Se ha tomado por costumbre que en los informativos de cualquier medio de comunicación se incluya una noticia sobre violencia de género, una víctima más, y no puede ser. Me niego a que sea un número más que se sume a una lista.
En lo que llevamos de año son cuarenta y seis las mujeres que presuntamente han sido asesinadas por sus parejas sentimentales. La realidad es la siguiente: cuarenta y seis familias han sido truncadas, cuarenta y seis madres se han quedado sin sus hijas, cuarenta y seis son las mujeres que se han quedado sin una de sus hermanas y así podríamos seguir como cuarenta y seis hijos se han quedado sin sus madres por celos o por un arrebato de su padre. Es duro decirlo, pero esta es la realidad que sufren muchas familias de nuestra sociedad. En nuestras manos está cambiar el rumbo.
Como parte de la sociedad debemos luchar para terminar con esta situación porque todos tenemos un derecho, el de ser felices.
La felicidad puede ser confundida como algo relativo que no te puede tocar pero, la verdad, es que es el derecho fundamental por excelencia ya que las piedras y baches en el camino vienen solos, pero se pueden saltar y sortear con la gente que nos hace felices, como por ejemplo la familia o los amigos.
Por este motivo, que todos tenemos derecho a la felicidad, alzo la voz por este medio para decir a todas esas mujeres o personas que sufren este tipo de violencia, que hablen con esa madre, hermana o hermano, esa amiga o amigo y le digan que juntos, cogidos de la mano podemos con ello, y que después serán las instituciones las que se encargarán de protegernos.
A ti que me estás leyendo, mereces ser feliz.