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jueves, 19 diciembre
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Hazlo tú y mejóralo si puedes, por Rosana Güiza

Cada vez me sorprende más este país de envidiosos en el que vivimos. Debería estar acostumbrada pero no, no deja de asombrarme la gente que envidia y, por consiguiente, critica. De verdad que me harta y me desilusiona. Echan la culpa a las redes sociales de los ataques gratuitos pero no, no son las redes las culpables, los culpables son aquellos a los que, normalmente, la envidia les corroe y alzan al mundo 2.0 lo mismo que hacen en la vida real, criticar, pero con una diferencia; cuando uno critica en la vida real lo hace de propia voz, normalmente a espaldas del envidiado, pero dando la cara de alguna manera. Cuando se hace en las redes, muchos ocultan su verdadera identidad bajo perfiles falsos para así poder ser más duros e implacables.

Somos un país de criticones envidiosos que pone a parir todo lo que a otro le sale bien. A todo el que le va bien y triunfa se le ponen pegas, críticas desafortunadas y a veces hasta insultos. Esto viene a constatar que la envidia es el deporte nacional.

He visto artículos criticando, por ejemplo, la canción que nos va a representar en Eurovisión este año. Amaia y Alfred cantan con todo su amor y ternura una balada preciosa llena de sentimientos. Que si no se sostiene porque no van a poder aguantar interpretando ese amor de aquí a que llegue Eurovisión. Que si son empalagosos. Que si la letra de la canción es insípida y las rimas fatales… ¡Oigan!, ¡pues vayan ustedes que critican tanto y compongan, súbanse a un escenario y canten!

Se me ocurre otro claro ejemplo de la envidia: cada vez que Cristina Pedroche es noticia por algo, siempre es por críticas hacia ese algo que ha hecho; un vestido que se ha puesto, insultos sobre si está gorda o delgada, si presenta mal un programa, etc. Una mujer trabajadora que está triunfando en todos los aspectos de su vida y se dedica a eso, a triunfar y ser feliz, mientras otros perdedores se dedican a criticarla por sus triunfos o, lo que es peor, por su espectacular físico. ¡Oigan!, ¡estudien ustedes y presenten programas!

La Gala de los Goya de este año ha sido presentada por los humoristas Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes. Estaremos seguramente de acuerdo en que tienen un humor particular pero, si no gusta, no es para fusilarlos. ¡Oigan!, ¡escriban ustedes un guión y presenten ustedes la gala intentando hacer reír a todo el mundo! No es tan fácil pero,  como no gustaron, -a mí me encantaron-,  los lapidamos a críticas e insultos.

Hay quien confunde el insulto y la falta de respeto con la libertad de expresión y se indigna porque, después de haber vapuleado a instituciones o personas públicas, se les juzga por pedir tiros en la nuca a la gente que vota a un partido político determinado o a los jueces, como es el caso de un rapero amargado casi etarra llamado Hasel. Injurias a la Corona, injurias y calumnias a las Instituciones del Estado y enaltecimiento del terrorismo es lo que hace este personaje en sus “canciones”. Otro envidioso y amargado más que añadir a la lista que critica de manera impasible lo que le molesta.

Si llevamos esto a nivel particular, a nuestro día a día, al ámbito personal, tenemos la desgracia de que nos encontramos con lo mismo. Conocidos que se alegran de que te vaya mal y te critican e insultan si te va bien.  Es el pan nuestro de cada día. Esa gente que no tiene vida, que no supera obstáculos y circunstancias y, por ello, está pendiente de la vida y logros de los demás en lugar de dedicarse y esforzarse para tener una vida mejor.

¡Cuánto daño hace un envidioso!, pues imagínense un país entero… Si dedicáramos esa energía que usamos en hablar mal de los demás en hablar bien, en hacer el bien y en construir en vez de destruir, seríamos un país maravilloso lleno de gente maravillosa.

 

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