Se nos llama así para distinguirnos del resto de los artistas plásticos. Se nos condena al limbo de “esos otros artistas”, y en muchos casos se nos considera artistas menores, pero aquí estamos nosotros para eliminar todos esos prejuicios. LA ASOCIACIÓN DE ACUARELISTAS DE TOMELLOSO Y COMARCA nace con una vocación educativa y de divulgación de esta dificilísima técnica, y es precisamente por esa dificultad por la que se nos ha marginado a los acuarelistas. Muchos grandes pintores tuvieron que renunciar a la acuarela por la dificultad que entrañaba, y es probable que esa sea la causa de que muchos pintores no nos consideren artistas a su altura. Habría que decir, no obstante, que los acuarelistas históricamente, y en general, han contribuido a acrecentar el Gueto en el que se nos ha metido, por culpa de su inmovilismo y su ortodoxia.
El auge de la acuarela comienza a finales del siglo XVIII, y es en el siglo XIX cuando por fin se la empieza a reivindicar como técnica mayor. Artistas ingleses cómo Turner o Constable utilizan la acuarela para crear esos paisajes etéreos y brumosos con la expresividad pasional de los románticos, pero anunciando ya el Impresionismo.
A partir de ahí los acuarelistas repetirán una y otra vez la fórmula del paisaje a la acuarela, utilizando los cuatro trucos efectistas de siempre, pero con grandísima maestría. A principios del siglo XX el artista ruso Vasili Kandinski utilizará la acuarela para hacer el primer cuadro abstracto de la historia, y desde ese momento esta será otra vía de expresión con la técnica de la acuarela.
Lo cierto es que cuando vamos a ver una exposición de acuarelas nos deleitamos con los maravillosos efectos, el degradado del agua y las luces sacadas del papel, pero terminamos con una sensación de que falta algo más, que ya lo tenemos muy visto, y ahí es donde queremos llegar los nuevos acuarelistas, a profundizar más, a conseguir más cosas que hasta hace muy poco parecían imposibles, porque con acuarela se puede pintar cualquier cosa.
La sensación que en el público producen muchas de nuestras acuarelas es que “no parecen acuarelas”, y esa es una de nuestras obsesiones: pintar cuadros de cualquier tema y estilo, solo que hechos con acuarela, ir un poco más allá de lo que han ido la mayoría de los acuarelistas. En ello estamos, el público dirá si lo hemos conseguido o no.
Cuando yo empecé con la acuarela en serio, hace ya más de 20 años, fui descubriendo una pasión imposible de experimentar por otros medios. Pintar con acuarela es una lucha constante con las emociones y con la técnica. Lo realmente maravilloso que tiene pintar con pigmento, agua y papel es que ninguno de estos tres elementos es estable, por lo que hay un componente casual y azaroso muy importante que nos condicionará el resultado de la obra final.
La acuarela es sensual, elegante, rebelde, caprichosa y emocional, si la amas se entregará a ti, pero jamás podremos mandar sobre ella, aunque creamos que la dominamos es ella la que con su caprichosas circunstancias nos domina a nosotros.
Alguien dijo que el agua es el vehículo de las emociones, la primera forma de mostrar una emoción es dejar correr una lágrima dibujando una zona de nuestro rostro; así vemos la acuarela, una herramienta emocional. El agua es la fuente de la vida, para los acuarelistas más aún, es la fuente de nuestras emociones, para pintar acuarelas necesitamos dar rienda suelta a esas emociones, el agua y el pigmento se encargarán de mostrar esos sentimientos, y el papel las fijará o las rechazará, pero al final habremos hecho algo único, emociones fijadas en un papel.
Somos artistas, nuestro vehículo de expresión es la acuarela, por lo tanto somos productores y traficantes de emociones, al menos esa es nuestra pretensión, si lo hemos conseguido o no, eso será el público quien lo decida.
Manuel Buendía Pliego
Presidente de la Asociación de Acuarelistas de Tomelloso y Comarca.