Cuando se pasea por Tomelloso, llama la atención la cantidad de peluquerías nuevas que han abierto. Además de cumplir con su función habitual, muchas de estas peluquerías son lugares de encuentro, conversación y ocio.
Tomelloso está lleno de tiendas que, aunque no son uno de los sectores económicos más fuertes, representan una importante red de suministros para la población, llegando a tejer una verdadera cultura de barrio.
Existen también innumerables tiendas 24 horas que nos salvan de un olvido o de no haber llegado a tiempo, permitiéndonos conseguir ese ingrediente que nos faltaba para la cena.
A determinadas horas, al amanecer y antes de atardecer, se puede ver a hombres y mujeres marchando con sus neveras hacia nuestros campos para trabajar.
Es hermosa la imagen de madres y padres llevando a sus hijos e hijas a las guarderías y colegios temprano en la mañana, y recogiéndolos antes de la comida.
Esos son nuestros vecinos y vecinas. Si dejamos atrás el ruido intencionado que algunos generan, podemos ver que esas personas son nuestras compañeras y compañeros de vida. No olvidemos que para vivir con nosotras algunas personas han cruzado países de un extremo a otro, otras han viajado en avión cruzando océanos, y algunas han llegado en cayucos o lanchas arriesgando sus vidas.
Una vez aquí, esas personas se convierten en tu peluquero, tu tendera o el jornalero que recoge tus frutos. Pero cuando aparece el monstruo del racismo, dejan de ser tus vecinos para convertirse en delincuentes culpables de “quitarte el trabajo” o “vivir de tu dinero sin trabajar”.
Ese monstruo que los deshumaniza no surge de la nada. Es alimentado y esparcido por quienes desean inmigrantes ilegales para explotarlos como mano de obra precaria y sin derechos. Los mismos que gritan “primero los españoles” son los que contratan a africanos y sudamericanos para trabajar en sus campos sin respetar ninguno de sus derechos laborales. También son quienes emplean en sus hogares o para el cuidado de sus mayores a mujeres venidas de otros países, en condiciones que rayan la esclavitud.
La llegada de personas con otras costumbres puede generar conflictos, por supuesto, y algunos pueden dedicarse a la delincuencia. Pero culpar a todo un colectivo por los actos de unos pocos es tan horrible como culpar a todos nuestros agricultores y agricultoras de ser explotadores que se aprovechan de la inmigración.
La mayor parte de nuestros agricultores son personas honradas, trabajadoras y que cuidan de sus jornaleros. Las acciones de unos pocos no deben generalizarse a todo el colectivo. Si no aceptamos ciegamente el discurso de odio y analizamos los datos, vemos que los delitos, en general, se han reducido con respecto a otros años. Ciudad Real es una de las provincias más seguras de España, y Tomelloso, en general, es una ciudad muy segura.
Sin embargo, el gobierno municipal se dedica peligrosamente a generar una sensación ficticia de inseguridad, lo que da lugar a una atmósfera de odio muy peligrosa, en la que pueden ocurrir episodios violentos a manos de individuos racistas y ultras.
Tomelloso es conocida, entre otras muchas cosas, por ser una tierra de gente acogedora, noble y solidaria. Por eso nos duele profundamente que nuestro alcalde y su equipo se dediquen a sembrar odio contra nuestros vecinos que han venido de fuera.
Es una estrategia deplorable. Mientras señalan al pobre, no ves cómo legislan a favor de una minoría adinerada y poderosa, al tiempo que nos quitan derechos.
Mientras te señalan al “moro” y te dicen que te quita el trabajo, no ves que han votado en contra de la ley de la cadena alimentaria, que impide que nuestros agricultores vendan por debajo del precio de producción.
Mientras te dicen que los inmigrantes te ocupan la casa, no ves que son los fondos buitre los que se están quedando con el parque de viviendas de este país para especular con ellas.
Mientras, de forma cobarde, te asustan sembrando el odio hacia los más débiles, pretenden que no veas su absoluta incapacidad para gobernar, ni su deplorable falta de trabajo a la hora de luchar por las justas reivindicaciones de nuestra ciudad.
