Durante este 2017 se está celebrando el primer medio siglo de vida del Instituto Francisco García Pavón de Tomelloso. Un centro que nació en 1967 como Instituto Técnico de Enseñanza Media y que durante unos cuantos años propició que una generación de chicos y chicas, hijos de obreros y pequeños agricultores, pudiesen acceder a los estudios de bachillerato.
Charlamos con Pepe Márquez y José María Perales sobre aquellos tiempos, lo que supuso para la ciudad de Tomelloso la llegada del Instituto Técnico. Márquez perteneció a la primera promoción del centro, Perales acudió unos años después. Ambos guardan un excelente recuerdo de su paso por el Instituto Técnico, además, pertenecen a la comisión que organiza los actos del L Aniversario.
Que el instituto cumpla 50 años es «una efeméride digna de recordar», se trató de un periodo que para la ciudad estuvo muy bien. «A nivel de educación el Técnico fue un centro puntero» que necesita un reconocimiento desde el punto de vista público ya que «revolucionó la educación de Tomelloso».
Conseguir un puesto de trabajo
Para acceder al Instituto era necesario llevar a cabo una prueba de ingreso en junio, comenzando las clases en septiembre. Según contaba José María «veníamos de los colegios y las unidades didácticas con una preparación general y el examen era de todas las materias». En aquella época (anterior a la reforma educativa de 1970) no se comenzaba la educación secundaria de una forma homogénea, como ocurre ahora «la educación no estaba tan reglada —contaba Perales—. Además, tanto los padres como los maestros nacionales eran reacios a mandar a los chicos a ese instituto. Era algo muy moderno e incierto todavía». Aquellos hijos de agricultores y obreros pasaron, a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970 a dejar la Enciclopedia Álvarez y a estudiar «cada hora una asignatura».
La principal razón que les llevó a cursar bachillerato técnico en lugar del “normal” fue porque tanto ellos, como sus familias, buscan que los estudios les permitieran «la posibilidad de obtener un puesto de trabajo». Había talleres, nos explicaba Márquez, y «hacíamos unas hora de carpintería, de electricidad y de mecánica. Aquello te daba pie a salir de allí y poder trabajar»
En aquella época —y uno lo recuerda perfectamente— el curso comenzaba realmente después de los Santos «la vendimia era lo primero», aseguraba José María «y en junio los garbanzos y las lentejas. Éramos hijos de gente trabajadora».
Venir de cantar el “Cara al sol” a recibir clases de sexualidad
Para Pepe Márquez el mayor cambio fue «venir de cantar el “Cara al sol” en los colegios y al poco tiempo de estar en el instituto hablarnos de sexualidad». Entonces «nadie nos hablaba de sexo y en el Instituto Técnico lo hizo el director y, recuerdo, el profesor Víctor Caba». Con respecto a la Educación Física, explicaba José María Perales, «pasamos de estar jugando en el patio a practicar baloncesto o atletismo en plan competitivo». Ambos resaltan la elección democrática de los representantes de los alumnos y por supuesto, la relación con los profesores. Sorprendía el respeto con el que trataban a los alumnos «muy distintos de algunos maestros nacionales, aquellos de la correa y el palmetazo».
Un paso importante a la modernidad
José María Perales insiste en que fue un paso muy importante hacia la modernidad «los padres eran muy reacios a dejar a los chicos de estudiar, entonces, con doce años, tenías que estar ya trabajando». En ese sentido, explicaba, tanto el director como los profesores lucharon mucho por conseguir alumnos, había mucha competencia entre la Sección Delegada (el Instituto de Bachillerato) y Santo Tomás, que también tenía bachiller. Además, «nos abrió un conocimiento de la provincia. Competíamos deportivamente en toda Ciudad Real y el equipo femenino de balonmano del Instituto Técnico fue campeón provincial en 1973».
Pepe Márquez pertenece, como decimos, a la primera promoción y «el primer día tuvimos que desembalar las mesas y meterlas al aula para empezar a dar clase». Empezaron 42 alumnos «y en Cuarto acabamos 16». Entonces —según explicaba Perales— «cuando suspendías, los padres no te daban la oportunidad de repetir, a trabajar, que hace falta». No obstante, señaló José María, el centro tenía una capacidad para 550 alumnos y con unas instalaciones modernísimas «unos laboratorios muy bien dotados, su biblioteca, gimnasio, talleres completamente equipados».
Germen del aperturismo, aunque la gimnasia no era mixta
El Instituto Técnico puso el germen del aperturismo, tanto social como político en aquellos grises años del tardofranquismo «muchos alumnos empezamos a formar parte de los grupos de la predemocracia, a gustarnos la canción protesta o a militar en distintas formaciones. Gente muy activista», remataba José María Perales. Abundaba explicando que eran los alumnos quienes gestionaban el periódico del instituto y «prácticamente se ponía lo que nosotros decíamos en cuanto a crítica literaria o cinematográfica». Se trataba de una publicación, confeccionada en multicopista, pero que para nuestros interlocutores era muy digna y estaba muy bien editada. También, nos contó José Márquez, hubo un grupo de sacerdotes «que venían de Sudamérica y nos contaron cosas a nivel político que eran nuevas para nosotros y nos abrieron mucho los ojos».
Muchos de los alumnos del Instituto Técnico participaron en una iniciativa que por aquellos años llamó la atención: el Juven Club, institución que también merece ser recordada.
«Teníamos una asociación de padres de alumnos que presidió Emilio Mezcua, el que fue concejal del PSOE en las primeras corporaciones democráticas». En las celebraciones y actos, las familias estaban allí
También hubo chicas, aunque no en los primero cursos, ahora «la gimnasia no era mixta. Cada sexo la hacíamos por su lado». Y cuando los mozos tenían clases de taller «ellas hacían labores. En ese sentido, todavía había sexismo» nos relató José María
Tuna, cine, teatro, excursiones y recreo con música
El instituto tuvo una tuna, también se hacían ciclos de cine, con un proyector de 16 milímetros y Pepe Márquez como operador. Excursiones, a final de curso y alguna que otra durante el periodo lectivo. Y, sobre, todo, un grupo de teatro, destacan nuestros interlocutores, que fue el germen del grupo Pathos que formaron, entre otros, el llorado José María Arcos.
Otro de aquellos recuerdos imborrables para los dos es que «durante el recreo se ponía música» —algo de lo que puede dar fe este redactor— y de nuevo era Pepe Márquez el incipiente discjockey, pinchando los éxitos del momento.
Llevaban uniforme, explicaba José María, «básicamente era un jersey azul y un escudo de chapa en el brazo». Nuestros dos interlocutores también alabaron la relación entre alumnos y profesores, destacando la supresión de «los castigos físicos». Perales destacó la labor integradora de los profesores «que no eran muchos», pero muy comunicativos. En ese sentido muestran su alegría porque como motivo de las celebraciones del cincuentenario se le vaya a poner el nombre del primer director —aún vivo y con el que los antiguos alumnos se han encontrado en varias ocasiones—, Ángel Balsa, al salón de actos.
La visita del obispo
Pepe Márquez nos contó que el obispo visitó el instituto, la gira acabó de manera más o menos oficial con una charla en el salón de actos. Tras la parla del prelado, uno de los alumnos se levantó de su butaca y grito «¡El obispo, tracatrá!», que era como entonces se animaba en los eventos deportivos, esperando, claro, que el auditorio respondiese a coro «¡Tra!», que era como funcionaba esa forma de animar. «Pero allí nadie dijo ni mu» hubo un largo y agobiante silencio.
Para acabar, ambos mostraron su deseo de que, tanto antiguos alumnos, como amigos, familiares y vecinos, participen en las celebraciones programadas con motivo del L Aniversario del centro.
Las fotos las hemos sacado del Grupo de Facebook de los antiguos alumnos del Instituto Técnico