La Casa Cultural de Castilla-La Mancha en Ermua (Vizcaya) ha recordado el secuestro y el posterior asesinato de Miguel Ángel Blanco, quien fue concejal en este municipio del País Vasco entre los años 1995 y 1997, por parte de la banda terrorista ETA, un suceso del que esta semana se cumplen 20 años y que para el presidente de esta entidad, Juan Franscisco López, supuso «el principio del fin de ETA».
«Desde que conocimos el secuestro, nos movilizamos y la gente del pueblo empezó a hacer manifestaciones. Había que dar una respuesta a ETA, esto se había acabado. Las exigencias –trasladar a los presos de la banda a cárceles del País Vasco– eran imposibles de cumplir y era imposible que Blanco saliera vivo», lamenta López al recordar el sentir de este municipio en aquél momento en declaraciones a Europa Press.
Así, con la indignación del pueblo por este secuestro de ETA, «por el simple hecho de ser concejal y tener unas ideas políticas», y con las imágenes todavía presentes de la liberación de José Antonio Lara unos días antes, el presidente de la Casa Cultural de Castilla-La Mancha relata que salieron «a la calle a decir ¡basta!». «Fue un hartazgo de muchísimo tiempo», ha agregado.
En este sentido, López afirma que fue un episodio por el que «mucha gente que antes estaba callada empezó a hablar». «Yo no había estado nunca en manifestaciones y empecé a ir a todas. Teníamos el sentimiento de que teníamos que decir algo y el municipio de Ermua dijo que había que enfrentarse de alguna manera a ETA», sostiene Juan Francisco.
«Siempre creían que la calle era suya, quemaban contenedores, hacían pintadas en las calles y no se esperaban la reacción de la gente. Ahora los que os dicen asesinos somos nosotros. Creo que en buena parte les cambió –a ETA–, ayudamos un montón», reflexiona López sobre el papel que jugó el municipio de Ermua y la sociedad vasca en la evolución de la banda tras esta reacción.
«AQUELLO NOS UNIÓ»
Ermua acoge a gente de Galicia, Andalucía, Extremadura o de Castilla-La Mancha, apunta López, que explica que en esta localidad vascas han tenido que «aprender a convivir gente de muy diversos sitios y con diferentes culturas». «Aquellos nos unió», dice el castellano-manchego, natural de Fuentealbilla (Albacete).
«Es un punto de referencia donde la cultura y la convivencia ha sido una constante» y donde «todos los vecinos» participan en las fiestas y actividades del propio País Vasco como las que organizan con motivo de las festividades de sus regiones de origen, asevera López, que recuerda que «en su momento le llamaban –al municipio– la quinta provincia gallega–«.
«La gente que viene de fuera piensa que Ermua siempre está de fiesta. Celebramos todos los días que se celebran. Ermua siempre se ha diferenciado de que tratamos a la gente muy bien, aquí no hay nada de miedo, cuando existía, era el mismo miedo que había en general para visitar el País Vasco», destaca López.
El presidente de la Casa Cultural de Castilla-La Mancha indica que se han puesto «a disposición del Ayuntamiento» para la celebración de los actos en homenaje a Miguel Ángel Blanco, los cuales han apoyado con su presencia, a la que han acudido varios de los 70 socios con los que cuenta la entidad.
25 AÑOS
Precisamente, este año la Casa Cultural celebra el 25 aniversario de su creación, por lo que han organizado diversas actividades como exposiciones artísticas, representaciones teatrales, lecturas de poesía, conciertos o bailes. «Castilla-La Mancha siempre ha estado representado en Ermua, el fundamento de la creación era traer a Euskadi la cultura de nuestra región y yo creo que hemos sabido hacerlo bien», apunta López.
Durante estos años, Ermua ha contado con la visita de grupos de danza o teatro manchegos, así como una ruta ciclista en honor al toledano Federico Martín Bahamontes o un campeonato de fútbol intercomunidades que López quería denominar con el nombre de Andrés Iniesta, el futbolista de la Selección Española de Fútbol natural de su localidad y al que le une amistas con sus padres.