El papel de los padres en una familia es muy difícil, puesto que tienen que ir cambiando sus funciones y la manera de vincularse con sus hijos a medida que estos crecen. Pero esto siempre ha ocurrido y no debe asustarnos. A la vez que somos conscientes de esa dificultad, debemos tener confianza en nuestra capacidad para superar las dificultades y adaptarnos a los cambios que se vayan produciendo. Cuando el niño es un bebé, necesita que cuiden de él para sobrevivir, se le demuestra afecto, cuidando de su bienestar físico. Al poco tiempo aprende a satisfacer sus necesidades pero todavía hay que ayudarle, aunque la ayuda física va disminuyendo progresivamente.
Por supuesto que no existe una regla básica para mejorar la comunicación y el afecto en una familia ya que cada una es un mundo distinto, con un lenguaje único. Pero la mejor manera de mejorar la comunicación, es que exista, por parte de los padres, la voluntad, el interés y la disponibilidad para crear este clima familiar.
Es recomendable que en todas las familias exista un espacio dedicado a la unidad familiar, en el cual, todos los miembros se sientan escuchados y aceptados. Es interesante dedicar un tiempo determinado a crear un ambiente abierto a las opiniones de todos, donde tanto los hijos como los padres se sientan cómodos para dialogar. Por ejemplo, podemos dedicar todos los días quince minutos para reunir a la familia y que cada uno comente las impresiones del día. En este caso sería oportuno quizás elegir el momento de la cena, ya que en la mayoría de las familias es el único momento en el que se encuentran todos los miembros. También se puede dedicar una hora al final de la semana, en la cual podamos dialogar sobre los acontecimientos ocurridos durante la semana, explicar las normas y planificar las actividades familiares de la semana (sin olvidar las actividades de ocio familiar). Por último, es importante que esta “asamblea familiar” sea un espacio libre de distracciones (no televisión, música, interrupciones…) con el objetivo de facilitar, en la medida de lo posible, un buen clima que favorezca el diálogo.
¿CÓMO PODEMOS FOMENTAR LA COMUNICACIÓN?
La comunicación entre padres e hijos debe efectuarse esencialmente a través de la palabra. El intercambio verbal es privilegio del ser humano. Educar es crear un diálogo. Cuando los padres demuestran a través de sus palabras, sus sentimientos de aceptación hacia su hijo, poseen una fuerte herramienta para influir en la opinión que el niño tiene de sí mismo y lo ayudan a auto-valorarse. De esta forma facilitan su desarrollo, permitiéndole adquirir independencia y auto-dirección.
Cuando existe buena comunicación en una familia, seguramente se puede afirmar que existe un compañerismo, una complicidad, y un ambiente de unión y afecto en la casa. Habrá sobretodo un respeto mutuo y unos valores más asentados. Sin embargo, crear este clima de comunicación en la familia, no es una tarea tan fácil. Hay que ayudar a los hijos practicando con ellos, es decir, los padres deben introducir mecanismos que faciliten la comunicación.
Podemos destacar unos consejos para facilitar el desarrollo de una comunicación sana, como por ejemplo, si queremos dar una información concreta hemos de buscar expresarnos de una manera clara y que sea positiva. De modo que es mejor decirle a nuestro hijo: “Estoy muy contenta cuando comes sin mi ayuda”, en vez de decirle “Estoy cansada de tener que darte de comer todos los días”.
También es importante que tengamos en cuenta que debemos ser fieles a la regla: “Todo lo que se dice, se cumple”. Es decir, siempre que acordemos una regla debemos cumplirla, haciendo cumplir la consecuencia, en caso de desobediencia de dicha regla. De esta manera lograremos ser consecuentes con la educación de nuestros hijos. También tenemos que tener en cuenta que los mensajes que mandamos son consistentes y no son contradictorios.
Debemos empatizar y ponernos en el lugar del otro, antes de ser padres, hemos sido hijos, con lo cual sabemos cómo pueden sentirse en determinadas situaciones. Al igual que tenemos que escuchar con atención e interés sus demandas y opiniones, creando un clima familiar que facilite la comunicación. Para conseguirlo hay que pedir la opinión de los demás, y lo más importante, aprender a compartir y expresar nuestros sentimientos.
Por último, hay que mencionar que existen también formas no verbales para comunicarse, como, por ejemplo, el no hacer nada o no decir nada en una situación en la cual el hijo está realizando una tarea o actividad, puede comunicar aceptación. El silencio es un mensaje no verbal que puede utilizarse eficazmente para hacer que una persona se sienta realmente aceptada. Hay muchas situaciones en las que la comunicación es sinónimo de silencio (aunque parezca paradójico). En la vida de un hijo, como en la de cualquier persona, hay ocasiones en que la relación más adecuada pasa por la compañía, por el apoyo silencioso. Ante un sermón del padre es preferible, a veces, una palmada en la espalda cargada de complicidad y de afecto, una actitud que demuestre disponibilidad y a la vez respeto por el dolor o sentimiento negativo que siente el otro.
Alicia Pérez
Ana Gómez
Ana Martín