El fervor de los argamasilleros y argamasilleras por su patrona pudo con la lluvia y las fuertes rachas de viento que azotaron a los romeros que el pasado domingo trasladaron a la Virgen de Peñarroya desde su santuario en el castillo del mismo nombre hasta Argamasilla de Alba.
Como marca la tradición, el último domingo de abril (con alguna excepción por la Semana Santa), el pueblo de Argamasilla de Alba celebra la Romería de Abril llevando la imagen de su patrona desde su ermita, donde ha pasado aproximadamente los últimos cuatro meses, hasta la iglesia principal de la localidad, dedicada a San Juan Bautista, donde permanecerá hasta el segundo sábado de septiembre que es llevada de nuevo a su ermita.
Diez son los porteadores y porteadoras que tienen el honor de llevar a la patrona sobre sus hombros, andando y en algunos momentos corriendo, los más de 12 km. que separan su santuario de la localidad, un trayecto duro que este año lo fue mucho más por las adversas condiciones climatológicas, una experiencia que hombres y mujeres consiguieron sobrellevar movidos y fortalecidos por su devoción a la Virgen.
A la entrada de la localidad, junto a las autoridades locales, esperaban a la patrona cientos de argamasilleros y argamasilleros de todas las edades junto a la Banda de la Agrupación Musical “Maestro Martín Díaz”, que abrió paso a la comitiva durante todo el recorrido hasta la entrada de la iglesia, donde la imagen hace parada para que desfilen ante ella los vehículos que le han acompañado en el camino. Aunque previamente, la imagen hizo un receso en la residencia de mayores que lleva su nombre, para que los mayores pudieran verla.
Terminado el desfile, cogió el testigo la Agrupación Musical “Jesús Crucificado” escoltando a la Virgen hasta la entrada principal, por donde accedió, al son del himno de España interpretado por la Maestro Martín Díaz, a la que será su casa hasta el mes de septiembre.
Destacar, como si de una metáfora se tratase, que Argamasilla de Alba recibió a su patrona con un radiante sol que consiguió abrirse paso entre las nubes, volviéndose de nuevo a cubrí una vez amparada la imagen entre los muros de la iglesia parroquial, incluso con breves momentos de lluvia.