Etiqueta: gasolinero
Participar de un sueño, por F. Navarro
Hace un año, poco más o menos (ya se sabe como va la primera luna llena de la primavera: a su antojo), un servidor escribió esta pieza, perfectamente válida para hoy
La puntualidad, tan devaluada, por F. Navarro
En Talavera de la Reina, provincia de Toledo, hay una pequeña iglesia mudéjar en una plaza recoleta entre calles estrechas. El atrio enrejado alivia del sol con una sombra anacrónica, protectora y, sobre todo, fresca en una calurosa mañana de junio con corbatas apretadas y zapatos de cordones. Ya se sabe el frescor que dan los ladrillos mudéjares; también se les suele decir toledanos. Las caras de los ladrillos se llaman soga, tizón y grueso; la soga es la dimensión mayor que siempre es el doble del tizón. Las caras se llaman tabla, canto y testa. La manera de...
Guardia Civil caminera… y fútbol, por F. Navarro
La pareja de la guardia civil es el epítome de las uniones de hecho cañís. Circunspectos, olivados, amostachados, serios, charolados parsimoniosos y camineros (dadme unos sorbitos de agua. / Agua con peces y barcos, / agua, agua, agua, agua)
Democracia entre tornillos: Natalio el ferretero, por F. Navarro
Natalio lleva las gafas en la mitad de la nariz. Son de medio cristal. Levanta la vista por encima de los lentes, eso le da un aspecto, a la vez, de senectud y cachondeo. Es ferretero y ajusta las cuentas con el bolígrafo y un papel, no usa la calculadora porque dice que las operaciones que hace la máquina las sabe resolver él perfectamente
Optimismo en el “Palais des mouches”, por F. Navarro
Hay gente que destaca por su optimismo, no sé si antropológico y sobre todo por un positivismo enfermizo y a pies juntillas.
Recuerdo que en el inveterado “Palais des mouches” —por si no lo recuerdas inquebrantable lector, es el apestoso tabernucho que había en el levítico surtidor donde pasé mi juventud— el jiboso patrón contrato al enésimo mozo para el tugurio. Un sargandán con el pelo rizado, gafas metálicas y una sospechosa sonrisa de asesino en serie.
El zagal era hijo de un afamado parroquiano del selecto local. Un carnicero, con puesto en el mercado, más golfo que una baraja y...
Oficios y tiempos ya perdidos, por F. Navarro
En Galicia les llaman «zapateiros» a quienes se ganan el pan sentados. Los agricultores de estas tierras del Señor a esos mismos y a los considerados como gente de feria, les llamaban «artistas». Ambos apelativos han sido sinónimo de hambre y docenas de hijos
Mujeres, por F. Navarro
En esta tierra de Dios las mujeres se han vestido siempre por los pies. Mujeres bragadas que no se amilanan por fechas concretas en el calendario. Han peleado por sus derechos a brazo partido, nunca mejor dicho
Carnaval, carnaval…, por F. Navarro
Uno siempre fue muy carnavalero. Hasta que hubo que encomparsarnos, acompasándonos a como decían quienes mandaban. Lo que no consiguió ninguna dictadura mediante calabozos, multas y vergazos, lo consiguió un alcalde socialista.
La lluvia lava nuestras culpas, por F. Navarro
Diluvia. Como si el cielo quisiese lavar nuestras culpas. Las gentes cuando llueve se meten en los bares, ¿qué van a hacer?
El atrevimiento de los bombardinos, por F. Navarro
Martínez aparcó el coche, ese que nadie sabía por qué marchaba y se puso a caminar tranquilamente por la calle de Socuéllamos, camino de la plaza, con su sobrino Juan de Mata