Cada año, cuando llega el Adviento, los niños del cole San Antonio, dentro de la asignatura de Religión se plantean cómo construir su propio pesebre, dentro del corazón, para darle posada a Este Niño que viene, que se nos regala.
Al preguntarnos por ello y por los regalos que podríamos llevar al portal de Belén durante esta Navidad 2017, se pronunciaron gestos y palabras muy bonitas: consolar a los compañeros, ayudar a los demás en las tareas, colaborar más en casa… entre ellas, una niña planteó visitar a su abuela enferma, y de ahí, brotó la chispa para analizar que no todas las familias tienen nuestra suerte, la de poder compartir estos días entrañables con quiénes más queremos, nuestra familia. Pues, muchas personas deben ver pasar esta fiesta desde el hospital y otros, han olvidado qué hacían porque un gusanito se ha quedado a vivir en su cerebro, y se alimenta de sus recuerdos.
Así, empezó toda esta pequeña aventura. De tal modo, que a la propuesta de estar cerca de todas estas personas anónimas, que sufren la enfermedad y el dolor, todo fueron buenas caras. Rápidamente nos pusimos manos a la obra, diseñamos unas sencillas tarjetas de Navidad que pintamos con los colores de nuestra infancia, dando pinceladas de nuestra alegría, nuestra jovialidad e intentamos poner un poco de purpurina a este momento especial que viven las personas a las que van dirigidas nuestras cartas. Porque ellas, con esta experiencia que viven, iluminan nuestras pequeñas vidas, nos ayudan a dar valor a las cosas importantes: la salud, el amor… Cada uno de estos pequeños gigantes de San Antonio, con mucho cuidado y esmero han ido escribiendo las felicitaciones con el único propósito de hacerles sentir que no están solas, que se piensa en ellas. De esta manera sencilla, quieren aportar su granito de arena para hacerles un poquito más feliz e incluso robarles alguna sonrisa, para recordarles que la espera y Esperanza tiene un nombre: Jesús de Nazaret, que nace para ti, para mí y para todos los hombres de buena voluntad.
Con esta intención hemos hecho llegar nuestros deseos a todos, y a la vez, este gesto ha servido para sensibilizarnos con el Alzheimer y la enfermedad, para aprender a empatizar y cómo no, para elaborar y confeccionar el más lindo de los pesebres en nuestro interior.
La experiencia del Centro de Día San Rafael
Cuando Ángela, profesora de religión en el Colegio San Antonio, nos contó cómo los niños estaban preparando sus felicitaciones para cada uno de nuestros usuarios, felicitaciones realizadas con mucho cariño, personales para cada uno, y que además eso les suponía no llevar su felicitación a casa, porque el tiempo lo estaban dedicando a las nuestras, enseguida tuvimos la idea de ser nosotros quienes preparásemos la felicitación para cada una de sus familias y también para los profesores del Colegio San Antonio, sin que ellos lo supieran.
Esta actividad tan hermosa con el Colegio San Antonio, nacida desde la inocencia y la generosidad de una niña, nos ayuda a continuar con la importante labor de sensibilización de la enfermedad, esta vez entre los más pequeños, así como el enriquecimiento que supone para ambos, niños y mayores, este intercambio intergeneracional.
Desde el Centro San Rafael no podemos curar, pero sí sabemos cuidar, y con el sueño de un mañana sin Alzheimer queremos ser una pequeña luz en medio del olvido, con esta certeza queremos unirnos al “Sueño” de Comunidad de Aprendizaje del Colegio San Antonio, con todas sus familias y profesores.