Después de la jornada de revuelta feminista, toca hacer balance. Ser feminista no es una fecha, ni salir dos días al año, hacerse fotos y ya está. Es algo mucho más profundo, es una forma de ver la vida.
Nacer mujer, significa que tendrás un salario más bajo que tu compañero, un techo de cristal difícil de romper, que te juzguen por tu forma de vestir o de divertirte, que seas un objeto sexual y, además, que no te quejes por ello.
Salir a las calles a manifestar nuestra rabia, nuestra impotencia, es también criticado por algunas/os, aunque también está cambiando esa actitud de alguna manera, ya que este año el 8 de marzo, muchos de los que criticaban, se han lanzado a las calles, a reivindicar junto a esas “feministas radicales”.
Es curioso el oportunismo de algunas personas que, sin rubor, se agarran a una pancarta o se hacen fotos, cuando antes criticaban esas cosas. Como se ponen en primera fila, porque ahora son más feministas que nadie, eso sí criticando a las demás, diciendo que adoctrinamos, que victimizamos a las mujeres, que les molesta hablar de capitalismos feroz, como si nuestra sociedad no lo fuera o les molesta hablar de patriarcado, porque según ellas no existe.
Pues bien, algunas llevamos muchos años en esto, no solo salimos dos días año. Nuestro feminismo, es un estilo de vida, donde ponemos la vida en el centro, donde luchamos con aquellos compañeros que quieren estar a nuestra lado, no delante ni tampoco en plan paternalista o actitudes de ser feministas. No, repito, luchan a nuestro lado, entendiendo nuestras batallas y, a veces, dando un paso atrás, sabiendo que su postura no es nada fácil. Luchamos porque no se nos juzgue por nuestra forma de vivir, por tirar este sistema capitalista que nos oprime y nos ahoga.
Términos como patriarcado, capitalismo o asesinatos de mujeres a algunas les da miedo y resquemor usarlos, pero luego se presentan en las manifestaciones como si nada, copando las fotos, los primeros lugares, como si su lucha fuera la nuestra.
Me siento muy orgullosa de ser mujer, abolicionista, anticapitalista y de izquierdas, peino canas ya en estas batallas. Tengo un hijo, al que he educado en igualdad que tiene claro que en una relación nadie es más, que no ayuda en casa, colabora, que no se jacta de sí plancha, lava o hace la compra, lo hace porque es algo normal en su vida y en la de pareja, que nunca ha tratado de ser superior a una mujer por el hecho de ser hombre, aunque también es verdad que no ha sido fácil, por el mundo que le rodea, que no critica a ninguna mujer por su forma de ver la vida.
El feminismo no es una moda, es una lucha por la igualdad, nosotras no adoctrinamos, queremos llegar a casa solas o acompañadas, vestidas como queramos, beber si nos apetece, caminar de noche por las calles sin miedo a ser atacadas, tener el control absoluto de nuestro cuerpo y todo esto no se arregla enarbolando la bandera feminista, dos veces al año.
Tenemos mucha lucha por delante y muchos obstáculos que vencer, desgraciadamente todavía, hasta que las leyes y la sociedad, sean de verdad igual para todas las personas.