No acostumbro a comentar los conciertos de nuestra orquesta muy extensamente, pero previa confesión de que mi función durante estos años, fundamentalmente, se ha limitado a la tan tediosa labor de sentarme y disfrutar, no quiero dejar pasar la oportunidad de compartir con vosotros lo vivido anoche en Madrid en la sala roja de los Teatros del Canal, como un emocionado amante de la buena música más.
La Orquesta Sinfónica Verum se enfrentaba a un reto importantísimo en una única función: La Consagración de la primavera de Igor Stravinsky. El cartel de no hay entradas lucía semanas atrás.
Primero pudimos deleitarnos con la interpretación sublime del pianista conquense Mario Mora —todo talento, virtuosismo y sacrificio— del Concierto para piano nº 2 en do menor de Sergei Rachmaninoff, una delicia para los oídos donde la sinfónica Verum mostró su perfecta sintonía con una magnífica actuación.
Fue en la segunda parte en la que nos dejaron a todos alucinados, boquiabiertos, estupefactos, pegados a la butaca en estado de éxtasis y sin ganas de levantarnos.
“Brutal», es la palabra que define mejor su actuación del martes en Madrid, un derroche de técnica y expresividad bajo la batuta de Miguel Romea, director titular, que siempre nos agradece el apoyo que brindamos a la orquesta, especialmente a través de mi hermano Juan Antonio que es quién más cerca está de los músicos, pero somos nosotros, Verum Bodega y Viñedos, quienes le estaremos eternamente agradecidos por haber conducido a la orquesta al lugar en el que hoy se encuentra.
Los comentarios de los músicos tras la velada eran: «un antes y un después”, » la verdadera consagración de la orquesta “, » la madurez de la orquesta » e incluso, » me quiero jubilar en Verum”… Lo cual nos llenaba de orgullo y daba una idea del clima que se vivió dentro del escenario.
Yo particularmente pienso que este animal musical que es hoy Sinfónica Verum, ya estaba muy maduro antes de interpretar esta obra. Este animal, tiene alas para volar con sus vientos por el patio de butacas, posee cuerdas de fuego que te abrasan, te sacuden o simplemente te trasportan sin quemarte y es capaz de dejarte congelado en un silencio inquietante, rebosante de tensión. Cuenta con afiladas garras que se convierten en algodón cuando te acarician con mimo y ruge con su impactante percusión. Te ruge con fuerza cuando quiere y cuando no… Cuando no, te susurra con gracia.
Todo esto ya lo sabía su director y así se subió a lomos de este enorme
dragón sinfónico para conducirlo con firmeza y volar con él a través de esta primavera tormentosa que no admite medias tintas, abriéndose camino entre los oscuros nubarrones e incluso visitando sus propios recuerdos de niñez en los que un día, decidió dedicarse a la música.
Un 10 para los 95 músicos que intervinieron en este concierto, un 10 por esa tensión que transmitieron llevándonos borrachos de sonidos al paroxismo implícito en esta obra. Muchas gracias por seguir confiando en nuestro proyecto y, por supuesto, gracias a nuestro gerente, Christian Roig, por la excelente organización.
¡¡Enhorabuena a Todos!!
Me permito una petición: por favor, que esto se repita.
Nos vemos el 9 de mayo en el Teatro de Tomelloso.