Llegada esta fecha (31 de mayo) conviene recordar que el Código Europeo contra cáncer aconseja «no fumar, en ningún caso, y quienes ya fumen dejen de hacerlo cuanto antes». Además, recomienda que; «mientras esto último se consigue, se evite hacerlo en presencia de personas no fumadoras y especialmente donde haya niños».
El citado Código insiste en que, en países llamados desarrollados, por culpa del consumo de tabaco mueren de cáncer sobre ¡tres millones! de personas cada año. Afectando a órganos como son: pulmón, páncreas, corazón, laringe, etc. Y que a pesar de conocerse lo costoso y sobre todo dañino que resulta fumar, sorprende que ni los consumidores ni la administración pública de salud, hagan nada o tan poco por aliviarlo.
(Aun recuerdo ir a mi médico de cabecera a consultarle sobre unas leves dolencias de garganta y, al ver cómo la tenía, aconsejarme que dejara de fumar, sin reparar en que él tenía el puro encendido sobre el cenicero y la consulta llena de humo)
También sería bueno, que las personas ex-fumadoras, que hayan vencido alguna batalla contra su cáncer, aporten experiencias nuevas participando en campañas de información contra el consumo de sustancias tóxicas, como el tabaco por ejemplo, a fin de ayudar a quienes quiera dejarlo y le falte fuerza de voluntad para conseguirlo.
Por tanto, toda la información que ofrece el código europeo debería ser facilitada regularmente a los colegios e institutos y no reducir esas información a una simple charla el «Día mundial sin humo».
De ahí que este humilde mortal, por el hecho de haber sido víctima de cáncer de laringe por consumo habitual de tabaco y participar tantos años en esas interesantes campañas, charlas incluidas, se permita asegurar que ello supondría, para los adolescentes, chicos y chicas, un complemento educativo muy enriquecedor, ya que una vez concienciada la juventud acerca de lo que dice el código europeo y valorando sus recomendaciones sobre el efecto tabaquismo, se acabaría comprendiendo que «no fumar es tanto como anticiparse al cáncer incluso evitar contraerlo».
Con lo cual se reduciría a mínimos su incidencia y veríamos cómo en un próximo futuro, entre todos, lograríamos una sociedad mas sana y, naturalmente, menos angustiada.