Celebramos este domingo en nuestra Diócesis el día del Misionero Diocesano y lo hacemos una semana después de conmemorar también, en la festividad del Corpus Christi, el Día de la Caridad. Caridad y Misión…Misión y Caridad. Dos celebraciones que responden a expresiones de Fe inseparables para una misma vocación y compromiso cristiano. Porque la caridad no puede entenderse si no va potenciada y es culminada por el espíritu misionero y éste resulta imposible si no está promovido desde la caridad. El amor de Dios hecho carne en el prójimo como centro, principio y fin de ambas realidades.
Hace unas fechas, el Papa Francisco pronunció unas palabras con ocasión de la última Asamblea de Cáritas Internationalis que también contienen un profundo sentido misionero: “Sé que ustedes están en la calle, ayudando a los necesitados a través de sus obras de justicia y Caridad. Salir a la calle puede producir un accidente. Quedarse encerrado, enferma. Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”….
Salir,…una palabra que resume la opción que el papa Francisco nos recuerda y casi exige una y otra vez. Salir de nosotros mismos, de nuestras comodidades, seguridades y arriesgar, “complicándonos la vida, jugándonos el tipo” si es necesario, (Vicente Hondarza y Oscar Romero así lo hicieron), por el único motivo de llevar la Buena Nueva a todos los rincones de la tierra, a aquellos que se encuentran más lejanos pero también a los que viven a nuestro lado.
De los catorce mil misioneros españoles, ciento dos son nacidos o formados en nuestra diócesis; vecinos, amigos, familiares que se encuentran presentes en cuatro continentes: sesenta y uno en América Latina, veintiséis en Europa, tres en Asia y doce en África; sacerdotes, religiosas y laicos de distintos lugares de nuestra provincia, enviados por nuestra Iglesia diocesana a tierras lejanas para dar a conocer a los que allí viven, la inmensa mayoría en condiciones de pobreza y miseria, el don de Dios, Padre de todos.
Los voluntarios de Cáritas somos de alguna manera también misioneros enviados por nuestra misma Iglesia Diocesana para llevar la realidad del Dios bondadoso y misericordioso a los hermanos más próximos, a aquellos que estando a nuestro lado, muy cerca, viven en condiciones deplorables. Todo nuestro quehacer, desde aquello que creemos más básico y nimio…tiene como proyección y sentido único, dar a conocer la más hermosa realidad y el mayor “título” que puede poseer todo ser humano: hijo de Dios.
Ambos, pues, somos portadores de ese Amor a aquellos que son sus preferidos, los olvidados, los que no cuentan…los últimos de los últimos. Que no hay pobreza más profunda que no saberse hijo de Dios.
La Caridad y la Misión significan testimonio evangélico, experiencia de la Fe, expresión pública y explícita de nuestra vocación cristiana. La Caridad y la Misión, los voluntarios de Cáritas y los misioneros, son cristianos que salen de sí mismos para proclamar su Fe, Esperanza y Amor a un mundo que cada día cree menos en Dios…y como consecuencia, en el ser humano.
Fermín Gassol Peco
Director de Cáritas Diocesana de Ciudad Real