La Iglesia de Tomelloso se une al dolor de las familias que han perdido un ser querido en las últimas semanas, afectados sobre todo por el COVID-19, que tan duramente ha atacado a nuestra población. Nos duele cada muerte y cada soledad, rezamos por cada fallecido, con su historia, con su vida entregada y con las relaciones que deja atrás. Lo hacemos cada día, poniendo sus nombres en la mesa de la eucaristía y elevando al Padre la súplica por la ofrenda y el consuelo de todos sus hijos.
Muchas personas han experimentado en ellas mismas el sufrimiento de la cruz del Señor. No solo ha sido la muerte, ha sido también la angustia de no poder estar juntos, de no poder ofrecer la última caricia, el último abrazo y el último consuelo. Ha sido una verdadera subida al monte Calvario. Pero el Señor ha sido nuestro cireneo en esos momentos: Él nos ha ayudado a nosotros a llevar la cruz. Con él profesamos y proclamamos, una vez más, nuestra esperanza en la resurrección. La última palabra no es de la muerte, sino de la vida; no es del mal, sino de Dios, que nos dice con la garantía de quien ha pasado por la muerte: ¡No tengáis miedo!
De múltiples maneras los cristianos actúan ante esta crisis. Son cientos las llamadas y las visitas, dentro de lo permitido en esta situación, realizadas desde que comenzó la pandemia; como son miles las entregas de tantas personas que, en el ejercicio de su profesión, han sido samaritanos y cireneos, cuerpo de Cristo en hospitales, hogares, residencias y cementerios, al que agradecemos su dedicación, tan generosa que solo puede calificarse como ofrenda y que elevamos a Dios cada día como ofrenda permanente.
La caridad de la Iglesia, a través de la acción más hermosa que nace de la eucaristía, Cáritas, continúa al frente de la ayuda a las familias más vulnerables, en una labor callada de voluntarios y trabajadores que queremos ensalzar como la primera línea de la batalla contra el mal que luchamos para aquellos más necesitados, los preferidos del Señor.
Del mismo modo, oramos y agradecemos la labor anónima de los tomelloseros, que han demostrado ser el pueblo «sencillo, humilde y leal» que cantamos en el himno a nuestra patrona. En los momentos más difíciles, está sobresaliendo la generosidad, la valentía, la disposición y la lealtad, valores que garantizan el comportamiento honorable del pueblo.
Como Iglesia, afectada por el dolor de sus hijos, pedimos perdón por nuestras faltas a la hora de expresar la cercanía que el Señor siempre tiene por todos.
Tal y como se dijo el pasado domingo en la eucaristía celebrada en el santuario de Pinilla, cuando las autoridades civiles y eclesiásticas lo permitan, cumpliendo siempre las directrices sanitarias propias de la situación que estamos padeciendo, anunciaremos la fecha de la celebración de un funeral común por todos los que han fallecido en este estado de alarma. Será una eucaristía por todos los fallecidos de Tomelloso en el lugar y fecha más apropiados, mencionando cada uno de sus nombres, aparte de las misas que se celebrarán en cada parroquia a petición de los familiares de los difuntos.
Además, de manera extraordinaria, los sacerdotes de Tomelloso celebraremos la eucaristía todos los sábados del mes de mayo en el santuario de Pinilla, que comenzará, con el rezo del Santo Rosario a las 19:00 h. y a continuación la celebración de la Santa Misa, retransmitiendo ambos actos a través de las redes sociales.
Por último, encomendamos a Tomelloso a María, la Virgen de las Viñas, pidiendo su intercesión por todos sus hijos, especialmente por los fallecidos.
Confiamos en el Señor de la vida, en el que ha resucitado a Jesucristo, su hijo, de entre los muertos.
A pesar del temor que provoca la debilidad de nuestra fe, pedimos al Señor que nos dé la gracia de anunciar que la resurrección es la vida en plenitud, y que podamos gritar con rotundidad, junto a Cristo: ¡No tengáis miedo!
