Juan Ángel Cabaleiro es el ganador del Premio de Narrativa “Francisco García Pavón” de la LXVII Fiesta de las Letras. Lo ha hecho con la novela “El secreto de La Quebradita”, una trama compleja que abarca desde el realismo casi autobiográfico hasta las situaciones más delirantes en una trama que hará que el lector no pare de leer. Cabaleiro es un escritor argentino nacido en Buenos Aires en 1969.
Tiene una nómina extensísima de premios literarios y ha publicado, “La guerra del tabaco y otros relatos” en 2011, “Los zapatos de la paciente Flechner y otros cuentos” en 2013, “Cuentos de las dos orillas”, de 2014 y la novela “La vida bochornosa del negro Carrizo” en 2015.
PREGUNTA: —Por lo que hemos podido ver en su biografía, usted es un autor muy premiado. ¿Le sigue emocionando recibir premios?
RESPUESTA: —Sí, la emoción está. Ocurre que los premios literarios llegan a convertirse en una especie de adicción; cada vez se necesitan más, y uno se vuelve una especie de coleccionista. En mi caso, he puesto el freno hace un tiempo, y ahora participo muy poco en concursos, y trato de apuntarle a los más importantes.
P: —De Argentina a Tomelloso…
R: —Iré a participar del acto de entrega de premios, que tengo entendido que es bastante fastuoso. De paso visitaré Madrid, que es una ciudad que me encanta, y donde he vivido quince años. En esta ocasión estaré un mes entre Tomelloso y Madrid, cosa que me entusiasma muchísimo.
P: —¿Qué ha supuesto para usted recibir este premio, el Francisco García Pavón de novela?
R: —Un salto importante en mi carrera, la posibilidad de llegar al público español. El García Pavón es un premio muy reconocido y ambicionado; se puede considerar uno de los «grandes», de esos premios que dan visibilidad a tu obra, de tal manera que ya no quedan excusas: la novela puede echarse a andar, o quedarse estancada, eso lo decidirán los lectores.
P:—Por cierto, ¿conoce al escritor que da nombre al galardón?
R: —Claro, lo conozco a través de este premio, y lo he leído con gran placer. Me sorprendió mucho su vocación por lo local. La consigna de «si quieres ser universal, pinta tu pueblo» la sigo yo también, en eso coincidimos.
P: —¿Qué vamos a encontrar en “El secreto de La Quebradita”?
R: —Una pluralidad de voces. Es una novela en la que se cruzan tres narradores diferentes. También una trama compleja que va desde lo más realista (casi autobiográfico) hasta situaciones delirantes. Creo que la lectura es muy ágil y con todos los condimentos para que el lector no se detenga. También hay una reflexión sobre el poder y sobre la impunidad que conlleva.
P: —¿Qué prefiere, cuento o novela?
R: —Los dos géneros me apasionan, aunque últimamente estoy volcado en la novela. Creo que voy a escribir mucho más novela que cuento en el futuro. Es un género que uno nunca termina de dominar, un desafío inagotable para el escritor.
P: —¿Ha logrado ganarse la vida con la escritura?
R: —Sí, afortunadamente. Antes de escribir ficción trabajé como redactor y ya me ganaba la vida con eso: escribiendo todo tipo de textos por encargo. Después tuve un tiempo en el que viví en gran parte de los premios literarios, y desde hace unos años mis libros se empezaron a vender, poco a poco. También doy un taller literario, lo que contribuye a mis ingresos.
P: —¿Conocía Tomelloso?
R: —No, voy a visitarlos durante una temporada ahora y seguramente me convertiré en un gran promotor de la ciudad. Tomelloso se agranda y se destaca para mí en el mapa de España.
P: —¿Qué le parece que los tomelloseros mantengamos una celebración a las letras y las artes durante casi 70 años dados los tiempos que corren?
R: —Algo fantástico. Un modelo a seguir por otras ciudades. Hay que estar agradecidos a las distintas administraciones que lo han mantenido, más allá de las disputas políticas. Hay que agradecer y felicitar también a los ciudadanos, que son los que mantienen estos eventos culturales con sus bolsillos.
P: —¿En qué anda metido? Si se puede contar, claro.
R: —Siempre tengo algún asesinato en mente, algún crimen o atraco… Ideas para volcar en una novela, por supuesto.
