La Casa de Medrano de Argamasilla de Alba acogió la presentación del libro ‘Caperucita y la verdad escondida’, de Carmen Carretero, una obra dirigida a los pequeños lectores de la casa, aunque aquellos más vagos para la lectura o que simplemente aún no sepan leer pueden disfrutar con las atractivas ilustraciones, de Caroline Culubret, que acompañan al texto, o viceversa.
De la mano de la editorial Hilos de Emociones, autora e ilustradora, acompañadas por el concejal de Cultura, José Antonio Navarro, presentaron una obra en la que “Caperucita descubre la verdad sobre Lobo, respirando hondo para alejar el miedo, aprendiendo a ponerse en su lugar, mirándolo más allá de lo que aparenta, y respetando su esencia y sus diferencias”, según se puede leer en la contraportada de la obra.
Tras una breve presentación y felicitar a las autoras, el concejal cedió la palabra a la educadora social, Dulce Serrano, que destacó la importancia de los cuentos “como una herramienta para manejar emociones” y trabajar la empatía.
“Este cuento es una historia dedicada, sobre todo y con mucho cariño, a las abuelas (…) y a todos esos abuelos, cada vez más, que las acompañan y se involucran en el cuidado de sus nietos y nietas”, afirmó la autora.
“A veces nos dejamos llevar por las emociones que nos distorsionan la realidad”, subrayaba carretero, haciendo daño con nuestro comportamiento, cuando en realidad no se quiere hacerlo.
Este es un trabajo abierto a la imaginación y a la interpretación de niños, niñas y mayores, el cual tiene como objetivo último “que se pueda disfrutar leyéndolo y explorando verdades ocultas”, finalizó diciendo la autora.
La ilustradora calificó la obra de mágica y destacó de ella que ayuda a “unir a las personas”. Por otro lado agradeció a la editorial Hilos de Emociones que les abriera sus puertas, cuando otras se las habían cerrado, y excusó la ausencia de la editora, María Domínguez, por problemas de salud.
Durante la presentación, los asistentes pudieron ver y deleitarse con los originales, que colgaban de las paredes del salón de actos, creados por Culubret para este cuento.
