En el anterior artículo se abordaba el tema del bullying o acoso escolar. En este, se retoma el tema para ampliarlo desde la perspectiva del niño que acosa, de los niños que son testigo de la situación y de los padres y profesores que sospechan o están al tanto de una circunstancia como esta.
Partimos del dato, más que preocupante, de que aproximadamente 2000000 de niños sufren acoso escolar en las aulas (26%) de los cuales el 5-10% con alta intensidad.
Mientras que el niño acosado tiene un aspecto contrariado, triste y camina con los hombros caídos, poco erguidos, como si quisieran desaparecer, el niño acosador se va a mostrar erguido, en plan ¡prepotente! Hay que estar atento a los hijos que en casa muestran signos de ser manipuladores, agresivos, excesivamente rebeldes, chantajistas, que intentan salirse siempre con la suya y no respetan normas y límites, que plantean problemas con frecuencia, etc.
Por supuesto que no todos los niños que se comportan de este modo van a ser acosadores, es posible que coincida con una etapa evolutiva que se reconduzca adecuadamente y quede atrás. Pero, hay veces que estos rasgos delimitan un perfil de niño que está molestando o acosando a otro.
Debemos reconocerlo cuanto antes porque, a su vez, estos niños que están conformando su personalidad y educación deben ser ayudados. Hay que actuar con firmeza, no hacer concesiones cuando intenten dar excusas como – Es que me miró mal, me dijo, me insultó… No hay que aceptarlo sino ¡actuar! Los padres y profesores deben explicar con rotundidad que no les van a permitir seguir haciendo daño a otros porque al hacerlo, además, se hacen daño a si mismos, al resto de la familia y a todos como sociedad. Y en el futuro, probablemente, no se lo perdonarán.
Los cumpleaños, quedar para merendar y otras celebraciones son oportunidades para conocer la vida social de nuestros hijos. Si hay un niño al que nunca se le invita, debemos preguntarnos por qué, ¿qué está pasando con ese niño? ¿Puede esto denotar una situación de discriminación? En caso afirmativo, conllevará una profunda conversación con los menores.
Otra posible alarma es el material escolar, la ropa, juegos y juguetes. Si al revisarlo vemos que nuestro hijo tiene cosas que no le hemos comprado o regalado en la familia o amigos, debemos preguntarle de dónde lo ha sacado. Seguramente, va a decir que se las ha encontrado o se las han regalado en clase pero, sobre todo si son de valor, hay que cuestionárselo porque es posible que sea mentira. Entonces, podemos pensar que se lo ha quitado a otro niño.
Cabe preguntarse y atender las motivaciones del niño que molesta o acosa. Destacamos dos de ellas:
- El que lo hace por entretenimiento. Se trata, desgraciadamente, de niños que disfrutan haciendo daño y muestran una falta de empatía total. Dicen que no se dan cuenta, pero en el fondo si lo hacen, aunque quizás no con la magnitud que se corresponde con los hechos.
- Familias desestructuradas, donde su estilo de relacionarse es pegar. Son niños dañados, que a su vez, están siendo maltratados, contienen mucha rabia y la gestionan así. La rabia tiene que salir, la rabia es la otra cara de la tristeza.
Si bien es cierto que, en muchas ocasiones, hijos de familias desestructuradas no sólo no asumen este estilo de relacionarse sino que lo rechazan y funcionan con el opuesto siendo capaces de vincularse y comunicarse de forma sana con sus hijos.
Subrayo la idea de que todos estos niños que molestan o acosan están conformando su personalidad y educación por lo que tienen derecho a ser ayudados, a su vez.
Respecto a los niños que son testigo de una situación de acoso es fundamental hablar con ellos y animarles a denunciar la situación, a vencer “la Ley del silencio”. Hay que enseñarles a ser empáticos, a ponerse en el lugar del otro, invitarles a la reflexión “a ti te puede pasar también”. Enseñarles la responsabilidad de proteger al compañero que está sufriendo, recurrir a los adultos y contarlo. También, orientarles a hablar con los acosadores y decirles que paren, que no se puede consentir que ocurra.
Con toda seguridad habrá que vencer la creencia – es que voy a ser un chivato y el miedo a que si lo cuentan les hagan lo mismo. Hay que explicar a los niños que no, que denunciar estas circunstancias no es ser un chivato, eso es actuar con sentido común, con madurez y con justicia. Ayudar al débil.
En cuanto a los profesores, que trabajan con ilusión y compromiso en las aulas, hay que reconocer la dificultad que tienen muchas veces para detectar este tipo de realidades puesto que los niños que acosan modulan mucho su lenguaje, tienen un doble comportamiento dentro y fuera de clase o en el patio, molestando únicamente cuando los maestros no les ven.
Una vez localizada y reconocida la situación de acoso, hay que actuar con sentido común. En función de la gravedad y circunstancias, unas veces será posible establecer un diálogo entre el niño que molesta o acosa y la víctima y otras no será posible en absoluto, puesto que el niño que sufre está en inferioridad de condiciones y le puede generar mucho estrés un careo.
Cuando la situación es muy grave e insalvable hay que pensar en separar a esos niños de clase e, incluso, en un cambio de colegio.
El acoso escolar es un problema muy serio para los niños que lo sufren y quienes lo cometen, los padres, las familias, los docentes y, en general, toda la sociedad. Y nos lleva al planteamiento ¿qué está pasando en las aulas? No se puede tolerar esta situación ¿cómo prevenir? ¿cuáles son las soluciones?
Debemos estar muy atentos a nuestros niños. Mirarlos y escucharlos que es mucho más que verlos y oírlos.
Es fundamental la educación temprana en sentimientos y empatía, al igual que la comunicación con los hijos. Y por supuesto, dar ejemplo, los niños aprenden de lo que ven, no de lo que les decimos.
Si en algún momento, un adulto tiene la intuición de que se está produciendo una situación de acoso (cree estar cerca de una víctima, de un niño acosador o de un niño que es testigo de acoso) hay que seguirla e investigar qué ocurre hasta tenerlo claro. Si no sabe bien qué hacer, hay que recurrir a profesionales y Asociaciones quienes darán orientación.
El acoso escolar es un tema en el que actualmente están trabajando muchos profesionales con gran ilusión y compromiso. Desde aquí ¡muchas gracias a todos ellos!