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martes, 12 noviembre
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La hipocresía del Aquarius

Estos días se ha puesto de moda la palabra “migrante”. ¿Por qué no inmigrante o emigrante? Lo explicaba muy claro Arturo Pérez Reverte en un tuit: migrante es el que se mueve, el que deja su lugar habitual y se instala en otro. Inmigrante, el que llega a un país y emigrante, el que lo deja, así que, migrantes serían todos y, a su vez, emigrantes de sus países de origen e inmigrantes aquí en España.

El domingo llegaron al Puerto de Valencia seiscientas treinta personas. Llegaron en el famoso barco Aquarius, después de que las autoridades italianas denegaran la entrada en su país de estos migrantes. Me alegro muchísimo de que esas seiscientas treinta personas hayan sido recibidas en nuestro país debido a la falta de humanidad de los italianos. Es una muestra inequívoca de que Europa necesita ya, cuanto antes, ponerse manos a la obra para convenir una política migratoria. Al igual que yo, mucha gente se siente orgullosa de que España reciba con los brazos abiertos a estas pobres gentes que ponen en peligro sus vidas en busca de un mundo mejor. Dos policías y un periodista por migrante han ayudado y cubierto la información. Nunca se ha visto una cobertura y despliegue igual para recibir a inmigrantes. Todo un circo mediático. Sí, independientemente de la buena labor, ha sido un circo mediático para mostrar al resto del mundo lo buenos que somos los españoles y lo bueno que es el nuevo gobierno. Un circo y una vergüenza porque, mientras que a Valencia llegaban seiscientas treinta personas, llegaban a las costas andaluzas novecientas ochenta y seis, sin helicópteros, sin periodistas, sin políticos, sin cámaras… sin parafernalia, pero sí con la Guardia Civil, Policía Nacional, Cruz Roja y Salvamento Marítimo que los reciben cada día cuando llegan las pateras. En total, este fin de semana que hemos recibido al Aquarius con bengalas, también se han rescatado en todas las costas españolas mil doscientos noventa inmigrantes, sin fiesta, sin cohetes, sin noticia. Más de setenta pateras desde el viernes hasta el domingo a nuestras playas donde no les esperaba nadie, más que los mismos de siempre, los que siempre están, los que siempre ayudan, sin focos ni medallas. Tanto unos, los del Aquarius, como otros, el resto que ha llegado y no ha salido en la tele, van a correr la misma suerte; nadie los va a acoger en sus casas, nadie les va a dar un trabajo y una vida digna. Todos, los del Aquarius y los del no Aquarius tendrán unos días para decidir si se vuelven a la mala vida o se quedan a mal vivir. He visto las redes sociales llenas de ciudadanos dándose golpes de pecho, orgullosos de ser españoles por este acto heroico del Gobierno y me avergüenzo porque España acoge, recoge, ayuda y viene haciendo lo mismo, más allá del Aquarius, pero sin cámaras delante, todos los días. Ahí están las cifras. No seamos hipócritas.

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