La remodelación de la acera en el tramo comprendido entre la Calle Oriente y la Calle Méjico, el Sector 2, arroja la desaparición de cinco o seis plátanos de sombra de notable porte. El proyecto consiste en la renovación de 200 metros lineales, con 6 metros de anchura, de pavimento y acerado, y ha sido adjudicado a una empresa local. El coste es de 100.000 euros, 70.000 de los cuales corren a cuenta del Plan de Obras de la Diputación Provincial de Ciudad Real, y los 30.000 euros restantes, del Ayuntamiento de Tomelloso.
Una reforma urbanística diseñada para la mejora de la ubicación y visibilidad del mobiliario urbano, y para el cambio de la red lumínica y de saneamiento que, sin embargo, ha derivado también en una demoledora intervención contra unos árboles que molestaban o eran incompatibles con los cánones estéticos, o de otro tipo, del Área de Urbanismo y Obras.
Si el año pasado fueron las acacias de la misma avenida, ahora es el turno de magníficos plátanos, de diámetro considerable, copa frondosa y estado de salud perfecto. Una alineación de ejemplares que atenuaban el ruido y la contaminación atmosférica del intenso tráfico, que proporcionaban buena sombra, y que concedían una nota de color en una concurrida zona de paso y de interacción social de estudiantes, vecinos, peatones, y clientes de terrazas. Lo que no ha bastado para impedir su desaparición. Ni la segura presencia de nidos ocupados en los árboles ha conseguido aplazar su derribo.
Bajo las más inopinadas excusas, el Ayuntamiento de Tomelloso prosigue con una política arboricida sin complejos, no exclusivamente materializada en salvajes talas (recordar las acontecidas con los chopos de la Calle Oriente y García Pavón, o la más reciente del barrio del Carmen). Así, el abandono de algunas zonas verdes es palpable por la falta de inversión en el Área de Medio Ambiente, cuyos servicios y con lo que tienen, no llegan ni de lejos a cubrir el mantenimiento de parques y paseos. Por otra parte, el agresivo e impersonal urbanismo municipal no ayuda a poner en valor parámetros de sostenibilidad, como la adaptación de la obra pública, de las redes de suministro, y de la nueva edificación a los árboles y arbustos presentes. En su lugar, la tala expeditiva se convierte en el recurso resolutivo.
Se echa en falta un mínimo de coherencia y observancia institucional hacia la propia legislación. La Ordenanza Municipal de Medio Ambiente prohíbe en términos generales la corta y supresión de la vegetación existente, y obliga el acondicionamiento, adecuación y respeto de las obras a las plantaciones de árboles y arbustos, y su previa señalización en los proyectos antes y durante su desarrollo.
Con la Ordenanza Municipal de Medio Ambiente en la mano sería impensable la normalización de talas injustificadas de nuestro arbolado urbano, como realmente está sucediendo. Un manejo oportunista o caprichoso de las zonas verdes que hace primar los intereses cortoplacistas (electorales y comerciales) sobre el interés general. En vez de cuidar y mantener, en las mejores condiciones, lo que hay, se crean nuevos parques a efectos propagandísticos. Por otra parte, se abandona, o se quita de en medio árboles relativamente longevos y maduros, para sustituirlos con plantas de vivero de empresas que hacen negocio con el Ayuntamiento de Tomelloso. Los planes de reposición del arbolado urbano se asemejan cada vez más a una especie de subterfugio, presuntamente clientelar, no coincidentes siempre con la sostenibilidad, la ecología urbana, el uso y disfrute de los espacios verdes, y la lucha contra el cambio climático.
Como no podía ser de otra manera, Ecologistas en Acción ha hecho llegar al Ayuntamiento de Tomelloso su enérgica protesta por el nuevo ciclo de talas de árboles en la Avenida Juan Carlos I, solicitando sendas copias del informe técnico y la licencia urbanística que las justifican, una moratoria del apeo, tala y extracción de árboles (con la lógica excepción de causas de urgente e inaplazable necesidad, como en casos de riesgo de caída), y el respeto a la Ordenanza de Medio Ambiente.