Las relaciones interpersonales son vitales para el ser humano. Una cierta ansiedad social es normal, correlaciona con la trascendencia real de la situación que se va a afrontar, por ej. una entrevista de trabajo y acaba por desaparecer en los primeros momentos de conversación. Sin embargo, en las personas que sufren fobia social dicha ansiedad es desproporcionada a la situación y no desaparece con las sucesivas interacciones.
¿Cómo se define la fobia social?
La fobia social se define a partir de los siguientes puntos según el DSM-V (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales):
– Un miedo intensísimo, que está generado por situaciones sociales en las que la persona es expuesta a desconocidos o a la evaluación de los demás. Su verdadero miedo es ser enjuiciado por otras personas, la crítica, la sentencia y el rechazo.
– La exposición a estímulos sociales produce inmediatamente una respuesta de ansiedad. Es automática. A su vez, esa respuesta de ansiedad puede agudizarse tanto que desemboca en ataques de pánico.
– Los adultos y adolescentes reconocen que ese temor es excesivo para la situación. Pueden razonar perfectamente y entender que no hay un peligro real en la interacción con los demás, que cada uno es libre de pensar lo que quiera de los demás y que hay que entender que no a todo el mundo se le puede gustar. Sin embargo, no pueden evitar sentir ansiedad y eso les hace sufrir doblemente.
– Se evitan dichas situaciones obteniendo un alivio inmediato a corto plazo, aunque a medio y a largo plazo sienten angustia porque se dan cuenta de que, en el fondo, evitan relacionarse con los demás aunque tienen el deseo de hacerlo. Su limitación, no ser capaz de hacerlo mejor les provoca una gran tristeza. A veces, permanecen en dichas situaciones sociales sintiéndose fatal, aguantando como pueden.
– Este problema interfiere en la vida de las personas a nivel personal y profesional o escolar, en caso de niños o adolescentes. Es, realmente, un problema que limita.
– Las personas que sufren fobia social temen mostrar síntomas de ansiedad (rubor, taquicardia, sudor, temblor, etc.) y parecer ridículos. En el fondo, creen que los demás les ven como estúpidos e incompetentes y sienten miedo al rechazo. Por eso acaban evitando las situaciones sociales.
¿Se teme cualquier contexto social o situaciones concretas?
Hay dos tipos de fobia social; las circunscritas, si los temores hacen referencia a situaciones concretas (escribir en público, relacionarse con el sexo opuesto, comer en presencia de otros, etc.) o las generalizadas, si los temores hacen referencia a la mayoría de situaciones sociales (tener citas, ir a reuniones, etc.) Esto puede correlacionar con Trastorno de la personalidad de evitación.
¿Quién es susceptible de padecer la fobia social?
Ocurre por igual en hombres que en mujeres. Se da en adultos, adolescentes y niños.
En el caso de los niños, podemos hablar de fobia social cuando las capacidades para relacionarse con sus familiares es adecuada y la ansiedad social aparece en interacciones con sus iguales (niños de su edad) y adultos ajenos a la familia. La ansiedad puede traducirse en: lloros, berrinches, aislamiento, tartamudez, abrazos desmedidos, mutismo, negativa para ir a la escuela, etc.
En cuanto a los adolescentes, normalmente acaba remitiendo cuando pasa esa etapa y van abandonando la timidez característica. Además entrando en la edad adulta se disfrutan las relaciones sociales de manera diferente.
¿Qué características tienen las personas que sufren fobia social?
Hay varios factores que predisponen; son personas muy susceptibles a la crítica, suelen tener dificultad para autoafirmarse, baja autoestima y sentimientos de inferioridad, además de falta de habilidades sociales (desparpajo, capacidad para iniciar y mantener una conversación, recurrir al humor, etc.)
Se puede localizar un perfil cognitivo en las personas que sufren fobia social; centran la atención, excesivamente, en si mismo y piensan que los demás estás pendientes exclusivamente de ellos. Tienen muchos pensamientos negativos y pocos positivos, del tipo –Soy una persona aburrida o –Nunca digo cosas interesantes. Eso les lleva a subestimar las propias habilidades sociales y les aleja, cada vez más, de confiar en uno mismo. Y es, como se suele decir, “la pescadilla que se muerde la cola”, es decir, más distancia de los demás, una sensación de alivio inmediato, más inseguridad en si mismo, mayor frustración y, nuevamente, más distancia.
Y una persona, ¿cómo puede identificar que puede tener una fobia social?
Imaginemos que un directivo tiene que exponer un informe ante la presidencia de la compañía. En esa situación se desencadenaría una secuencia de pensamientos irracionales como esta; -Van a darse cuenta de que estoy nervioso y mis manos tiemblan -A continuación, se van a preguntar por qué -Van a pensar que soy un incompetente estúpidolo van a comentar entre ellos -Como consecuencia, me van denegar el ascenso… Tas estos pensamientos derrotistas, aparecen las emociones de ansiedad, miedo y angustia y, después el bloqueo, la parálisis, la voz entrecortada, el sudor en las manos, el frío, etc.
¿Cuándo se hace necesario el tratamiento de la fobia social a nivel profesional?
Algunos personas que tienen fobia social no piden ayuda nunca o la piden entre 5 – 10 años después de iniciado el trastorno. El momento de hacerlo es, sin duda, cuando el problema interfiere de forma notable con la vida profesional y/o académica o personal. Cuando la persona se ve condicionada en las principales áreas de su vida y le genera mucho sufrimiento.
El psicólogo especialista en trastornos de ansiedad diseñará un plan de intervención para dotar de recursos a la persona y ayudarle a ir exponiendose, progresivamente, a las situaciones sociales temidas.