La Pizza, junto a la hamburguesa es el plato de cocina rápida más internacional y popular. Dicho esto, me gustaría dejar claro que no se debe confundir la cocina rápida con la “comida basura”, porque ambos platos son un gran descubrimiento gastronómico.
El origen de la Pizza, en su formato actual está en la ciudad italiana de Nápoles en el siglo XVIII, pero la base de aquella proviene de la antigüedad, en el entorno de las culturas mediterráneas entre los siglos V y VI AC. En los que ya se conocen, tanto en la Grecia clásica cómo en el Imperio Persa, unos panes planos a los que se añadían queso, dátiles, aceitunas y pescado seco. También sabemos por algunos autores latinos de un tipo de pan cubierto de hierbas y aceite de oliva de origen etrusco que en la edad media se llamaría FOCACCIA.
A principios del siglo XIX, la pizza ya era popular en casi toda Italia, y fue a finales de este siglo cuando la inmigración masiva italiana al continente americano exportó esta receta y la popularizó en todos los países a los que llegaban estos. La clave de su popularización fue la de usar ingredientes básicos y económicos.
Una pizza se puede hacer de cualquier cosa, es un plato que no conoce límites, ya que la base del mismo es un pan plano, salsa de tomate, queso y orégano o albahaca. El tomate se empezó a usar de forma cotidiana en Europa a finales del siglo XVI, aunque ya se conocía desde principios del mismo siglo, gracias a las importaciones del mismo por parte de los primeros colonizadores españoles en el continente americano. Por su parte, el queso Mozzarella de la región de Campania, se empezó a producir a principios del siglo XVIII, aunque desde la edad media se producían quesos de leche de búfala en todo el sur de Italia, dónde se cree que llegaron a través de Sicilia llevadas por los árabes, aunque otra teoría sitúa la crianza de búfalos de agua en la península italiana mucho antes, con la llegada de pueblos nómadas del Este, quizá los Hunos o los Godos, también es probable que llegasen a través del Imperio Bizantino.
Sea como fuere, hasta mediados del siglo XVIII no empezó la producción masiva de la mozzarella de búfala, y fue algo más tarde cuando un napolitano llamado Raffaelle Expósito creó la PIZZA MARGARITA en honor a la princesa Margarita de Saboya, añadiendo mozzarella de búfala a la PIZZA MARINARA, que era la que se hacía hasta entonces (base de tomate, aceite de oliva y albahaca). La idea de añadir la mozzarella fue por el aporte sensorial que el queso daba a la pizza, y sin darse cuenta creó la pizza con los colores de la bandera italiana (rojo, blanco y verde), lo que la hizo muy popular en el siglo XIX, convirtiéndose en el símbolo de la unificación del país, y en la base sobre la que se crearían todas las pizzas posteriores.
A partir del siglo XX la pizza se convirtió en la embajadora gastronómica de Italia, y ha pasado de ser un plato de pobres a la Alta Cocina, dando pie a nuevas aportaciones de grandes cocineros, como el Chef de Tomelloso MARQUINETTI.