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miércoles, 17 abril

¿Religiones terroristas? (y 2)

¿Religiones terroristas? (y 2)

(Continuación de ¿Religiones terroristas? -1-)

Es cuando surge la “Teocracia”, o gobierno del pueblo por parte de Dios, mejor dicho, es el gobierno de los sacerdotes o príncipes religiosos en nombre de Dios. Donde amalgaman religión, celebraciones litúrgicas, rezos, política, cultura, economía, ejército, et. Un engendro donde todo se confunde y donde se intercalan campos, que son estancos en sí mismos para su buen funcionamiento.

Y claro, como son representantes de dios en el mundo, todas sus decisiones son “de acuerdo con lo que dios quiere en ese momento para su gente”, aseveran ellos. La gente así gobernada y crédula admitirá sin dudar lo que el mandatario va decidiendo en cada ocasión. Unas veces porque está convencida de la seriedad, responsabilidad y bien hacer de sus dirigentes; otras por miedo a los “castigos divinos”, que decidirán los mandamases como administradores de la ira de dios, para los contravenientes de las órdenes divinas; otras por las  promesas de recompensas eternas después  de este valle de lágrimas, allí en el  “más-allá” disfrutarán de paraísos, de mujeres espectaculares  (digo yo que también de hombres ¿no?) y de abundancia de todo lo inimaginable.

Estos “dirigentes intermediarios y teocráticos”, utilizarán la religión prostituida así, como un instrumento más para su gobierno y manipulación de los gobernados. Instrumento que ha sido y es de guerra y muerte a lo largo de la historia. Aparentando extender el reino de dios, la legitimidad de la doctrina o la necesidad de hacer fieles,  todos los vivientes hemos vivido tragedias, terrores y muertes.

Vuelvo a insistir, la religión no es eso. No es un modo de gobierno. No es un sistema de dominación de los demás. La religión es un instrumento dentro del grupo humano, de una historia y de una cultura al servicio de las personas que quieran o necesiten tener una interrelación con la divinidad o ser superior en el que creen.

Inma Delgado Fotografía New Born

Creo que el adjetivo religioso igual que judío, cristiano o musulmán deberíamos aplicarlo exclusivamente a las personas y a nada más. Estamos hablando de una actitud personal relacional con la divinidad.  Por lo tanto no podemos cosificarla, es de personas no de cosas.

Por eso, como decía al principio, deberíamos tener cuidado con las afirmaciones de cualquier tipo y en este caso tratándose de temas de religión, porque juicios equivocados podrían provocar sufrimiento en otras personas. Esto incluye a los ateos  y agnósticos respetuosos con los creencias de los demás, aunque ellos no las compartan.

Algunas aplicaciones prácticas:                                                                            1.-Cualquier religión (Islam, Cristianismo, Judaísmo, etc.) ha de ser respetada en cualquier lugar y por cualquier mentalidad y ejercida con total libertad. Así nos lo garantiza la Constitución Española actualmente vigente.

2.-No deberíamos unir religión con otro adjetivo sin medir las consecuencias. Por lo tanto creo que hablar de terrorismo islamista es un error en toda línea. Sí de personas terroristas a las que han adoctrinado manipuladores fanáticos y criminales con falsas promesas, a las que se les pone el nivel más alto de heroicidad en la matanza de “infieles” (cualquier persona que no pertenezca al Islam), que practican el asesinato, el miedo y la muerte para destruir con el mayor odio. La blasfemia llega a su culmen, cuando quieren considerarlos mártires (testigos de Dios), si mueren en los actos criminales que ellos mismos han provocado, diciendo que se inmolan, como si fueran víctimas de un holocausto salvífico. A la vez dicen hacerlo en nombre de Dios con lo que se eleva a la enésima potencia su obstinación y equivocación. Están utilizando de modo partidista, manipulador y totalmente erróneo una religión (el Islam) que principalmente habla de perdón y de amor.

3.-Igualmente cuando hablamos de la Inquisición de la Edad Media de ninguna manera podemos llamarla cristiana, porque no seguía el mensaje de Jesucristo, aunque sus protagonistas se llamasen monjes, o dijeran que actuaban en nombre de Dios y ellos mismos se autodenominasen cristianos. Más bien manipulaba (“para hacer su justicia”) las ideas y las creencias cristinas. Los disparates que en muchas ocasiones practicó, no solo no encajan, sino que estarían condenados dentro de una interpretación auténtica de las enseñanzas del Señor. Aunque hubiera casos en los que se pretendiese honradamente aplicar las leyes con honestidad.

4.-Una medida importantísima para evitar errores, incluidos por supuesto los religiosos, es aumentar, trabajar y desarrollar al máximo la cultura, los intercambios de las ideas en diálogos respetuosos y la ampliación de conocimientos individuales y de grupos humanos. Y sobre todo un derroche de voluntad de entendimiento en todos los ámbitos de la vida.

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