En las últimas semanas están ocurriendo una serie de acontecimientos que podrían tener repercusión en nuestro fururo a medio plazo, estos acontecimientos son: Los resultados de las elecciones europeas y la dimisión-abdicación del Rey Juan Carlos I.
Un sector de la población se ha asustado bastante por esto, sin embargo habría que analizar el porqué. La famosa transición española fue un acuerdo de mínimos consecuencia del llamado Ruido de sables, un miedo terrible a una tradición muy nuestra como es al golpismo. Por esa razón se aprobó la actual Constitución, un modelo que pudo servir para instaurar el sistema de monarquía parlamentaria y aprobado en referéndum por una gran mayoría.
Lo cierto es que sólo el 20% de la población española actual votó a favor de la Constitución del 78, y lo explico: En el año 1978 los menores de 21 años no podían votar, en aquel momento eran apróximadamente el 30 % de la población, sólo votó el 65 % de ellos, de los cuales el 87 % votó SÍ. El total de los votos positivos fué de 15.706.271, aproximadamente el 48% de la población de entonces, teniendo en cuenta que han pasado 36 años y que pueden haber muerto unos 8 millones de ellos, mi teoría de que sólo el 20% de la población actual QUE VOTÓ SÍ es bastante aproximada. Calcular que sólo votó SÍ el 48% de los que ahora tienen más de 56 años, sin contar todos los que hayan muerto, puede que incluso el porcentaje del 20% se quede un poco alto.
Creo que son razones más que suficientes para opinar que esta constitución no nos representa a la mayoría. Lo mismo podemos decir del sistema bipartidista instaurado entonces, algo que refrenda los resultados de las elecciones europeas del pasado día 25 de Mayo. Está claro que hay una crisis institucional, que se ha agudizado por los desmanes perpetrados por la élite política (llamada últimamente La Casta) que ha dejado el futuro de la mayoría de la población hipotecado al poder de la llamada Troika.
No quiero aburriros aportando más cifras, pero casi un millón de deshauciados de sus casas, más de 6 millones de parados, dos millones de personas en la pobreza extrema o más de un millón de españoles que han tenido que emigrar, sin contar los casos de corrupción, el rescate a la banca, la deslocalización de las empresas españolas, el fraude fiscal y los desmanes de la familia real -incluido el hasta hoy monarca- son motivos suficientes para que la gente quiera cambiar, sobre todo porque muchísimos españoles no tienen nada que perder
No quiero soltaros un rollo, sólo deciros que apartéis el miedo de vuestras vidas, porque por el camino que llevamos si que deberíamos asustarnos del futuro. Lo que podemos esperar de ese futuro está por venir, la ilusión es el motor de nuestras vidas. Si de verdad creemos en la democracia no deberían asustarnos los referendos, una palabra que cada vez asusta más a la gente, y que parece haberse convertido en demoníaca. Gracias a los cambios las sociedades han ido progresando, si no fuese así aún viviríamos en tribus y guerrearíamos con otras tribus por poseer más territorio; anda! si eso sigue ocurriendo!
Se hace pues necesario una nueva transición, democratizar más nuestra sociedad, abrir más el espectro político y dotarnos de mecanismos legales para protegernos de los abusos de poder y de la corrupción, cambiar el modelo de estado entra dentro de esas premisas, y cambiar los mecanismos de representación democrática también. En definitiva cambiar la sociedad a mejor, y cambiar nosotros con ella.