Querida gente de Tomelloso y alrededores:
Pues sí… ha llegado ese momento que nunca pensé que llegaría tan pronto (ni tan de golpe): el 31 de agosto de 2025 se cierra mi etapa como médico de Urgencias en el Hospital General de Tomelloso después de casi 5 años. Al parecer ya no les hago falta. Y antes de irme, no podía quedarme sin escribiros unas líneas… que uno no se va así como así de un sitio donde se ha sentido tan a gusto.
Yo llegué aquí siendo un médico gallego, acostumbrado al pulpo, a la lluvia y a decir «carallo” más de la cuenta. Pero me topé con un sitio que me desarmó desde el primer día: acogedor, noble, entrañable… y con más calor que el horno de una panadería en agosto, todo hay que decirlo. Pero calor del bueno también: el humano, el que arropa, el que te hace sentir de casa.
No os imagináis lo bien que me habéis hecho sentir, tanto los tomelloseros como los vecinos de Socuéllamos, Pedro Muñoz, Argamasilla de Alba… y de cualquier rincón donde haya un alma manchega dispuesta a regalar una sonrisa o unas gachas.
He comido migas, he brindado con vino de la tierra (¡qué vinazos, madre mía!), he aprendido refranes que aún no entiendo del todo… y hasta me han llamado “gallego-manchego” en urgencias. Vamos, que me llevo un máster en mancheguismo sin haberlo pedido.
Y si hablamos de gente con la que ha sido un lujo compartir curros, también guardias y hasta cafés fríos a las cinco de la mañana: ¡GRACIAS a todo el personal del hospital! Sois una familia y eso no se olvida.
Pero permitidme una mención muy, muy especial para los compañeros de las ambulancias del SESCAM y del 112. Qué pedazo de profesionales, y qué buen humor tenéis incluso en los momentos más complicados. mi admiración y gratitud a la Guardia Civil y a la Policía Local, que no solo cuidan de la gente, sino que también nos han cuidado a nosotros los sanitarios como si fuésemos parte de su equipo.
Me voy con una mezcla rara de tristeza y orgullo, pero sobre todo con el corazón lleno. Gracias por el cariño, por los abrazos (literal y figuradamente), por los “doctor, cuídese”, y por cada momento compartido.
No sé qué me deparará el futuro, pero una cosa la tengo clara: yo aquí he sido feliz. Y eso no se olvida.
Así que, Tomelloso querido, esto no es un adiós… es un “hasta luego” (y a ver si cae alguna Feria, que yo me apunto).
Con todo mi cariño, y una sonrisa manchego-gallega,
P.D. Que viva la Virgen de las Viñas y su niñete! Cuando en unos días esté en Compostela abrazando al Apóstol Santiago le mandaré saludos suyos!
Juan Carlos Rodríguez Casmartiño
(Médico de Urgencias y aprendiz de tomellosero)








