Los nuevos descubrimientos de la ciencia demuestran cada vez más, la influencia de los fenómenos psicológicos sobre el organismo. El estrés, el miedo, los problemas y dificultades, los conflictos no resueltos y las emociones reprimidas pueden ser la causa de las patologías psicosomáticas y salir a la luz en forma de alteración orgánica. Hoy vamos a revisar este tipo de patología.
¿Qué se entiende por una patología psicosomática?
Una patología donde los síntomas tienen su origen en factores psicológicos.
Pero eso sí, las molestias son tan reales como cuando la causa es orgánica, es decir, en el cuerpo se manifiestan de igual manera. Pero, esto no significa que existan trastornos físicos originados por factores psicológicos, de hecho, un trastorno físico necesariamente tiene que tener un componente biológico.
Normalmente, hay una predisposición orgánica a padecer una enfermedad, que se ve agravada por factores psicológicos. No se sabe exactamente si en primer lugar aparecen los factores biológicos o los orgánicos, ya que cierta predisposición orgánica puede verse precipitada por factores psíquicos y la enfermedad física influye sobre los fenómenos mentales. En realidad, cuerpo y mente está estrechamente ligados y no se pueden separar. Además, la patología afecta a la unidad de la persona. Un viejo refrán de Hipócrates resulta particularmente explícito en este caso. Decía “no hay enfermedad, sino enfermo”. Estos aspectos los estudia la PSICOSOMÁTICA, que es una disciplina que se ha convertido recientemente en una especialidad.
¿Cuáles son los postulados de la Psicosomática?
Prácticamente todos los seres humano hemos desarrollado ciertos síntomas psicosomáticos en momentos puntuales de nuestras vidas como los exámenes, una mudanza, pasar por un juicio, mayor afluencia de trabajo, etc. Otras personas desencadenan o agravan enfermedades orgánicas frente a situaciones críticas como accidentes, duelos, resolver un divorcio, etc. A la hora de entender la enfermedad hay que atender los aspectos orgánicos, mentales y sociales. Y la interacción entre ellos hasta encontrar una solución completa a la enfermedad.
Alguna de las áreas a las atribuye la medicina un origen psicosomático son:
- Trastorneos cutáneos: acné, eczemas, alopecia.
- Trastornos respiratorios: asma, tos nerviosa, hiperventilación.
- Trastornos gastrointestinales: ulcera péptica, estreñimiento, colón irritable.
- Trastornos endocrinos:
- Trastornos de los órganos de los sentidos: Vértigos.
- Trastornos osteomusculares: Cefaleas tensionales.
¿Hay ciertos rasgos de personalidad que correlacionan con las enfermedades psicosomáticas?
Parece que se puede establecer cierta correlación entre las enfermedades
cardio – circulatorias y los rasgos de personalidad. Las personas con personalidad TIPO A con tendencia a la ambición, la competencia y la impaciencia son personas muy irritables y estresadas y por tanto, presentan un mayor riesgo de padecer un infarto de corazón, incluso mortal en ocasiones.
El estrés (tensión psíquica) y las emociones incontroladas (ira, enfado) aumenta la hipertensión arterial, que a su vez es un factor de riesgo del infarto. Aunque también es cierto que, aprox. 1/3 de las personas que ingresan de urgencias con riesgo de infarto, no tienen daño orgánico. Es decir que los dolores tienen causas psíquicas.
En los ataques de pánico, que son tan frecuentes, también los conflictos psicológicos a nivel orgánico. Además, las modernas tecnologías médicas permiten ver que mientras se está produciendo el ataque de angustia la amígdala, que pertenece la sistema límbico que es, a su vez, la sede de las emociones y la responsable del control del miedo y la ira, está muy activada.
Rápidamente se producen respuestas como la sudoración o palpitaciones cardíacas. Si la opresión y la tensión psíquica se mantienen, las consecuencias pueden desembocar en un gran sufrimiento para el miocardio.
¿Qué tratamiento se puede ofrecer a estos pacientes?
Lógicamente, el tratamiento se deberían derivar del análisis médico y del análisis psicológico (análisis funcional-cognitivo) del trastorno en cuestión. Hablábamos anteriormente de la Psicosomática, que se especializa en esto.
Los objetivos de la terapia psicológica atenderán a las disfunciones implicadas en el proceso psicosomático, abordando los siguientes puntos:
- Intervenciones sobre los agentes estresantes: intervenciones ambientales y relacionales (terapia familiar, terapia de pareja, intervenciones laborales-organizacionales..).
- Desconocimiento del desarrollo del proceso psicosomático: Clarifica las conexiones entre la experiencia pasada y el trastorno (historia personal e historia del problema).
- Entrenamiento en detección y modificación de pensamientos negativos y dañinos.
- Reducción de la activación fisiológica excesiva: Técnicas respondientes (relajación, exposición..), técnicas operantes (biofeedback) y medicación e intervenciones somáticas.
- Estrategias conductuales deficitarias o disfuncionales:
– Relajación, meditación, respiración…
– Distraerse del dolor. Aprender a reconducir la atención.
– Ayudar a controlar las emociones negativas.
– Trabajo con la imaginación.
– Resolución de problemas.
– Entrenamiento en habilidades sociales y asertividad.
- Manejo sintomático del trastorno psicosomático: psicofármacos y otras intervenciones médicas.
- Revisar el área social: Para controlar el estrés se recomienda un entorno social agradable. De hecho, los pacientes casados o con relaciones estables tienen mayor esperanza de vida.