérgamo pudo ser real, y que el último rey de Creta se asentó en esta parte de la Mancha buscando el amor de una princesa, y que creó aquí una colonia griega muy particular.

Podemos elucubrar acerca de la veracidad de estos datos, no obstante hay muchas coincidencias como para no poder soñar con que somos descendientes del último rey de Creta. Yo al menos creo en ello, sobre todo teniendo en cuenta que si tradujésemos la palabra Kalémeras del griego antiguo, palabra compuesta de kale y mera, vendría a significar algo así como buen-día.

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Manuel Buendía Pliego
Manuel Buendía Pliego
Persona inquieta y multidisciplinar. Artista plástico, profesor de dibujo y acuarela, diseñador, gastrónomo, y escritor aficionado. Ha publicado en distintos medios digitales varios relatos, también ha publicado un libro de microrrelatos junto a Carlos Naranjo, y está trabajando en varios proyectos editoriales.
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