“Los pueblos que desconocen su historia están condenados a repetirla”. Esta frase de Nicolás de Avellaneda, que él mismo atribuyó a Cicerón, es el prólogo de mi meditación de hoy. Hace ya 38 años de la muerte del dictador y el eterno conflicto de las “dos Españas” sigue latente en nuestra sociedad. Eso indica que algo no se hizo bien en la llamada transición, o es posible que esa tal transición no llegase a existir.
La crisis económica y política actual ha llevado el problema de las dos Españas a un momento delicado. Los ciudadanos desesperados, sin rumbo, y sin ninguna confianza en las instituciones reclaman otro orden político, y en su ignorante desesperación, cada vez más imploran a un “Salvapatrias” que borre de un plumazo la corrupción y la mediocridad de la política actual.
La solución, sin embargo, está hacia otro lado. Incidir y ahondar más en el espíritu democrático de nuestra sociedad, avanzar hacia una sociedad auténticamente democrática y limpia, donde los representantes del pueblo ejerzan como tales y donde toda la sociedad se implique en su conjunto. Es la única solución, y sin el compromiso de mucha gente, sin el trabajo y las aportaciones de todos no conseguiremos salvar realmente a nuestro país.
Quisiera que cada uno de vosotros reflexionarais cada vez que se os pase por la cabeza la idea de una dictadura. El último experimento absolutista de nuestro país nos costó un conflicto, que continuó durante casi 40 años, y que se saldó con la pérdida de cerca de un millón de vidas humanas, y la pérdida del tren del progreso en varias décadas. Las consecuencias aún son visibles, y la prueba está en la poca calidad democrática de nuestros gobernantes, el tufo dictatorial que destilan y la arrogancia con que ejercen el poder, como si lo hubieran heredado y no estuviesen a disposición del pueblo.
Pero el mayor error que se puede cometer es pensar que la solución para acabar con la corrupción es una dictadura, por eso debemos remitirnos una vez más a la historia para recordar como los regímenes más corruptos siempre han estado alojados en sendas dictaduras. No hay que ser un premio Nobel para darse cuenta: El hecho de que la corrupción no sea noticia en un régimen tiránico se debe a que la libertad de prensa está prohibida, y la gente cae en el pueril argumento de que una cosa que no se sabe no existe.
Repito: Tenemos que rescatar nuestra democracia, hacerla mucho más participativa, tenemos que implicarnos todos en salir adelante. No podemos seguir lavándonos las manos y esperando que alguien lo arregle, la situación actual es la consecuencia de esa desidia del pueblo. Si ninguno de nosotros dejamos las riendas de nuestro hogar a alguien de fuera, como somos capaces de no implicarnos en los asuntos de nuestra gran casa? La pasividad y la indiferencia son las herramientas de la estupidez humana. Tenemos en la memoria colectiva muy arraigada una frase: “A mí no me interesa la política”, eso quiere decir que no te interesa el futuro de tus hijos, que no te interesan los problemas de tus vecinos, y por extensión los tuyos. La educación, la sanidad, las pensiones, el trabajo y el bienestar social es algo fundamental para todos, no podemos dejar nuestras vidas en las manos de nadie. Lo cómodo para el ser humano es que alguien le diga lo que tiene que hacer, pero el precio a pagar es muy grande.
Debemos perder el miedo a la libertad, la libertad es un deporte que necesita de mucho entrenamiento. La libertad se perfecciona y se completa a base de ejercerla. Y no os equivoquéis: La libertad es el derecho más básico del ser humano, el único camino para evolucionar y no extinguirnos.
No repitamos la historia. Por favor: ¡sed inteligentes!