Hoy termina el 2013, a las 12 de la noche. Siempre es lo mismo: nos preparan avisándonos de cómo van a sonar los cuartos. Uno lleva ya no sé cuántos años sin oírlos sonar y me parece que este tampoco, a pesar de los martillazos del reloj de Gobernación. Y la bola.
Hoy, en la Posada de los Portales, hay un hombre con más orejas que días tiene el año. Siempre llegábamos tarde a verlo. Cuando arribábamos al mentidero solo había viejos enlutados y tocados con boina, con una bacalada a cada lado del cráneo. Bueno, había uno —lo recuerdo— que le faltaba un apéndice, una suerte de Paul Getty III agreste y con la cabeza cubierta, pero con la misma mirada perdida y desolada.
Lo que si veíamos después de las campanadas, inexorablemente, era a Fernando Esteso con smoking, pantalones de campana y una copa en la mano, arrastrando las eses. Era en la tele de la abuela. Estaba sobre una mesa ad-hoc, con una balda para un mágico aparato que se llamaba estabilizador, necesario para que las imágenes saliesen en la pantalla.
—¡Tururú!
El año no ha estado mal del todo y acaba mejor que empezó. Pero siempre nos dan dos o tres de arena. Es como si llevásemos al tipo ese del memento mori pegado a la nuca.
El Roma, como paso al año nuevo, hasta hace poco, tiraban por la ventana trastos viejos. Lo tuvieron que prohibir por el peligro para los viandantes, por lo visto caían de los balcones hasta inodoros con cisterna incluida. Todo fuese por tener a la suerte del lado de cada uno.
Queremos tener al hado de nuestra parte. Para ello hacemos toda una suerte de sortilegios y gorigoris, a pesar de hacer gala de nuestra racionalidad.
—¡La Ramona pechugona tie dos cantaros por peechooo…!
—¡Ramooonaa-aaa, te quieeee-erooo!
Como digo, un año con luces y sombras; con división de opiniones que diría un taurino. O “ni pa reír, ni pa llorar”, que decía el Guarín. Aquel de “si no nos vemos que sea por ti”.
Hasta nos han dado un premio y todo, por escribir una juerga. Pero la mejor noticia de todo el 2013 de nuestras entretelas ha sido que una estudiante, antaño poco inspirada, está en Talavera. Con un par.
¡Feliz año nuevo!
Y mañana, Baremboim.