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viernes, 15 noviembre
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Diez años uniendo la palabra y la música por una buena causa

Encuentro Palabra 12

Una década, que se dice pronto, lleva la Asociación Haciendo Surco uniendo la palabra y la música. Y encima, usando ese binomio para una buena causa, engrandeciendo aún más esa de por sí gran alianza, poniéndola al servicio de la solidaridad. El X Encuentro de la Palabra con la Música volvió a llenar el Auditorio López Torres de Tomelloso, en esta ocasión dedicado a “la más perfecta unión entre la palabra y la música, la canción”; la copla, para ser más exactos.

El importe de la recaudación de “esta locura que nació hace diez años” —como dijo la presidenta de Haciendo Surco, Teresa Requena, al final del acto— va a ir a un dispensario para niños desnutridos en un lugar perdido de África, Douala en Camerún.

Creado —una vez más— por Esther de Paz, el espectáculo, que gustó y mucho al público que se congregó en la noche más fría —hasta ahora— del invierno, estuvo presentado por el periodista José Manuel Sampedro. Inmaculada Valero tocó la guitarra, el laúd y la flauta; Marieli Blanco cantó y tocó el piano y José Manuel León, Mari Carmen García y Mari Carmen Ruiz, cantaron. El cartel lo realizo María Paz Ropero y el fotomontaje que se proyectó lo llevó a cabo Pilar Grande.

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José Manuel Sampedro durante la introducción puso en valor la cultura “de siempre” repasando una época, no tan lejana, en que la mejor de las redes sociales era la cordialidad y la solidaridad entre vecinos, unos años en los que se iba al teatro y todo se hacía entre todos. Sampedro, puso en valor a “estas treinta mujeres que no paran quietas”, enumerando sus infinitas actividades y contraponiéndolas a la absurda modernidad de estos tiempos. Haciendo Surco nos devuelve a aquellos ratos, no tan lejanos, insistimos, en que “se era feliz con lo poco que se tenía”.

Esther de Paz y José Manuel Sampedro leyeron, brillantemente, los textos preparados por la primera. Introdujeron al respetable en la copla, leitmotiv de la velada, comenzando con el canto gregoriano y continuando con los juglares provenzales, las cantigas, la música árabe, hasta llegar al siglo XVIII en el que aparece la canción española en contraposición a las músicas francesas e italianas. El cuplé sicalíptico, La Fornarina y ya en el XX, Pastora Imperio, Raquel Meller y la Argentinita (aquella que cantaba con voz de soprano las coplas que Lorca interpretaba al piano) ponen en suerte lo que vendría después.

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La unión entre Rafael de León, aristócrata y poeta y Conchita Piquer —que cantó su primera copla a los 4 años con su hermanito muerto en brazos— revolucionó el género. Sampedro y de Paz recorrieron la vida de ambos hasta llegar a su azaroso y sabido encuentro. La incorporación de Quintero y Quiroga pusó la banda sonora a aquella España gris de los años 40 y 50 del siglo pasado.  Esther de Paz rememoró sus vivencias en aquellos años de radios sin transistores y coplas desgarradas y canallas.

El relato siguió con los amores de la cantante valenciana —la más grande y no las que vinieran después y se apropiaron gratuitamente del título— con un torero de postín, viviendo en pecado, una hija nacida en Argentina y salvada de la muerte por Evita. Y el final, en Isla Cristina, en 1958, cuando le falló la voz con “Mañana sale”.

El espectáculo fue intercalando las interpretaciones de los cantantes. José Manuel León  abrió con “Y sin embargo te quiero”  de Quintero, León y Quiroga (“¡Qué se me paren los pulsos!”). Marieli Blanco y José Manuel León interpretaron el dúo de “El gato montés” de Penella. Mari Carmen García, interpretó, con garra dos piezas, “Triniá”, de Valverde, León y Quiroga y “Ojos verdes”, de los mismos autores. Mari Carmen Ruiz hizo una interpretación lírica de “Tatuaje”, la copla canalla de Valerio, León y Quiroga.

La noche de canción española acabó con una grabación de “Concha Piquer”, interpretada por la propia artista, la “Emperatriz de la Copla”,  proclamando que aunque los mares azules fueran leños encendidos, su barco los cruzaría.

Fue una velada agradable en la que disfrutamos de un género imprescindible: la copla.

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