Un equipo de investigadores de la Unidad de Investigación del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete (CHUA), encabezados por Alberto Ocaña, en colaboración con el Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca, ha publicado, en la prestigiosa revista Molecular Cancer Therapeutics, un estudio sobre la efectividad del compuesto JQ1 en la lucha contra el cáncer de mama.
Los profesionales del laboratorio de Oncología Traslacional de la Unidad de Investigación, de la Gerencia de Atención Integrada de Albacete, han comprobado como el compuesto inhibidor de Bromodominios de BET ensayado detiene la proliferación tumoral, además de que, en combinación con otros fármacos ya empleados en la clínica, incrementa la muerte celular provocada por la quimioterapia.
Los ensayos apoyan estos resultados y muestran una ausencia de toxicidad provocada por el tratamiento, ha informado la Junta en nota de prensa.
Como explican los investigadores, ante las difíciles perspectivas de esta enfermedad, es fundamental el desarrollo y evaluación de nuevos compuestos que nos permitan enfrentarnos a la situación con la mayor garantía de éxito posible.
En esta línea, «hemos evaluado las diferencias a nivel genético entre el tejido de mama normal, y el tejido de los tumores triple negativo y, en base a los resultados obtenidos, nos decidimos a ensayar el efecto de unos nuevos compuestos denominados: inhibidores de bromodomain and extraterminal (BET) proteins para tratar esta enfermedad». Unas prometedoras moléculas para el tratamiento de cáncer de mama tripe negativo.
CÁNCER DE MAMA
El cáncer de mama es el segundo tipo de cáncer más diagnosticado en el mundo, ocupando el primer lugar en mujeres, con una incidencia de 464.000 nuevos casos en Europa en 2012. Esta elevada prevalencia justifica que se haya convertido en uno de los problemas socio sanitarios más relevantes. Actualmente, sigue manteniendo un elevado rango de mortalidad, en torno a 131.000 muertes al año en Europa.
En concreto, el cáncer de mama triple negativo, que supone entre un 8% y un 20% de los casos, es un subtipo especialmente devastador. Posee un mal pronóstico, una rápida proliferación y potencial metastático, a lo cual hay que añadir sus limitadas opciones terapéuticas más allá de los habituales fármacos quimioterápicos citotóxicos. Con este tipo de nuevos compuestos, se evita la activación de importantes genes que están implicados en el desarrollo oncogénico.
A partir de este momento, el compuesto podría convertirse en un fármaco una vez que se hayan realizado los pertinentes ensayos clínicos y se haya aprobado para pacientes. Un proceso imprescindible para el que se necesita financiación y que permitiría consolidar su efectividad en la lucha contra el cáncer.