Este 25 de noviembre no saldremos a las calles como hemos hecho otros años para mostrar a la sociedad que la violencia contra las mujeres existe, que recorre todos los ámbitos y exige implicación para que cese, porque este 25 de noviembre la situación sanitaria nos obliga a poner como siempre la vida en el centro y velar por la salud de todas.
Este 25 de noviembre no nos olvidaremos que la pandemia ha afectado de una forma desigual a las mujeres. Muchas han sufrido la violencia dentro de su hogar compartiendo espacio durante el tiempo de confinamiento con sus maltratadores, otras han sido despedidas y se han quedado sin poder llevar sustento a sus familias, otras muchas permanecen confinadas en pisos y locales sufriendo la voluntad de los puteros y de sus explotadores. Tampoco nos olvidaremos de que muchas son mutiladas, torturadas y utilizadas para la explotación reproductiva. Con este panorama no podemos dejar de reclamar la implicación institucional en Castilla-La Mancha más que fotos y aplausos. Queremos una implicación real más que simbólica y no queremos homenajes, queremos realidad en los presupuestos.
Han sido bastantes las ocasiones en las que hemos denunciado que sin dotación suficiente no se pueden poner en marcha políticas preventivas contra la violencia hacia las mujeres, ni políticas que frenen el desempleo y que traigan trabajos dignos. Hablamos de políticas que posibiliten la independencia económica de las mujeres frente a sus maltratadores, políticas que cubran la desesperación de las mujeres rurales que no pueden denunciar porque en sus núcleos poblacionales resulta imposible sustraerse a la relación con familiares, vecinos y vecinas.
Los presupuestos de Castilla-La Mancha para el 2021 están llenos de promesas y escasos de dotación porque si la intención es proteger, mermando los recursos económicos se merma la protección.
Por poner un par de ejemplos que inciden en la protección ante la violencia, dentro del plan integral de Garantías Ciudadanas de Castilla-La Mancha y en el apartado de Igualdad de Género: en concreto en “Ayudas de solidaridad y sociales a mujeres Víctimas de VG”, la partida destinada supone una merma con respecto a los presupuestos de 2020 de más de 13 millones de euros, algo ESCANDALOSO para un gobierno que saca pecho en materia de lucha contra la violencia de género.
Las mujeres necesitan empleo para poder ser dueñas de su vida y para ello en los presupuestos de cualquier administración y en este caso para la JCCM, deben estar claramente consignadas partidas dedicadas al fomento del mismo. Si damos por supuesto (siendo generosas en el suponer) que dentro del epígrafe del Plan de Garantías para incentivos a la contratación están las mujeres incluidas, en un año especialmente difícil para el empleo femenino, la calculadora se muestra tozuda ya que es aquí donde se pierden más de 50.000 euros en relación a lo presupuestado el año anterior que no produjo los efectos de garantía laboral para las mujeres manteniendo brechas salariales inasumibles. Por escrito queda que así se demuestra poca intención de incentivar.
El privilegio masculino para satisfacer deseos sexuales con los cuerpos de las mujeres, normaliza, excusa, tolera e, incluso, perdona la violación y, al mismo tiempo, culpabiliza a la víctima. Para una región como Castilla-La Mancha donde se denuncia una violación cada tres días es imprescindible trabajar desde la educación para acabar con las violaciones y las manadas y poder caminar por la calle sin miedo, pero ¿cómo hacerlo si de los 1.508 centros educativos que existen en Castilla-La Mancha en 2019, según datos de la propia Consejería de Educación, Cultura y Deporte, se ha impartido la asignatura de “Igualdad, tolerancia y diversidad” tan solo en 56?
Y es que a pesar de estar recogida su implantación general en todos los centros en la Ley por una Sociedad Libre de Violencia de Género aprobada en 2018, esta asignatura sigue sin ser obligatoria y se imparte solo para los centros que manifiestan querer impartirla e incluso se ha rechazado que se imparta en algunos que la han solicitado expresamente. Sin formación específica, ni incentivos para el personal docente la implantación será dolorosa y tardía y hará imposible durante varias décadas acabar con la cultura machista, misógina y violenta que prende con rapidez en el terreno abonado del desconocimiento.
La construcción del país, de la región y de los municipios que necesitamos pasa por trabajar codo con codo con el movimiento feminista con una estrategia adecuada para impregnar de forma transversal todos los presupuestos de igualdad no solo algunas partidas, homogénea y coordinada, algo que se debe incorporar desde la agenda política con la implicación de todos los organismos, consejerías y entes regionales públicos, no con una Consejera sin consejería. Hasta que esto no suceda seguiremos en el rincón de las mujeres dando pinceladas que más o menos disimulan algunas grietas pero que no llegarán a cubrir jamás la brecha y que serán incapaces de erradicar la violencia hacia las mujeres.