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Dersu Uzala, un muy buen libro y una muy buena película, por Joaquín Patón Ponce

Dersu Uzala, un muy buen libro y una muy buena película, por Joaquín Patón Ponce

Bastante conocido es el chiste que relata cómo dos polillas estaban en los archivos de la Metro devorando el celuloide de Lo que el viento se llevó y le dice una a otra: “está buena esta película”; y la otra le contesta: ”a mí me gustó más el libro”.

No vamos a hablar en negativo en estas líneas, al menos hoy.  No diremos nombres de películas basadas en novelas o en libros de aventuras, pero lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones en una película de dos horas por mucho que lo intente todo el equipo de rodaje y se rompa la cabeza el guionista, no se refleja fielmente la historia que se cuenta en el libro.  Peor aún ocurre en las ocasiones en que en una peli de poco más de hora y media se quiere adaptar a un texto de ochocientas o mil páginas.

La que intentamos reflejar en estas líneas es una de las varias excepciones a la regla general de que el libro es mejor que la película. Como se ha dicho, no es, ni mucho menos, la única, aunque sí una de las mejores.

Dersu Uzala es el relato autobiográfico de un capitán de exploradores del ejército del Zar de Rusia llamado Vladimir Arseniev. Este militar, acompañado por unos pocos soldados, recibe de sus superiores la orden de explorar y cartografiar la entonces casi desconocida cordillera de Sijote-Alin, situada en una región remota de Siberia, todo ello a principios del siglo XX. Al capitán le encanta esta misión y la emprende con el mayor entusiasmo, más o menos consciente de los muchos peligros de explorar una tierra en la que hay tigres siberianos, ríos caudalosos y otros posibles contratiempos que puedan surgir.

El cazador mongol es un nativo de una  de las etnias  que habitan la zona desde hace siglos y se encuentra con los soldados casi por casualidad. El capitán y el nativo se encuentran a gusto y deciden continuar juntos un tiempo, pues a éste también le hace ilusión ir por la taiga en compañía de otras personas, ya que su vida transcurre en el momento de encuentro con los soldados en forma de cazador solitario errante por el bosque.

Dersu forjará  con Vladimir una de esas amistades que duran toda una vida, cimentada en el respeto mutuo y una capacidad de sacrificio para ayudar al otro incluso a riesgo de la propia vida. Aunque el cazador mongol se lleva muy bien con el capitán, hombre culto, educado y respetuoso con la naturaleza, no ocurre igual con la brigada de cosacos que lo acompañan y que son, la mayoría, hombres sin más ambición que cobrar su sueldo con el mínimo esfuerzo posible y tendentes a la diversión sin freno.

La perfección no existe y  las opiniones sobre un libro y una película nunca son positivas al  cien por cien. Por tanto, en cualquier blog de internet encontraremos críticas adversas a estas dos obras. Sin embargo, nuestra opinión no varía por ello y para nosotros son dos obras de arte de gran valor.

El capitán es un militar de carrera y geógrafo, no un experto escritor. Dersu es un solitario vagabundo que marcha por la taiga sin más ambición que tomar de la naturaleza lo que necesita, produciendo el menor daño posible en el entorno, o, incluso, ningún daño.  A primera vista pueden parecer dos personajes dispares y con dificultades para entenderse, sin embargo, tienen muchas cosas en común, la más sobresaliente de ellas un amor y respeto profundos por la naturaleza.

No vamos a contar más sobre el argumento, pues si alguien no ha leído el libro o visionado la película, nos lo agradecerá. Sí la recomendamos. Le ponemos a ambos una nota de sobresaliente y los declaramos de forma oficial como imprescindibles en la biblioteca y filmoteca de ecologistas, senderistas, amantes de la naturaleza, de la buena literatura, del cine, el campo y la montaña en general. Como  suerte de justificación a tan buenas referencias diremos que los parajes en los que transcurre la acción del libro y película (la cordillera del Sijote-Alin) es, en la actualidad, Patrimonio de la Humanidad por declaración de la UNESCO y uno de los diez parajes naturales más bonitos del mundo, según encuestas diversas. Otro dato más sobre la calidad de la película que recomendamos es que el director fue el japonés Akira Kurosawa, así como que ganó el Oscar a la mejor película extranjera en el año 1975.

En este caso una de las dos polillas que se encuentran en los archivos de la productora japonesa Atelier 41 devorando el celuloide de la película Dersu Uzala le diría a la otra: “está buena la peli esta del cazador mongol”. La otra le contestaría: “a mí el libro también me gustó mucho”.

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