Igual que en las olimpiadas de 1992 en Barcelona se gritaba en todas partes y a los cuatro vientos; ¡Es- pa – ña!… ¡Es-pa-ña!… ¡Es-pa-ña!…, se repitió cuando la selección española de fútbol se proclamaba ¡Campeona del Mundo! y no era para menos, ya que en ambos casos era la primera vez en la historia que nuestros deportistas en general y la selección balompédica en particular se alzaron con tan preciadísimo título.
¡Bar-ça!… ¡Bar-ça!… ¡Barça!… (también un equipo español con mas de la mitad de seleccionados) es el grito de guerra ensordecedor y unánime que se oye en los enfrentamientos con sus rivales en los diversos torneos internacionales en que participa.
¡Ma-drid!… ¡Ma-drid!… ¡Ma-drid!… gritaremos los aficionados al mejor fútbol si, como parece, este año se gana la décima Copa de Europa.
Y son muchos más los deportistas que envueltos en la Marca España destacan sobre el resto de países en los cuatro continentes: Rafa Nadal, F. Alonso, J. Lorenzo, P. Gassol, por ejemplo.
También en otras áreas; ciencias, literatura, bellas artes, medicina, arquitectura, pintura, España ha tenido y tiene figuras de reconocido y honrosísimo papel de liderazgo en el mundo. Todos ellos dignos embajadores de la Marca España.
Y por si el nombre de España sonaba aún poco, el miércoles día 13 de marzo último se proclamaba PAPA a un cardenal italo-argentino de habla española, que cuando sonó el nombre que adaptaba como sucesor de Benedicto XVI, enarbolando banderas argentinas y españolas con la misma o mayor fuerza -si cabe- que en los casos anteriores, infinidad de voces clamaban a grito vivo y en español: ¡¡Fran-cis-co!!… ¡¡Fran-cis-co!!… ¡¡Fran-cis-co!!… en la mismísima Plaza de San Pedro (Roma) abarrotada de fieles de toda clase y condición. Si a esto añadimos que el acto se retransmitía a todo el mundo, es probable que alguien desde muy lejos, que no supiera de nuestro país, se enterase de que España como Teruel «también existe».
Lo negativo de esas enfervorizadas masas, que se envuelven en la bandera de sus países y se creen los amos del universo, con tan delirante actitud suelen excederse y menospreciar al diferente solo por serlo, y eso no es bueno.
Sin embargo, sin reprimir las emociones pero dominados los sentimientos, cogidos de la mano de los demás, sean de la raza, color o credo que sean, sería muy positivo. Es decir, que si todos obran de manera civilizada y con el máximo respeto al desigual, actos de tal naturaleza no deja de ser algo admirable.
El impacto emocional de la «fumata blanca» reúne gentes llegadas de los lugares mas remotos, para asistir a la apertura de un nuevo papado. Y lo que tiene de especial este movimiento ecuménico, además de mostrarse tanta gente abrazada como hermanos en Cristo, es que esos grupos ejercen de embajadores populares de sus respectivos pueblos.
Y por último (tenía que decirlo) ¿no es mejor que se nos conozca a los españoles por todo lo apuntado (también por los churros en china y el jamón de pata negra) que por el bochornoso y «presunto» espectáculo que por la corrupción masiva y las estafas legales están protagonizando políticos, empresarios, policía incluso algún miembro cercano a la familia real?